Opinión | LA PALABRA DE LOS NÚMEROS

Efectos económicos de la inmigración

España tiene un problema creciente de envejecimiento de población y de escasez de oferta de mano de obra, especialmente en empleos de baja cualificación

Los manteros denuncian con sus propias camisetas el drama de migración forzada. / Marta Pérez / EFE

El hombre es migrante desde que empezó la especie hace millones de años. La causa normalmente es económica y encontrar un lugar donde tener un ciclo vital mejor que en su país de origen. El migrante asume mucho riesgo y toma su decisión en condiciones de incertidumbre, por eso no sólo elige países con alto nivel de renta y baja tasa de paro, además busca donde está algún familiar o conocido que le ayuda a llegar al país y conseguir el primer empleo. Esto ayuda a explicar que los procesos migratorios sean con diásporas y se concentren por comunidades en barrios concretos de las grandes ciudades, donde hay más oportunidades de encontrar trabajo.

España está junto a la frontera africana con la mayor diferencia de renta por habitante del mundo, además es un país turístico que no exige visado para entrar y tiene una excelente conectividad aeroportuaria, especialmente con América Latina. España tiene un problema creciente de envejecimiento de población y de escasez de oferta de mano de obra, especialmente en empleos de baja cualificación donde los jóvenes españoles yo no quieren trabajar por salarios bajos y condiciones de trabajo, como son la agricultura, la hostelería, transporte por carretera o el servicio doméstico.

Desde el año 2000 y especialmente desde la pandemia en 2020, la inmigración explica la mayor parte del crecimiento de la población activa y el empleo en España. En ese mismo periodo España también tiene un grave problema de crecimiento de productividad que se transformó en un problema de precariedad y desigualdad en la crisis de 2008 que continúa hoy. La productividad determina el salario real y en España desde el año 2000 ha crecido tan sólo un 4% en casi 25 años, en EEUU ha crecido casi un 40%, diez veces más.

En la mayor revolución tecnológica de la historia de la humanidad, las empresas españolas no están incorporando esa tecnología en sus procesos productivos y optan por contratar mayoritariamente inmigrantes con salarios bajos en sectores de baja productividad y desarrollo tecnológico. Conseguir un visado para un trabajador del sector tecnológico o para investigadores de la universidad no europeos es un infierno en España y la mayoría de regularizaciones son de inmigrantes que han conseguido sobrevivir ilegalmente tres años en España.

La solución a la presión migratoria pasa por desarrollar económicamente los países de origen, especialmente África y Latam y en España mejorar urgentemente la burocracia para atraer talento altamente cualificado y endurecer los incentivos para atraer trabajo de baja cualificación donde se concentra la mayor parte del desempleo en España, de españoles e inmigrantes. Esto permitiría que suban los salarios en esos empleos y las empresas tengan incentivos para incorporar tecnología, especialmente digitalización e inteligencia artificial.

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Paul Krugman, premio nobel de economía, nos enseña que “la productividad a largo plazo no lo es todo, pero es casi todo”. El problema es que Pedro Sánchez ha copiado el "España va bien" de Aznar desde 2000 a 2004, la estrategia de Zapatero desde 2004 a 2007 y la de Rajoy desde 2014 a 2018. La realidad es que España no va bien desde hace 25 años y especialmente desde la pandemia ya que la productividad de nuevo vuelve a caer y el Gobierno en el Programa de estabilidad que ha enviado a Bruselas espera que siga cayendo los próximos tres años. 

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