Opinión | VENGA, CIRCULE

Mojo, millo and surf, please

No había exámenes ni temario que estudiar. Acostumbrada a memorizar, vomitar y olvidar aquel planteamiento me pareció una locura

Mojo, millo and surf, please. / LP/DLP

En general la amistad consiste en un reconocimiento entre dos o más individuos, por eso varios amigos me enviaron el vídeo de promoción que lanzó la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria el jueves pasado en su cuenta de Instagram. Nos tenemos demasiado vistos ya, nos conocemos tanto a estas alturas de nuestras vidas que, por una parte, da asco y por otra reconforta. Los primeros segundos del vídeo se grabaron en las escaleras de la entrada de mi antigua facultad, creí al principio que por eso me lo enviaban, porque yo había estudiado allí.

En los meses de verano dar clase en algunas de esas aulas era un infierno, no había presupuesto para ventilación ni para aislamiento. Mi promoción fue muy privilegiada, no llegábamos a los setenta alumnos, pero el calor que hacía en el interior -sobre todo durante las clases del turno de tarde- resultaba insoportable. Los sándwiches, cruasanes y menús del día de la cafetería eran pésimos, sobre todo si se comparaban a los que otros compañeros tenían acceso en los campuses de Tafira, y no hablemos de la indefensión de los estudiantes ante docentes que los acosaban tanto en el aula como en el horario de tutorías. En una asignatura en concreto siempre había alguien que rompía a llorar.

En esa facultad tuve también profesoras y profesores excelentes, los recuerdo a menudo. Hace más de una década ya de la tarde en la que charlando con uno de esos profesores en esas mismas escaleras este me aseguró que a pesar de tener ya la carrera y estar a punto de terminar mi posgrado yo aún no sabía nada. No era la primera vez que decía algo así, el primer día de clase durante la presentación de su asignatura nos miró a todos sus alumnos y aseguró: "Todo lo que saben de Traducción e Interpretación es mentira".

Opuse resistencia de inmediato, me había esforzado mucho estudiando. Era un profesor muy crítico y duro en el aula, pero también era justo. Muchas de sus clases consistían en la presentación de una pregunta y su consiguiente resolución. No había exámenes ni temario que estudiar. Acostumbrada a memorizar, vomitar y olvidar aquel planteamiento me pareció una locura. Recuerdo el primer encargo que nos hizo, un tanto por ciento de la nota final que se jugó bajo el siguiente enunciado: "Defina el concepto de cultura". Apenas tenía apuntes. Fue una de las asignaturas que más me enriqueció, una de las pocas que invitaba constantemente al cuestionamiento y a la búsqueda no solo de la verdad sino de otros puntos de vista. Tenía razón, no sabía nada. 

Me habría gustado no haberle dado al botón del play del vídeo del que hablaba al principio, me habría ahorrado el minuto o así de vergüenza ajena que sentí y lo podría haber reservado para otras ocasiones que se lo merecieran más. Mi parte favorita del vídeo, sin duda, es la representación de lo que supongo es una estudiante de Erasmus -el acento exagerado con las erres que son erwes me hace sospechar- que agradece a su experiencia en la ULPG el haber aprendido que guagua es autobús, además de otras palabras que va soltando sin ningún tipo de relación con lo anterior, como papas, mojo, millo y surf.

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Los demás participantes del vídeo le ruegan que vuelva a la ULPGC, que no se vaya. Amanece y observamos los restos de la fiesta de la noche anterior, otro día más en el que se reduce toda la identidad canaria a tres estereotipos -qué es eso del surf, por Dios- para que los Ian y las Millies de turno se vuelvan a casa en mayo sintiéndose canarios de corazón. ¿Quién escribió ese guion, de verdad le pareció una buena idea? ¿Lo releyó o tiró para adelante sin darle dos vueltas? ¿Quiénes participaron en la cadena de mando, por qué se aprobó una birria como esta? ¿Cómo se pensó que algo así iba a sentar bien a todos los estudiantes canarios que, una vez finalizados sus estudios, se encuentran con la terrorífica realidad de haberse formado para volver a sus casas con una mano delante y la otra detrás? ¡Y lo peor de todo! A pesar de haber grabado la mitad del vídeo en la entrada de la facultad de Traducción e Interpretación y contar con estudiantes que han aprendido a subtitular este curso en esas mismas aulas… el subtitulado del vídeo está hecho con una de esas aplicaciones automáticas que vienen en los programas de edición de vídeo. Ni siquiera ellos mismos creen en las capacidades de sus estudiantes. Desde luego, ganas de volver a estudiar allí.

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