Opinión | CONFLICTO INTERNACIONAL

Empieza otra guerra

La muerte de Nasrallah puede suponer un movimiento sísmico en la zona, que aumenta el peligro de una confrontación directa entre Israel y el Líbano

Israel vuelve a atacar el sur de Beirut tras confirmarse la muerte de Nasrala

¿Qué va a pasar en Oriente Medio? El temor recorre todos los centros de decisión en la región y en el mundo. Las milicias chiitas de Hezbollah van a responder a la muerte de Hassan Nasrallah. El triunfo de los servicios secretos israelís del Mosad al identificar el escondite del líder supremo en el sur de Beirut y acabar con su vida es una declaración formal de guerra sin límites. Una guerra que puede incendiar toda la región

Hezbollah no es una milicia cualquiera. De hecho, no es solo un grupo militarizado, sino que controla el Parlamento, la política y la sociedad. El Líbano no tiene un gobierno funcional, hasta hoy estaba dirigido en la sombra -nunca mejor dicho, ya que vivía en pasadizos subterráneos- por Hassan Nazrallah. Inflexible y cruel, a diferencia de otros mandatarios más radicales, Nasrallah estaba lejos de ser percibido como un líder suicida.

Desde la entrada de las tropas de Israel en Gaza como respuesta a la incursión y ataque de Hamás el pasado 7 de octubre, hace ahora casi un año, mandó enviar cohetes al otro lado de la frontera del Líbano, en el norte de Israel, con el fin de poner presión para forzar el cese de la ocupación de la franja. Eran ataques limitados y medidos, que desplazaron a miles de personas, pero con apenas víctimas, algo parecido a lo que desde el otro lado enviaba el ejército de Israel. A Hezbollah no le interesaba una guerra abierta y hasta hace una semana parecía que a Israel tampoco. Ahora con el Líbano al borde del caos y Beirut amenazado, la muerte de Nasrallah cambia todo

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¿Qué puede pasar? El conflicto se extiende. Hezbollah es una milicia, creada, financiada y dirigida por Irán. La muerte de su líder puede suponer un movimiento sísmico en la zona, al aumentar el peligro de una confrontación directa entre los dos países. Sin una cabeza visible y legitima, el conflicto queda ahora en manos de quienes defienden la línea más dura a uno y otro lado. Es otra guerra, probablemente sin límites y sin poder dar respuesta a la catástrofe humanitaria que anuncia.

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