Opinión | OPINIÓN

Las carcajadas inteligentes de Eugenio Trías

En febrero hizo diez años de su desaparición. Una muerte injusta como todas y temprana, para un catedrático como él, que frustró una carrera única

El filósofo Eugenio Trías / EFE

Las risas, y hasta carcajadas de Eugenio Trías, siempre llamaban la atención. Su construcción intelectual tan elevada, su atrevimiento a la hora de encarar temas que no estaban de moda, que eran contrarios a lo políticamente correcto y hasta negativos para su imagen pública y académica, no impidieron que, con su buen humor y seguridad, aquello que parecía subversivo acabara acondicionado a una realidad de lo más normal. Si la normalidad existe.

En febrero hizo diez años de su desaparición. Una muerte injusta como todas y temprana, para un catedrático como él, que frustró una carrera única. Tampoco tenemos tantos filósofos en España como para mostrar al mundo y entender que marcan un criterio propio que les concede la autoría de ideas nuevas.

En filosofía, construir conceptos novedosos es como romper con estruendo las paredes en donde una sociedad se aloja. Como un Big Bang de pensar mezclando todo aquello que el siglo XX puso a su disposición. Espiritualidad y marxismo. Música y arquitectura.

Tiene sentido que Galaxia Gutenberg haya querido reunir en un libro la mayoría de sus entrevistas, Entrevistas 1970-2011. Fue un gran conversador. Tuve la suerte de compartir con él buenos momentos de charla. Cuando eso ocurría, los dos solos o en compañía de sus seguidores, de sus fans, siempre me preguntaba cómo era posible que el ganador del premio Nietzsche, el más importante en el universo filosófico, pudiera perder el tiempo con nosotros.

Pulsa para ver más contenido para ti

Pero es que se lo pasaba bien. Era un gran placer oírlo reír con esa fuerza sincera que desbordaba la sala donde estaba. Claro que perteneció a una generación de apasionados de la vida. Aquella Barcelona de los 60 y 70, donde el amor libre superó lo libertario, creando algunas envidias -eso me contó- que después se mantuvieron, fue el campo abonado a su pensamiento. Una suerte.

Pulsa para ver más contenido para ti