Opinión | ÁGORA

"Ja sóc aquí!"

Ayer, el expresidente Puigdemont anunció a través de la red social X que había emprendido el camino de vuelta desde Bruselas hasta Cataluña para asistir al debate de investidura

El expresident de la Generalitat, Carles Puigdemont. / David Borrat | EFE

Hoy, jueves 8 de agosto, Cataluña puede dar un importante giro político con la posible elección de un nuevo president de la Generalitat. Este evento no solo marca un punto crucial en la política catalana, sino que también refleja las dinámicas complejas de poder y apoyo político que se han observado en los últimos años en Cataluña y en el conjunto de España. Tras tres meses de incertidumbre desde las elecciones autonómicas, Josep Rull, presidente del Parlament de Cataluña, ha propuesto este día para la sesión de investidura del nuevo president después de consultar a los partidos sobre sus apoyos. Salvador Illa se perfila como el principal candidato para liderar la Generalitat después de que las bases de ERC avalaran el pasado viernes el pacto con el PSC con el 53% de los votos a favor. Este posible liderazgo de Illa no solo es un reflejo de las estrategias políticas, sino también de la voluntad popular y las aspiraciones colectivas que parecen prevalecer hoy por hoy en Cataluña y que, en gran medida, se vieron reflejadas en el resultado electoral del pasado 12 de mayo cuando los socialistas lograron, por primera vez desde que se celebran elecciones autonómicas, ser la primera fuerza política en número de votos y escaños en el conjunto de Cataluña.

Ya en las encuestas previas a los comicios se apreciaba la pulsión de cambio presente en la sociedad catalana. Ahora, transcurrido este tiempo, esta dinámica parece seguir presente a tenor de algunos datos que arroja el último Barómetro de Opinión Política publicados por el Centre d´Estudis de Opinió (CEO). Un sondeo cuyo trabajo de campo se desarrolló entre el 10 de junio y el 8 de julio, es decir, entre uno y dos meses después de las elecciones y una vez que el Congreso de los Diputados ya había aprobado la ley de amnistía.

Lo primero que destaca del sondeo es que la insatisfacción con la política es el principal y más importante problema (27%), superando incluso (o por eso mismo) a temas cruciales como el acceso a la vivienda (20%) y la inmigración (19%). De hecho, tres de cada cuatro catalanes (75%) consideran que la situación política actual es mala y el 70% se declara insatisfecho con cómo funciona la democracia hoy por hoy. Además, la percepción prevaleciente entre la ciudadanía de que la situación económica actual de Cataluña es no solo mala, sino peor de lo que lo era hace un año, sin duda influye en este clima de crítica a la política.

En este sentido, el próximo president y el próximo gobierno de la Generalitat deben tener muy claro qué esperan de ellos los ciudadanos, cuáles son los temas que de manera prioritaria deben afrontar desde el minuto uno de su mandato, porque sin duda esto ayudará a mejorar el clima político actual. Y estos son, por orden de preferencia, reducir la pobreza y la desigualdad (43%), impulsar el crecimiento económico (22%), mantener el orden y la seguridad pública (14%), luchar contra el cambio climático y la sequía (10%) y en quinto lugar, las relaciones entre Cataluña y el resto de España (9%). Son preocupaciones que claramente se sitúan más en el terreno socioeconómico que en el identitario que ha capitalizado la agenda en los últimos años.

En todas estas cuestiones, prevalecen los catalanes que ven más capacitado al PSC que al resto de actores políticos para poder resolverlos, esto es, para impulsar el crecimiento económico, para reducir la pobreza y las desigualdades sociales, para tratar las relaciones entre Cataluña y el resto de España y para mantener el orden y la seguridad pública. No hay que perder de vista, en todo caso, que la opción más mencionada es que "ninguno" de los partidos está capacitado para resolver con solvencia ninguno de estos temas, un dato que por sí solo expresa el desencanto actual con la política catalana y con sus líderes. No obstante, este sentimiento prevaleciente también abre una ventana de oportunidad para un cambio significativo en la dirección política. Y en este contexto de aparente respaldo a las competencias del PSC, Salvador Illa aparece como el mejor posicionado para llevarlas a cabo por ser el líder político catalán mejor evaluado: 5.2 de media en una escala 0-10, frente al 4.8 de Pere Aragonès y el 3.9 de Carles Puigdemont.

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Ahora bien, todavía queda por saber qué pasará hoy. Ayer, el expresidente Puigdemont anunció a través de la red social X que había emprendido el camino de vuelta desde Bruselas hasta Cataluña para asistir al debate de investidura, lo que le expone, entre otras cosas, a ser detenido en cualquier momento desde que pise nuestro país. Su particular "ja sóc aquí!" que, en su caso, busca dificultar, retrasar o incluso evitar la proclamación de Illa, con una repetición electoral como objetivo final. Un destino tan improbable como indeseado por la mayoría de la sociedad catalana, pero tan necesario para alguien que afirmó que se retiraría de la política activa si no lograba nuevamente la presidencia de la Generalitat.

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