Opinión | INTERNACIONAL
'OTAN locuta, causa finita'
Washington y Berlín han decidido instalar en Alemania misiles estadounidenses capaces de alcanzar Moscú en pocos minutos
Ilustración: Guerra Fría / Pablo García
En lo que recuerda a quienes lo vivimos entonces los últimos años de la Guerra Fría, Washington y Berlín han decidido instalar en Alemania misiles estadounidenses capaces de alcanzar Moscú en pocos minutos. Se trata, al decir de los dirigentes de ambos países, de llenar un hueco estratégico que, según la OTAN, existe y que hace a Alemania vulnerable a las amenazas militares de la Rusia de Vladímir Putin.
Hueco cuya existencia, sin embargo, niega el experto en armamento nuclear Hans Christensen, según el cual hay ya suficientes misiles convencionales en los arsenales de la OTAN capaces de alcanzar blancos en territorio ruso.
Así, la Armada británica dispone desde hace tiempo de misiles de crucero tipo Tomahawk, con un radio de acción de 1.600 kilómetros, mientras que las Fuerzas Aéreas de Polonia, Holanda y Finlandia cuentan con los del tipo JASSM-ER (1.000 kilómetros de alcance).
Están además los misiles de crucero franceses MdCN que tienen un alcance de hasta 1.400 kilómetros. Todos ellos superan de hecho el alcance máximo autorizado por el tratado INF, que firmaron en 1987 Ronald Reagan y Mijail Gorbachov.
Tratado finalmente disuelto después de que el Gobierno del republicano Donald Trump se retirara oficialmente del mismo en 2019 tras acusar a Moscú de incumplimiento. Lo cual vuelve la actual situación mucho más peligrosa.
La instalación en suelo alemán de los misiles estadounidenses, de los que algunos serán hipersónicos, que decidieron ambos gobiernos en Washington y que comenzará en 2016, ha despertado críticas en el ala izquierda del Partido Socialdemócrata del canciller Olaf Scholz.
Sobre todo porque es una decisión exclusiva de los Ejecutivos de ambos países para la que no se ha consultado en ningún momento a la población alemana, ni siquiera al Parlamento Federal.
Los juristas del Bundestag no lo consideran necesario y se remiten al precedente de 1984 cuando la OTAN respondió a los misiles SS20 de la URSS que amenazaban a Alemania instalando en este país los Pershing II estadounidenses.
El Tribunal Constitucional de Karlsruhe dictaminó ya entonces que “la instalación de misiles de alcance medio de EEUU” no necesitaba la previa aprobación del Parlamento, sino que bastaba con que lo hubiera decidido el Gobierno.
Según ese tribunal, todo ello está ya resuelto en el Tratado del Atlántico Norte de 1949 y la decisión adoptada entonces, fuertemente contestada por el entonces pujante movimiento pacifista, hoy casi inexistente, vale también ahora. Parafraseando el dicho latino, OTAN locuta, causa finita.
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