Opinión | EL ÁNGULO

Sánchez rompe el reloj

A pesar de su fragilidad parlamentaria, Sánchez sigue fiel a sí mismo y busca desde todas las aristas cómo mantener la iniciativa

Pedro Sánchez sale del hemiciclo del Congreso de los Diputados, el pasado 26 de junio. / JOSÉ LUIS ROCA

Si algo ha definido el verano ha sido el silencio desde Moncloa. Hermetismo en las negociaciones con ERC para gobernar la Generalitat, indefinición sobre el concierto económico y hasta los últimos días de agosto, con la gira africana del presidente del Gobierno, no escuchamos por primera vez una respuesta a las propuestas de deportación masiva, al intento de manipulación de la autoría del asesinato de un niño, a la vinculación de inmigración y delincuencia.

Sánchez salió de manera confusa de este asunto lleno de pólvora electoral, alabando las bondades de la migración ordenada pero deslizando conceptos como terrorismo o infierno que nunca son inocuos. Feijóo ha decidido agarrarse a la inmigración porque lleva notando el malestar en la calle desde su campaña electoral en Cataluña, a veces no hay que tomar el todo por las partes porque distorsiona la perspectiva. Interpretar a la España silenciosa como diría su predecesor, Mariano Rajoy, es la clave de las victorias.

Mientras se sucedían las especulaciones sobre la prórroga de los Presupuestos Generales del Estado, las fechas otoñales de los congresos de dos partidos determinantes para la gobernabilidad en esta legislatura, Junts en octubre y ERC sin determinar, Sánchez volvía a marcar los tiempos al adelantar el Congreso Federal del PSOE para noviembre.

Esta decisión aclara bastantes cosas, la principal, que no va a haber convocatoria electoral de generales este año, ni un desgaste intentando la aprobación de presupuestos, y que entre el esfuerzo de negociar con Junts, Podemos y el propio Ábalos ha decidido hacerlo con seis federaciones del partido donde va a haber relevo en la dirección, Andalucía, Aragón, Madrid, Asturias, Madrid, Castilla- León y La Rioja. Rearmar el partido periféricamente para hacer frente al poder del Partido Popular es una clara definición de intenciones.

A pesar de su fragilidad parlamentaria, Sánchez sigue fiel a sí mismo y busca desde todas las aristas cómo mantener la iniciativa. Lo hizo con las elecciones anticipadas del julio pasado, con su propia investidura a un alto coste nacional, con la de Salvador Illa al que ha unido su destino político y ahora, al comienzo de curso, congreso del partido.

No va a haber espera agónica para el PP de una cita electoral, los plazos se han clarificado antes de que terminara el verano, e igual le sirve para celebrar a su vez un congreso ordinario del partido que no ha tenido lugar desde 2018 con la salida de la presidencia de Rajoy.

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Mientras pensábamos que el futuro inmediato estaba en lo institucional va a ser lo orgánico lo que marque el comienzo del curso, la vida sigue dando sorpresas.

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