Vuelta al cole

Un año más, la educación pública se pone en marcha como sistema universal que busca garantizar la igualdad de oportunidades para todos los niños y niñas. Un sistema educativo que han sufrido numerosos cambios a lo largo de los años, diferentes modelos que nunca han estado libres de críticas. En concreto, en España se han aprobado ocho leyes educativas desde la de la LOECE de 1980 (la primera de la actual democracia). La última, la Lomloe (Ley Orgánica de Modificación de Ley Orgánica de Educación), más conocida como Ley Celaá por el apellido de la ministra que la elaboró e impulso en el año 2020. Cuatro de estas leyes han sido aprobadas con Gobiernos socialistas; dos, con gobiernos del PP; una, con gobierno de UCD y la última con el primer gobierno de coalición PSOE-Podemos. Una volatilidad fundamentada en el hecho de que ninguna de estas leyes ha concitado el consenso de los dos principales partidos, algo que, según la mayoría de los expertos, repercute negativamente en la calidad de la enseñanza.

En todo caso, el comienzo del curso escolar es un buen momento para conocer la opinión de los españoles sobre nuestro sistema educativo. Para ello, aporto algunos datos del último Monitor de la Educación realizado por Ipsos en 30 países, entre ellos el nuestro. De esta radiografía demoscópica destaco, por cuestiones de espacio, solo tres aspectos.

El primero de ellos: prevalecen las opiniones negativas sobre las positivas en lo referido a la calidad de nuestro sistema educativo. Solo el 31% de los españoles la califica como buena frente al 38% que la considera mala y un 29% como regular. No son buenas cifras, sin duda, pero, con todo, España se encuentra entre los cinco países europeos con una opinión más positiva sobre la educación pública de su país, por detrás de Irlanda (64%), Gran Bretaña (44%), Países Bajos (41%), y Suecia (40%).

En el caso de nuestro país, esta evaluación hay que enmarcarla dentro de un generalizado sentimiento nostálgico que parece acompañar a los españoles (sobre todo a los más mayores) cuando hablamos de educación. Y es que la mayoría de los ciudadanos (53%) cree que la calidad del sistema educativo actual es peor que la de su época escolar. Son percepciones, por supuesto, porque según los profesores Rogero y Turienzo, que acaban de publicar el libro Educafakes (Ed. Capitán Swing) en el que revisan críticamente y con datos algunas afirmaciones que suelen hacerse sobre la educación española, la escuela en España nunca ha estado mejor que ahora. Pero las percepciones son importantes porque influyen en nuestras opiniones y en nuestros comportamientos.

No obstante, esta evaluación de conjunto varía según las circunstancias personales de cada ciudadano. Por ejemplo, los padres con hijos son más proclives a tener una opinión positiva sobre el sistema educativo: el 36% piensa que la calidad del sistema educativo en España es buena, 10 puntos más que quienes no tienen hijos en edad escolar. Y el voto también es diferencial en este tema: los votantes de los partidos de la derecha evalúan peor el sistema educativo español que los votantes de partidos de la izquierda. Especialmente críticos se muestran los votantes de Vox: el 62% lo califica negativamente. De hecho, las diferencias etarias, electorales y filiales se encuentran a lo largo de toda la encuesta: los mayores, quienes no tienen hijos en edad escolar y los votantes de partidos de la derecha son, en general, más críticos y tienen opiniones más negativas que el resto de los ciudadanos.

Un segundo dato tiene que ver con la violencia en las aulas. El 53% de los españoles cree que los centros educativos no son espacios libres de violencia o acoso. Un porcentaje en línea con los que arroja un reciente estudio llevado a cabo entre 9.300 estudiantes de entre 11 y 14 años y 454 docentes de Madrid, Comunidad Valenciana, Castilla y León, Castilla-La Mancha y Baleares: el 9,4% de los estudiantes asegura que él o algún compañero lo está sufriendo, y casi la mitad reconoce que no hace nada ante casos de bullying. No obstante, y como apunte positivo, la mayoría de los españoles (60%) considera que en los centros educativos son lugares donde se fomenta y acoge la diversidad y las diferencias entre alumnos.

El tercer y último dato que destaco tiene que ver con la drástica bajada en el apoyo a la tecnología en los centros educativos. Mientras que, en 2023, un 43% de la población española creía que el impacto de la tecnología en la educación era más positivo que negativo, este año, ese porcentaje baja hasta el 28%. De hecho, son ahora algunos más quienes creen que su impacto es más negativo que positivo: 31%, 11 once puntos más que el año pasado. La misma tendencia, incluso más radicalizada, se registra en cuanto a la prohibición del uso de la IA (incluido Chat GPT) en las escuelas, y es que mientras en 2023 un 40% de españoles estaba en contra de prohibir su uso, en esta última edición del estudio, es el 39% el que está a favor de hacerlo.

En relación con el uso de las tecnologías hay otros dos asuntos interesantes. En lo que respecta al uso de los smartphones, otro de los grandes caballos de batalla dentro del sistema educativo, la mayoría de la población española (63%) apoya su prohibición dentro de las aulas. En este aspecto no hay diferencias entre quienes tienen hijos en edad escolar o no los tienen: en ambos casos, seis de cada diez están de acuerdo con esta medida que ya fue aprobada el pasado enero por el Consejo Escolar de Estado.

Y por último, un dato que concita el acuerdo mayoritario de la población con independencia de la edad, del voto o de si se tiene hijos o no (una rara avis en estos tiempos de polarización): casi tres de cada cuatro españoles están de acuerdo con que los menores de 14 años no deberían tener acceso a las redes sociales, ni dentro ni fuera de la escuela.

Como sucede siempre que se inicia cualquier curso, ahora es el momento de marcarnos los objetivos que aspiramos a conseguir. Y la mejora de la calidad educativa debería ser uno de ellos. En palabras de Durkheim, "la educación es el medio a través del cual la sociedad renueva perpetuamente las condiciones de su propia existencia". Nuestro futuro, por tanto, depende de ella.