Opinión | EL CUERPO EN GUERRA

Sobre estar preparada y las verbenas

Hubo un tiempo en que esta era una de las semanas grandes en casa, en la que se me prometió aprender a bailar chotis a los diez años

Chulapas modernas vestidas con modelos de Carmen 17. / Bárbara Lanzat

Tradicionalmente me encanta esta semana en Madrid: todo el folclor más castizo se revela esencia de una ciudad que no es tan chic ni moderna como cuentan, porque a qué si no los concursos de chotis y los bocatas de morcilla, chorizo o entresijos. Una feria aterriza en medio de la ciudad para glorificar a la Virgen de la Paloma, después de que le cedan el testigo San Cayetano y Santo Tomás, y llenar sus calles de mantones, farolillos y pequeños altarcitos a la deidad correspondiente. Cada año por estas fechas sumo uno más a mi resistencia madrileña -porque los alquileres y los precios y el turismo y lo que está pasando en todas partes pero aquí de manera más salvaje-, me digo que sigo aquí, por mucho que me sangren los ojos con cada verbena.

Hubo un tiempo en que esta era una de las semanas grandes en casa, en la que se me prometió aprender a bailar chotis a los diez años. Ya todo eso queda demasiado atrás y sangran los ojos al pensar en lo que vivimos y ya... desapareció. No paro de ver a los que ya no somos recorriendo una ciudad llena de cadáveres y momentos pasados que no se repetirán. Y duele tanto...

Así que he decidido marcharme allá donde las ventanas son hogares y la Virgen de Agosto pasará entre gritos de sobrinos y manos y brazos de hermana elegida, porque, al fin y al cabo, puede que me tenga que esconder alguna que otra vez para que no me vean llorar, pero prefiero eso que andar mirando para los lados para ver si lo encuentro y... Y nada. Un momento cortante, cierta agresividad en la mirada... Mezcla de dolor, indiferencia y recuerdos.

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El otro día me preguntaron si estaba preparada para divorciarme. Bueno, me preguntaron si él lo estaba, pero la pregunta se volvió en mi contra, porque ¿había de preguntárselo a él explícitamente? De repente, me pareció una pregunta muy cruel. ¿Cómo va a estar una lista para separar su biografía de quien había decidido ser parte inseparable de su vida, si se ha amado de verdad, aunque las cosas dejaran de funcionar como estaba previsto? Una puede querer dejar de amar, pero no se consigue proponiéndoselo ni bailando hasta que un día ya no lo recuerdes y una verbena sea sólo otra verbena más, con sus estrellas de siempre y los grandes ‘hits’ de nuestra adolescencia que siempre serán eternos.

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