Opinión | INTERNACIONAL

Propaganda de guerra

Según un conocido analista estadounidense, el ex inspector de armamento de la ONU Scott Ritter, lejos de ser un fracaso, como sostienen EEUU e Israel, el ataque iraní, que, según Teherán, es sólo un aviso

Benjamin Netanyahu. / NACIONES UNIDAS

Nada más empezar el debate por televisión entre los dos aspirantes a la vicepresidencia de EEUU, una de las dos moderadoras se refirió al ataque iraní contra Israel que acababa de producirse para afirmar tajante que había fracasado.

La periodista se limitaba a reproducir la propaganda de los dos gobiernos aliados, el israelí y el estadounidense, sin ponerla mínimamente en cuestión como era su obligación de periodista. Pero ¿qué más da, si allí están más que acostumbrados a eso?

Según Washington y Tel Aviv, en el ataque sólo había habido un muerto palestino y los daños materiales eran mínimos porque la Cúpula de Hierro israelí y las defensas antiaéreas de EEUU habían interceptado la inmensa mayoría de los cerca de doscientos misiles lanzados desde Irán.

Sin embargo, lo que uno pudo ver en las pantallas contradecía esa versión: algunos de los misiles balísticos parecieron esquivar a los interceptores y caer a tierra. Incluso se escuchó en medio del sonido continuo de las alarmas antiaéreas el estruendo producido por los impactos.

Irán mientras tanto se ufanaba de que un 90 por ciento de los misiles hubieran alcanzado sus objetivos militares que no civiles, entre ellos la sede del Mossad, agencia de inteligencia israelí, y dos aeródromos.

Esto último al menos parece ser cierto a juzgar por algunos videos que circularon por internet y que mostraban los destrozos ocasionados en los impactos.

Según un conocido analista estadounidense, el ex inspector de armamento de la ONU Scott Ritter, Irán se preocupó de que en su trayectoria, los misiles balísticos fuesen perfectamente observables para la inteligencia norteamericana, que pudo así alertar inmediatamente a los israelíes.

El personal militar israelí tuvo tiempo suficiente para refugiarse en sus búnkeres y, en el caso de los aeródromos, para conseguir que despegasen inmediatamente los cazas allí estacionados y evitar así su destrucción.

Para Ritter, lejos de ser un fracaso, como sostienen EEUU e Israel, el ataque iraní, que, según Teherán, es sólo un aviso – habrá otros más masivos en caso de respuesta de Israel- demostró la vulnerabilidad del Estado sionista, incapaz de interceptar la mayoría de los misiles incluso con ayuda de EEUU.

Según el analista norteamericano, si los dos gobiernos aliados intentaron minimizar el impacto del ataque iraní es para darles tiempo a estudiar la respuesta más adecuada, que no hay duda que se producirá.

El problema, argumenta Ritter, es que el Gobierno de Joe Biden difícilmente puede permitirse en este momento una guerra generalizada en Oriente Próximo como la que lleva tiempo deseando el primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu.

Los analistas hablan de “tormenta perfecta” a la que se enfrenta Washington: crisis económica, revés militar en Ucrania, huelga de estibadores, un huracán que ha dejado ya más de un centenar de muertos en Carolina del Norte y unas elecciones que pueden dar la victoria al republicano Donald Trump.

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Nada de eso parece importar, sin embargo, al primer ministro israelí, obsesionado como está a dar a los ayatolas de Irán una lección que nunca olviden. Y para desgracia de todos, el Gobierno de Washington nunca se ha mostrado tan débil e incapaz de controlar a su aliado.