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Perelló

Cuando los vocales del CGPJ actúan con criterios de profesionalidad e idoneidad y se alejan de las exigencias partidistas, aciertan

Isabel Perello, ayer al tomar posesión del cargo de presidenta del CGPJ / Sergio Pérez / EFE

Tan acostumbrados como estamos en España a vivir días históricos, no debería pasar desapercibido el que viviremos hoy en la sede del Tribunal Supremo, donde el rey Felipe VI abrirá el año judicial con Isabel Perelló sentada a su lado como flamante nueva presidenta del Consejo General del Poder Judicial.

Teniendo en cuenta que el 57% de los miembros de la carrera judicial son ya mujeres y que en la última promoción de jueces lo eran el 73%, no debería sorprender que una mujer ocupe ese cargo, pero demasiadas veces las mujeres han sido trasparentes pese a disponer de una trayectoria profesional del nivel técnico de la que puede presumir Perelló, por lo que hay que aplaudirlo.

Pese a ser importante su condición de mujer, lo realmente relevante de la elección de esta magistrada catalana para liderar el Poder Judicial es que los vocales del CGPJ se han liberado de la presión de los dos grandes partidos y han escogido para el cargo a una persona de sensibilidad progresista, sí, pero con verdadero sentido de Estado y con gran independencia de criterio. Lo revelaba Ernesto Ekaizer ayer en este periódico: lo primero que hicieron los vocales conservadores nada más asumir el cargo fue explicar a los progresistas que todo lo que hubieran pactado Gobierno y PP no les comprometía. Y los progresistas recogieron el guante.

Isabel Perelló no figuraba en las ternas de candidatos que respaldaba el Gobierno porque durante su trayectoria profesional sólo ha estado al dictado de su independencia. Ha rechazado, por ejemplo, la amnistía a los protagonistas del procés y ha sido muy crítica con el PSOE por aceptar en sus acuerdos de investidura con Junts la existencia de ‘lawfare’ en la Justicia española, algo en lo que el propio presidente Sánchez ha incidido en los últimos meses tras los problemas legales de su esposa, Begoña Gómez.

De hecho, sus propios compañeros explican de ella que ni es “progre Moncloa” ni “progre Jueces para la Democracia”, la organización judicial en la que milita desde hace años, y en el sector conservador de la carrera se destaca especialmente su moderación y su mano izquierda, que va a necesitar para pactar el centenar de puestos vacantes que hay que cubrir de forma urgente.

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La lección que podemos extraer de lo que ha pasado en los últimos días en el CGPJ es muy clara: cuando los vocales actúan con criterios de profesionalidad e idoneidad y se alejan de las exigencias partidistas, aciertan. La carrera judicial está llena de profesionales verdaderamente independientes como Perelló.

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