LECTURA

Juan Manuel Moreno, autor de 'Educación universal': "las desigualdades son inevitables; lo que hay que hacer es asegurar suelos educativos más altos"

El libro aborda cómo los valores democráticos, el repliegue identitario o el desafío tecnológico son algunos de los elementos que más fuertemente están impactando en la formación

Juan Manuel Moreno y Lucas Gortázar, autores de 'Educación universal', de Editorial Debate / Debate

Ángeles Castellano

Los valores democráticos, el repliegue identitario o el desafío tecnológico son algunos de los elementos que más fuertemente están impactando en la universalización de la educación, un desafío que avanzó exponencialmente desde su puesta en marcha en el siglo XVIII y que hoy enfrenta grandes amenazas. Este es el punto de partida de un libro que nació, justamente, con la intención de subir el nivel del debate actual. Educación universal. Por qué el proyecto más exitoso de la historia genera malestar y nuevas desigualdades, publicado por la editorial Planeta, le dan la vuelta al mundo en cada capítulo abordando, a partir de una experiencia concreta en un lugar o en varios países del mundo, todas estas cuestiones y algunas más.

Sus autores llevan en el sector muchos años: José Manuel Moreno (Madrid, 1961) es catedrático de Didáctica y Organización Escolcar de la Universidad Nacional a Distancia (UNED) y dedicó dos décadas a la educación en el Banco Mundial (2002 - 2021). Lucas Cortázar (Bilbao, 1986) es director del Área de Educación del Centro de Políticas Económicas de ESADE, además de consultor en el departamento de Educación del Banco Mundial. Ambos atienden por videoconferencia a EL PERIÓDICO DE ESPAÑA con motivo de la publicación del libro desde sus lugares de residencia una mañana de septiembre justo antes del inicio del curso escolar.

Pregunta: ¿De dónde surge el interés por escribir un libro sobre el estado actual de la educación en el mundo?

Juan Manuel Moreno: Queríamos hacer un libro distinto sobre educación en un momento en el que el debate es tan flojo, tan politizado, tan malo para el profesorado como para los estudiantes... Para nosotros era un reto escribir un libro sobre educación pero también sobre la economía y la sociedad y que pudiera interesar no sólo a la gente que se dedica a la educación, sino al resto de personas que pueda estar interesada para ayudarla a formarse su propia opinión y que no sólo fuese para España, sino que fuese global.

P: En las últimas décadas, en las que se ha avanzado mucho en la universalización de la educación, ha subido el nivel formativo de la población en general, y sin embargo, existe la percepción de que ha bajado. ¿Es cierto o es una verdad a medias? ¿Por qué existe esta percepción?

Lucas Gortázar: Esta afirmación no es una novedad. No es que hayamos empezado a decir esto hace tres o cinco años; esta manera de ver la educación lleva instalada y ocupando un espacio protagonista en muchos lugares, entre ellos, España, mucho tiempo. Las explicaciones de por qué están bajando los resultados en PISA en ciertos países tiene su cierta lógica. Ahora bien, hay que contextualizar de dónde viene esa afirmación. Es cierto, el nivel medio de los alumnos que llega hoy a la universidad es más bajo que hace 50 años, pero por la sencilla razón de que ahora llega un 50% de la población a la universidad y antes llegaba un 5, o un 10%. Y lo justo sería comparar poblacionalmente, o sea, de esos que van ahora a la universidad, si nos quedamos con un grupo del mismo tamaño, ver qué está pasando y yo probablemente te diría que al menos en el caso de España el nivel de esos alumnos serán bastante parecidas. Realmente este malestar se genera a partir de la secundaria y el sector educativo celebra la expansión, pero está incómodo con las implicaciones que ella tiene, porque transforma los hábitos organizacionales y laborales de todos sus profesionales. Ahora, el nivel de la primaria no está bajando. Es que ahora llega más gente que antes no salía en la foto. Ese ejercicio masivo de inclusión que han hecho los sistemas educativos occidentales en el último medio siglo y que están haciendo ahora en muchos países en desarrollo es lo que explica el propio malestar social por un lado y del sector por otro.

Varias mochilas en una percha de un aula de 3 años en un colegio público madrileño el primer día de clase. / Marta Fernández Jara / Europa Press

P: Esto conecta con la privatización de la enseñanza o la educación en la sombra. Ustedes se refieren en el libro a lo que ocurre en Asia en este sentido, pero en España en cierta forma también se está dando, con las escuelas internacionales, el bachillerato internacional y está salpicando a la educación pública. ¿La tendencia es a una mayor desigualdad educativa? ¿Cómo puede corregirse desde las políticas públicas?

JMM: Nosotros en el libro somos muy ambiciosos, pero no llegamos hasta el punto de plantear soluciones así de un plumazo a un tema tan complejo como este, porque efectivamente la desigualdad es la gran historia de nuestro tiempo y efectivamente la educación tiene esa doble cara, que por una parte tiene una clara función de compensación de desigualdades y por otra parte tiene potencialmente, por la misma razón y con los mismos mecanismos, una función de reproducir las desigualdades e incluso de agudizarlas. La historia lo dice muy claramente: cuando tú amplias las oportunidades de aprender vas a crear cada vez más desigualdad de resultados porque más gente puede participar. ¿Entonces qué hacemos para que haya más igualdad? Lo que nosotros decimos es que la diferencia es inevitable y lo que las políticas tienen que hacer es asegurar suelos cada vez más altos. Necesitamos que la gente no sólo sepa leer y escribir, sino que sea cada vez más competente y más competitiva, que todo el mundo pueda participar y tener éxito.

LG: De todas formas en el libro explicamos que la manera en la que está evolucionando la educación va parejo con la sociedad y la economía, en las que la competición cada vez es mayor y que hace que haya una parte de la población que va a hacer todo lo posible por salirse o que incluso va a invertir mucho dinero para ganarla, y si hace falta, pues va a ampliar las redes privadas o invertir en clases particulares en India y China o invertir en preparación exámenes acceso a las mejores universidades del mundo porque hay una serie de habilidades que están muy premiadas en el mercado de trabajo global. No podemos disociar las dos cosas: la globalización que ha permitido universalizar la educación está creando nuevos problemas y esto es culpa del capitalismo, que es parte del problema, pero también parte de la solución.

Cuando desde la izquierda populista se dice "la meritocracia son los padres" estamos tirando el bebé con el agua sucia del baño"

P: Justamente este proceso de privatización de la enseñanza es una de las causas de la caída de legitimidad de la meritocracia, que según dicen en su libro está poniendo de relieve la izquierda. ¿Hay alguna alternativa o la alternativa pasa por encontrar fórmulas que pongan de nuevo la cultura del esfuerzo en el centro?

JMM: Esto le llamamos la ansiedad de estatus. Es cierto que hay un proceso de privatización fortísimo en todo el sistema educativo, pero sobre todo en el superior y la competición es a degüello para entrar en esos sitios exclusivos que luego te dan acceso a otros sitios igual exclusivos en el mercado en el mercado laboral, pero claro hace una o dos generaciones no podías ni jugar. Cuando desde la izquierda populista se dice "la meritocracia son los padres" estamos tirando el bebé con el agua sucia del baño. De acuerdo, tus padres definen con muchísimo peso cuáles van a ser tus oportunidades: tenemos un capítulo que se llama El secreto del éxito que es empezar desde arriba, no se nos oculta que los dados están trucados. Pero si la meritocracia no existe, ¿qué alternativas tenemos? Y las que existen son peores, igual que las alternativas que existen a la democracia son peores. Entonces, asumiendo la crisis de la meritocracia, buscar una lotería o una cuota para cada una de las minorías, con la enorme fragmentación de minorías que existe nos coloca en una situación imposible, lo que tenemos que hacer es reformar la meritocracia, que es un régimen, como la democracia.

LG: Es que al final este es un laberinto en el que se sabe cómo se entra pero no cómo se sale y en una democracia liberal empezar a tratar a la gente a partir de grupos en lugar de dar oportunidades al individuo como una persona que tiene voluntad y se esfuerza, eso se convierte en una gran puerta a un sistema corrupto con reglas que tú cambias, pero que luego yo cambio y luego iba al cero y que de alguna manera cambian por completo los incentivos. En el libro damos algunos ejemplos muy sonoros, de países pero también de lo que pasó en la historia de los celíacos en la ciudad de Madrid cuando se consideró la serie aquí a un punto de discriminatoria positivo para acceder a centros y que pensamos que es un sistema aparte de ineficiente, probablemente más injusto que el actual. Lo que ocurre es que cuando una parte de la izquierda empieza a coquetear con un sistema corruptible, la derecha se apropia de la bandera de la meritocracia, que no me gustaba entonces, pero ahora ocupo el espacio. Si el sistema está fallando hay que reformarlo para que ofrezca más oportunidades e inclusión, hacerlo más transparente, pero no abandonarlo.

P: En Educación universal mencionan que las élites (del mundo) están apostando de forma casi unánime por el aprendizaje por competencias. ¿Por qué genera tanta resistencia en España? Hace unas semanas decía en este periódico Gregorio Luri que se le está perdiendo el respeto al conocimiento. ¿Es esto cierto?

JMM: El libro no termina de entrar en ese debate, entre otras cuestiones, porque no nos parece relevante para la situación actual de la educación. El problema en España es que lo pedagógico hace 20 o 25 años se politizó o se ideologizó. Y entonces cuestiones que hasta entonces eran técnicas y que siguen siendo de carácter técnico en otros países, en España se politizó. Y a pesar de que este asunto de las competencias lo han venido manejando alternativamente los distintos gobiernos en los últimos 25 años y viene de los organismos internacionales, como suele ocurrir en España, tanto a izquierda como a derecha se le han puesto la diana y disparan a dar contra esa cuestión. En fin, es es un tema tan de cajón que no debería requerir de cuestión mayor. En España, en los años 80 se puso de moda la antipsiquiatría, pues igual que esto, en España llevamos 20 ó 25 años con una antipedagogía militante. Es un debate superficial y maniqueo.

En España llevamos 20 ó 25 años con una antipedagogía militante. Es un debate superficial y maniqueo"

P: Otro aspecto presente en Educación universal tiene que ver con la importancia de la generalización de la educación infantil, de la etapa 0-6 años. ¿Veremos un futuro con esa etapa incorporada a la educación obligatoria, es algo a lo que aspirar? ¿Por qué?

JMM: Es curioso que los dos sectores educativos que ahora mismo sabemos con datos encima de la mesa que más contribuyen a la agenda de la igualdad son precisamente dos sectores que no son obligatorios, que son, por una parte, la etapa de la educación infantil y por otro, la de las edades 16 a 18 años, sobre todo en las modalidades de Formación Profesional. Y, en concreto, el de la educación infantil y preescolar, lo que sabemos es que si hay algo en lo que un gobierno puede gastarse un euro con el mayor retorno posible a esa inversión es en escuela infantil.

LG: Es un tema que yo creo que caerá por su propio pie y que igual que estamos hablando mucho más de la calidad de la educación y de la crisis de aprendizaje en la educación básica, lo acabaremos haciendo también de la educación infantil. Es verdad que la segunda etapa de la educación infantil se ha desarrollado obedeciendo más a una razón pedagógica pero la primera etapa suele responder más al cuidado y la custodia. En muchos lugares del mundo la educación infantil gratuita empieza a los cuatro o a los 5 años si es que la hay y aquí, aunque no es obligatoria, la gratuidad y la universalidad de la educación a partir de los tres años sigue un crecimiento imparable y están alcanzando los dos años y pronto tendremos a todos los niños de año y medio o año y ocho meses en instituciones educativas. Yo creo que eso llegará. Luego tendremos que hablar de la calidad de educación infantil, pero desde luego tiene un peso y una importancia que quizás no todo el mundo le da, quizás porque sus profesionales son los últimos en la escala salarial y de estatus.

P: ¿Cuáles son los retos urgentes en relación a la universalización de la educación?

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LG: Aunque este no es un libro de soluciones ni muy dirigista, hay un tema fundamental que es el capital docente. Es imprescindible proteger a la profesión y convertirla en una profesión de prestigio, porque está muy desprestigiada en muchos lugares, no sólo en España. La docencia está asediada por diversas batallas que no le corresponden: la batalla curricular, que quiere entrar en el aula, el papel de las familias, con cuestiones como el control, esto el pin parental, por un lado, pero por otro, la desconfianza por la dimensión competitiva que hablábamos antes. Los docentes están muy desprotegidos y es necesario elevar tanto la exigencia que damos a la profesión como el reconocimiento que probablemente no le estamos dando. Yo creo que ese equilibrio en torno a la figura del docente es un tema central para lo que viene y que además no se está abordando en muchos lugares. Y España es uno de ellos, en España no se está abordando esta cuestión, porque es un melón muy complicado de abrir políticamente, pero que desde luego lo estamos pagando y vamos a pagar a futuro.

'Educación universal. Por qué el proyecto más exitoso de la historia genera malestar y nuevas desigualdades'

Juan Manuel Moreno, Lucas Gortázar

Editorial: Debate

280 páginas | 19,85 euros

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