Opinión | ARENAS MOVEDIZAS

No aparezcas por mi funeral

Las condiciones para asistir a algunos entierros ya incluyen qué personas no deben acudir. El expresidente del Oporto acaba de publicar su lista negra 

Jorge Nuno Pinto da Costa. / EFE

El expresidente del Oporto, Jorge Nuno Pinto da Costa (86 años), acaba de publicar Azul hasta el final, una suerte de libro de memorias cuyo título alude a los colores del club que presidió durante 41 años, la época gloriosa de los portuenses, con sus dos títulos de Champions y sus 23 ligas, que contribuyeron a que el Oporto, frente a la tradicional hegemonía capitalina del Benfica y el Sporting de Lisboa, entrara en la aristocracia europea del fútbol, la del Real Madrid, el Milan, el Bayern, el Liverpool, el Barcelona...

Pinto da Costa carece en España del aura y la leyenda que atesora en su país natal. Por ello, y a pesar de lo mucho que tenemos que aprender de la tierra de Saramago y Lídia Jorge y de que apenas conocemos los trending de la actualidad portuguesa, no está de más traer a colación las andanzas de este personaje, convertido al otro lado de la frontera en una trituradora de virales y clickbaits. Pinto da Costa lleva cinco matrimonios, de los que una de las esposas era 50 años menor, la actual tiene 46 y a otra de ellas la conoció en un club de alterne. El directivo de fútbol más laureado del mundo —con permiso del Florentino del futuro— ha sido objeto de varias investigaciones judiciales —siempre absuelto— y se han difundido grabaciones comprometedoras que convierten en una travesura el caso Negreira. Le apodan el Papa, y reúne todos los mimbres del hombre poderoso cuya fortuna le viene de cuna, típico producto del Colegio das Caldinhas, al que las familias bien de Oporto, incluidas las propietarias de las grandes bodegas, enviaban a sus hijos indoblegables.

A pesar de lo dicho, lo que ha trascendido de su libro y descendido al debate de calle en Portugal es que ya tiene todo listo para su sepelio. A su edad es normal, pensarán. Ya saben: qué música debe sonar, cómo debe desarrollarse el responso, quién tomará la palabra, etcétera. Hasta ahí lo obvio. Lo que anda en boca de los portugueses es que Pinto da Costa ha dicho quién le gustaría que acudiera a su despedida, pero también deja por escrito una larga nómina de nombres que de ningún modo deben aparecer por el funeral, allá se asomen desde Vila Nova de Gaia o desde el puente de Don Luis I. Hay gente a la que Pinto da Costa no quiere ver ni muerto.

Y da nombres y apellidos. Los actuales directivos del Oporto, para empezar, porque "dañaron la tranquilidad" de sus últimos días como mandatario del club, prueba de que Pinto da Costa era un hijo indoblegable, aunque acabaron doblegándolo. La lista negra es negra y es larga. Además, más vale que no aparezcan por el lugar del sepelio al menos 10 jugadores de la época dorada de su mandato, entre ellos, Maniche, ex del Atlético de Madrid. Les acusa de haber practicado el juego de la lealtad, que engendra a su hijo natural, la traición. Fora traidores.

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Asumido que uno se muere, hay personas empeñadas en mantener el control de la situación, incluso cuando ésta ya es incontrolable, por imposible. Qué palabras se escucharán en el funeral y qué no debe decirse, que música ha de sonar y con qué traje marcharse al otro entran ya dentro del protocolo habitual de mucha gente previsora todavía del lado de los vivos. Lo extraordinario es anunciar quiénes son los repudiados en el momento de la despedida. Tú no. Tú tampoco. Más que justicia parece un trastorno de quien se pasa la vida rumiando, sin pasar página, frustrado también en la eternidad, donde tampoco hay paz para algunos muertos. Si algún conocido mío está leyendo esto, vaya por delante este aviso funerario: el mío será de acceso será libre. Será incluso de barra libre. Total, la va a pagar otro.