Opinión | EL CUERPO EN GUERRA

Cómo hemos cambiado

No se trata de que hayamos cambiado simplemente: nos hemos salvado de nosotras mismas y la autodestrucción

Dos niñas sentadas sobre una maleta frente a una playa / EPE

El verano a punto de acabarse y nosotras aún al volante, conduciendo por carreteras secundarias sin tener claro el destino ni por qué lo hacemos. Simplemente conducimos, es nuestra forma de aferrarnos a algo y al propio verano en sí, del que aún quedan los coletazos finales, nos decimos. Y es que éste ha sido un verano de saltos al vacío. Si nos lo hubieran contado, no lo habríamos creído y, míranos ahora, contentas, exultantes.

Quién habla ahora de divorcio, separación o desierto, si deambulamos por este bosque de hayas enormes que nos envuelve y abraza, con rayos de sol que se cuelan para recordarnos que la luz la ponemos nosotras. Si toca un tramo más difícil, hay que confiar en nuestras zapatillas, en que pisaremos fuerte y no habrá ningún resbalón. Nos merecemos llegar al fin del sendero y encontrar esa cascada que cruza la luna, introducir los brazos en sus aguas salvajes y dejar que éstas arrastren la suciedad que no conseguimos quitar de nuestras manos por tanto golpe y mudanza y pelos de todos los animales que rescatamos con nuestro amor.

No se trata de que hayamos cambiado simplemente: nos hemos salvado de nosotras mismas y la autodestrucción. Juntas. Tengo la certeza de que eres mi familiar más próximo aunque ambas no tengamos un concepto claro de «hermana» o «familia», pero imagino que nuestro vínculo es lo más parecido a ello: nuestra complicidad, la lealtad sin límites, el compromiso. Esta sincronía loca de reír al unísono con pequeñas claves que sólo tú y yo conocemos.

Sí, estamos mejor solas ahora, solas juntas. Núcleo indisoluble contra todo viento salvaje o tormenta eléctrica. Por supuesto, seguimos equivocándonos a veces, necesitando tiempo extra para marcharnos de allí donde amamos con dientes y rodillas flexionadas sin ser correspondidas. ¿Acaso todo esto no va de sentir?

Pulsa para ver más contenido para ti

Venga, haz la maleta por última vez este verano. Necesitamos cerrar esta etapa. Llevaré chocolate y frutos secos en la mochila. Agua y vino. Sé que nuestra sed de vida es enorme ahora que hemos roto la coraza con la que nos protegíamos... ¿De qué? ¿Para qué? Bah, venga, últimas dos horas de viaje a ese hotel de carretera que se quedó anquilosado en los ‘80. Nadaremos juntas en el lago.

Pulsa para ver más contenido para ti