Opinión | EN CLAVE EUROPEA

Alemania, paradigma de la crisis europea

La economía alemana atraviesa una profunda crisis con cuatro trimestres seguidos con un producto interior bruto (PIB) anual inferior al mismo trimestre del año anterior y con 209.000 desempleados más en julio que un año antes

El canciller alemán, Olaf Scholz, durante la visita que ha realizado este lunes a Solingen. / HENNING KAISER / AP

La debacle electoral de los partidos de la coalición gubernamental alemana socialdemócrata-verde-liberal en los comicios del 1 de septiembre en los estados de Turingia y Sajonia en el este y el significativo avance de la ultraderecha y de la izquierda radical reflejan el elevado nivel de descontento social.

La focalización de políticos y medios de comunicación en la cuestión de la inmigración sirve para ocultar las raíces reales de ese descontento: aumento de la desigualdad, pérdida de poder adquisitivo, deterioro de los servicios públicos, coste de la vivienda, declive económico e industrial y retorno a la política de austeridad, cuando Alemania y los demás países de la Unión Europea (UE) necesitan más que nunca una decidida política industrial, tecnológica, de defensa y de inversión pública para no quedarse aún más rezagados de Estados Unidos y China.

Alemania es un paradigma de la crisis socioeconómica y política en que se está hundiendo la UE, debido a la inercia y pasividad de muchos dirigentes europeos que, como señaló en abril el salvador del euro y expresidente del Banco Central Europeo (BCE) Mario Draghi, siguen viviendo con las normas y la mentalidad del “mundo del ayer”.

En Turingia, los tres partidos de la colación gubernamental alemana solo consiguieron sumar en total el 10% de los votos. Los socialdemócratas del canciller Olaf Scholz quedaron en quinta posición con el 6,1% de los votos y los Verdes y liberales no lograron ningún diputado en el Parlamento del länder. Pese a una participación muy elevada del 73,6%, la ultraderechista Alternativa por Alemania (AfD) ganó las elecciones con el 32,8% de los votos. Los dos partidos de izquierda radical ––la nueva coalición Alianza Sahra Wagenknecht (BSW) y La Izquierda (Die Linke)–– sumaron el 28,9%, mientras que los conservadores de la CDU obtuvieron el 23,6%.

En Sajonia, ganó por poco la CDU con el 31,9%, seguida de la ultra AfD con el 30,6%. El tercer puesto, como en Turingia, fue para la nueva alianza de izquierda BSW con el 11,8%. Las dos fuerzas de izquierda radical sumaron el 16,3% de los votos, muy por encima de los votos recolectados globalmente por los tres partidos de la coalición gubernamental (13,3%). A nivel global de Alemania, los sondeos colocan a AfD como segunda fuerza del país con el 18% de los votos, por delante del 15% de los socialdemócratas (SPD). En las elecciones europeas de junio, AfD ya fue la segunda fuerza más votada (15,9%), superando al SPD (13,90%). 

Alemania es el tercer país de la UE con el reparto más desigual de la riqueza después de Suecia y la República Checa, según los datos del Global Wealth Databook 2023 de la Unión de Bancos Suizos (UBS). El 10% de los hogares más ricos de Alemania concentran el 63% de la riqueza total del país. Las subidas salariales en Alemania no han compensado la pérdida de poder adquisitivo por el disparo de la inflación en 2022-2023 y la desigualdad salarial se está agravando dentro del país, según el informe Benchmarking Working Europe 2024 del Instituto Sindical Europeo (ETUI).

A las críticas por las graves deficiencias en sanidad y educación, se han sumado la congestión, deterioro y mal funcionamiento de la red ferroviaria por la falta de inversiones causada por la política de austeridad de la canciller Angela Merkel. Además, en los estados de Alemania oriental se suma el malestar ciudadano por estimar que son tratados, ellos y sus territorios, como ciudadanos de segunda 34 años después de la reunificación.

La economía alemana atraviesa una profunda crisis con cuatro trimestres seguidos con un producto interior bruto (PIB) anual inferior al mismo trimestre del año anterior y con 209.000 desempleados más en julio que un año antes, según Eurostat. La producción industrial es un 4,1% inferior a hace un año, la actividad de la construcción ha caído otro 4,4% anual y la confianza inversora está en el nivel más bajo de los últimos ocho años. El grupo Volkswagen se plantea cerrar dos fábricas en Alemania y el gigante químico BASF traslada producción fuera del país, al igual que Infineon, el mayor fabricante alemán de semiconductores.

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En este contexto, los ajustes presupuestarios y los recortes de inversión, impuestos por el ministro de Finanzas, el liberal Christian Lindner, parecen la receta para un desastre socioeconómico y político, con la particularidad de que es el socio menor de la coalición gubernamental y su partido FDP sólo tiene el apoyo del 5% de los votantes, según los sondeos.

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