Opinión | DESPERFECTOS

Oportunidades del 'posprocés'

Los sectores de la lengua y la cultura están expectantes: ¿acabará el nuevo Govern con el intervencionismo iniciado en la era pujolista?

El 'conseller' de Polítiques Lingüístiques, Francesc Xavier Vila, con el president de la Generalitat, Salvador Illa. / ZOWY VOETEN

Con el intervencionismo pujolista la imaginación cultural perdió desenvoltura, del mismo modo que el dirigismo lingüístico -el dogma pedagógico de la inmersión- conlleva una frustración expresiva y en derechos. Más allá del gran barullo de la financiación autonómica, lengua y cultura están a la expectativa después de los primeros compases de la inauguración de Salvador Illa. Por ahora la música puede sonar bien aunque hace falta saber qué letra la acompaña. Queda por ver si se mantienen la doctrina lingüística y el constructivismo cultural que quiso estipular la creatividad de los individuos. Ambas ortopedias han fracasado. 

Para Milan Kundera, el ideal de Europa es la máxima diversidad en el mínimo espacio. Como organismos vivos, las lenguas amoldan esa experiencia, comunican, formulan el conocimiento y, en grado sumo, se transforman en literatura. Es lo que viene sucediendo en Cataluña desde hace 500 años, en catalán y en castellano. Antes y ahora se trata de que ambas lenguas coexistan en sus modos de aprendizaje y arraigo. Que compartan la constatación del lenguaje como tecnología y como expresión de una conciencia que toma cuerpo y es literatura. Por el contrario, la ideología del hecho diferencial genera de por sí más diferencia, del mismo modo que la burocracia engendra burocracia. 

Por ejemplo: el andamiaje pujolista, incluso más mediocre en los años del procés, contrasta espectacularmente con el triunfo de Albert Serra con Pacifiction, el estallido pop de Rosalía o con los jóvenes escritores que sueñan con escribir, en catalán o castellano, la gran novela de Barcelona. A la inversa, la ingeniería cultural del pujolismo ha fracasado porque quería más escritores patrióticos, más rock catalán, más TV3, más teatro nacional, sin preocuparse de la excelencia. Ha sido la imposición de la cantidad frente a la calidad. Volvamos a la venturosa amalgama del chip y las tradiciones reales.

Solución compleja

Querer solucionar lo que es un problema inventado conlleva una complejidad infructuosa. Eso ocurre con la versión identitaria del modelo territorial y la realidad lingüística en Cataluña. Puede generar fricciones y pérdida de cohesión general. Eso significa más energía extraviada, menos horizonte común. Quizás sea hora para las oportunidades y no para los condicionamientos, sean soft o hard

En el caso de Cataluña, el voluntarismo identitario -a veces mimetizado por el PSC- fue urdiendo todo un aparato simbólico del nacionalismo, con el eje central de la lengua autóctona que es considerada la única "propia". La práctica del uniformismo casi siempre parte de un prejuicio. De hecho, hay una notable riqueza en el pleno dominio de la dualidad lingüística a fin de que la respuesta a algunos interrogantes la tenga más bien la historia literaria de un pueblo, en diversas lenguas, y no la historia de una literatura en una sola lengua. 

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El bilingüismo es una vitalidad cotidiana y la tesis monolingüe ha demostrado ser una ortopedia inservible. Ahora con toda la gradualidad que la prudencia requiera, el gobierno de Salvador Illa puede desmontar una buena parte del andamiaje y abrir más ventanas para que la cultura de Cataluña tome nuevo aliento.

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