Opinión | MACONDO EN EL RETROVISOR

La semana del pez chico

Kamala Harris venció por puro sentido común al desencajado gigante Donald Trump; y el vilipendiado David Broncano desbancó por derecho al hasta hace poco rey indiscutible del access prime time español, Pablo Motos

Los puntos fuertes de Kamala Harris en el debate con Donald Trump / AFP

Pasa pocas veces, pero cuando sucede se convierte en noticia. Precisamente por ser excepción y no regla. El pez chico se come al grande, o si nos ponemos bíblicos: David derrota a Goliat. Y en esa gesta de hacerle un corte de mangas a lo incontestable, se vuelve a reescribir la historia y se cuela por una rendija hasta entonces ignorada el sí se puede. Un mensaje nada deleznable en estos tiempos de vuelta al cole, en el que muchos padres se encuentran en la tesitura de preparar a sus hijos para enfrentarse al abusón de turno.

La semana pasada presenciamos dos contundentes ejemplos de este fenómeno, uno internacional, y otro patrio. Kamala Harris venció por puro sentido común al desencajado gigante Donald Trump; y el vilipendiado David Broncano desbancó por derecho al hasta hace poco rey indiscutible del access prime time español, Pablo Motos.

Ambos casos, como todo en esta vida, son discutibles y subjetivos. Sin embargo, con las evidencias, los datos y las variables en la mano, sirven para demostrar que la denostación, el menosprecio y el ninguneo, no siempre son suficientes para sofocar la chispa de una nueva energía emergente; o para maquillar lo contrario, el desgaste y deterioro de una ‘fuerza de la naturaleza’, que ya no es o que nunca fue.

El martes por la noche, nada más empezar el debate presidencial norteamericano, Kamala Harris resumió en un gesto lo que iba a ser la dinámica de los 90 minutos posteriores. Se dirigió a su contrincante y se presentó, ya que era la primera vez que se conocían en persona, y así se produjo el primer apretón de manos en ocho años entre dos aspirantes a la Casa Blanca. "Tengamos un buen debate", dijo ella. "Me alegro de verte. Diviértete", le respondió él, displicente.

Era evidente que el expresidente republicano subestimaba totalmente a su oponente. Y a medida que avanzaban el tiempo, quedaba claro que su hoja de ruta estaba basada simplemente en ataques personales y en bulos, más que en la defensa o la exposición de un programa serio.

Sandeces, como que los inmigrantes se comían a las mascotas o que los defensores del aborto ejecutaban a los recién nacidos, que los moderadores del evento desmintieron en directo, arrinconaron al ex mandatario, que lejos de corregir o enmendar sus errores negó la mayor.

Una actitud delirante que seguramente explique que al día siguiente asegurase que había ganado. Aunque algo ha tenido que calar de su dantesca actuación, cuando han anunciado que no volverá a haber más debates antes de que se celebren las elecciones, el próximo 5 de noviembre.

Lo de ‘El hormiguero’ y ‘La revuelta’ ha sido menos obvio. Después de los resultados de la primera semana han tirado por la calle de en medio y tirado de eufemismos, en vez de rebatir la evidencia. Porque el espacio que presenta David Broncano en la pública no sólo no ‘pincho’, como todos esperaban, llegó incluso a superar en audiencia al de Motos, líder en esta franja horaria en los últimos 10 años.

Pero, al parecer, ya no existe ‘competencia’ entre los dos programas de Antena 3 y Televisión Española, porque "tienen públicos diferentes". Y aunque los analistas hablan de "revolución", porque el joven presentador jienense ha conseguido la vuelta al consumo de televisión tradicional de unos espectadores que habían optado por otros canales, los defensores de El Hormiguero insisten en que esa audiencia no les hace falta, porque los ‘suyos’ les siguen siendo leales.

Ya se sabe que en este país nuestro somos muy de ‘bandos’ y por eso no parece que vayan a tomar nota de que haya a quien no le parezca de recibo que en su vuelta a la parrilla, presenten como personaje estrella a Victoria Federica, una niña pija sin oficio ni beneficio, que si no fuera hija y nieta de quien es, sería una ‘nini’. O que consideren al conductor del espacio un baboso y un misógino, porque ellos no son su ‘público objetivo’.

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De manera que como Trump optan por actuar como si nada hubiera pasado. Cuando lo cierto es que en ambos casos ha quedado patente que no son ni mucho menos intocables ni infalibles, aunque se nieguen a reconocerlo. Y es esa arrogancia su peor talón de Aquiles. Por eso desestiman el poder del pez chico, mucho más en contacto con la realidad, cuyo éxito se basa precisamente en aprovechar su menosprecio para pasar desapercibidos, hasta que llega su momento, y brillan con luz propia.

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