DÍA DE LA LUCHA CONTRA LOS TCA

El TCA en primera persona: "El proceso de recuperación es largo y duro, pero es posible"

Se estima que los Trastornos de la Conducta Alimentaria afectan a unas 400.000 personas en España

Paula Santolaria es una paciente zaragozana que ya está completamente recuperada después de siete años en tratamiento

El TCA en primera persona: "El proceso de recuperación es largo y duro, pero es posible" / Freepik

Rafa Sardiña

Hace ocho años, Paula Santolaria vivió un punto de inflexión en su vida. Después de cinco años sufriendo un trastorno de la conducta alimentaria en silencio, decidió poner tierra de por miedo y contar lo que le estaba sucediendo. Tenía 20 años. Y fue todo un “tsunami” para la familia, como nos explica por teléfono su madre, Pilar Vicente.

Hasta entonces, nadie (ni ella misma) le había puesto nombre y apellidos. Pero, tras “un atracón muy, muy gordo” decidió que era momento de contar a sus padres lo que estaba pasando. Y aquí comenzó un viaje que, afortunadamente, tuvo un final feliz.

  • Hay otra forma de vivir y, aunque a veces quieres tirar la toalla, merece le pena seguir adelante”.

Este jueves, como todos los 30 de noviembre, se celebra el Día internacional de la lucha contra los Trastornos de la Conducta Alimentaria (TCA).

No hay datos exactos del número de personas que están luchando contra un trastorno de la conducta alimentaria (TCA). Sin embargo, se estima que afectan a unas 400.000 personas en España.

A ambos sexos, pero son más frecuentes en las mujeres que en los hombres. Los TCA tiene mayor prevalencia en chicas adolescentes, ya que la edad media en la que comienzan a sufrirlos se sitúa en los 12 años y medio.

“El proceso de recuperación es largo, pero se puede salir”

Una vez que Paula decidió que ya era hora de poner punto y final a años de sufrimiento, comenzó un periplo por diferentes especialistas y recurrir finalmente a la sanidad privada.

Paula estuvo un mes y medio ingresada en una clínica en Zaragoza en un momento en el que “no estaba en un periodo de comer mucho, sino al contrario, de restricción alimentaria”. Y cuando salió, comenzó una terapia grupal que se prolongó siete años (fue dada de alta hace aproximadamente un año).

La anorexia afecta cada vez a chicas más jóvenes. / INGIMAGE

Terapia tres días a la semana (en un hospital de día). De dos a ocho de la tarde. Con comedor para almuerzos y meriendas.

  • “Durante los tres primeros años, no podía elegir mi comida y me taparon los espejos, además, tenía que hacer todas las comidas acompañadas”. Y luego, terapias grupales, con compañeras que estaban pasando por su misma situación.

“Estaba como en un pozo y lo único que pedía era hablar”

Paula recuerda esos días antes de ingresar como un “pozo”. Una vez que fue derivada al psiquiatra le recetaron pastillas y ella lo único que pedía era hablar. Y es, precisamente, una de las cosas que cuando echa la vista atrás añora.

  • “Yo no entendía qué era lo que me estaba pasando, estaba muy triste y lo único que pedía era hablar y nadie me daba la oportunidad para desahogarme”, lamenta.

La situación cambió en la clínica en la que finalmente ingresó y donde estuvo recibiendo terapia hasta su total recuperación.

El proceso de acompañamiento era tal que hasta le ayudaban a comprar ropa, uno de los momentos más vulnerables para las personas que están en pleno tratamiento para superar un trastorno de la conducta alimentaria.

  • “Iba con mis compañeras a comprar ropa, y una de mis primeras compras fueron unos pantalones. Yo elegí los que me gustaban, pero no me los probé ni me miré en el espejo. Ellas decidían la talla que me iría bien”.

Sesión grupal de la unidad de atención a los TCA en Salt. / IAS

Al principio, tampoco podía salir a comer fuera ni salir de fiesta. Un sacrificio duro, que también tiene repercusiones en la familia y en el entorno más cercano (la familia de Paula también estuvo en manos de profesionales), para que ahora esté completamente recuperada. “Ahora tengo herramientas para hacer frente a determinados escenarios”.

Pero, el mensaje principal es que la recuperación es posible. “Durante el proceso de recuperación había días que no quería ir a terapia y hay muchas tentaciones para tirar la toalla. Hay otra forma de vida, de aprender a ver lo que la propia enfermedad no te deja ver, y vivir sin tanto agobio y tristeza. Los TCA van de la mano de la depresión y hace mucho daño”.

  • Tienes que destruirte para construirte. Cuando hablas con tu terapeuta tienes que ser cien por cien sincero, porque al final un TCA es la enfermedad de la mentira, y para salir de la enfermedad tienes que abrirte de golpe y poder conocerte para cuidarte”.

Por su parte, su madre pide “mucha paciencia” a las familias que están en pleno proceso de la enfermedad. Y que “busquen ayuda, que es fundamental”.

En la Asociación TCA Aragón, donde Pilar es actualmente vocal de la junta directiva, atiende a más de un centenar de familias afectadas. Una auténtica red de apoyo en el que madres y padres encuentran consuelo, respuesta a sus cientos de preguntas y experiencias en primera persona.

Paula también colabora con la asociación, donde ha dado charlas para contar cómo ha sido su proceso de recuperación de su trastorno. Una forma de llenar uno de los aspectos que también echó de menos durante su proceso: “que alguien me dijera que se podía salir”.

Existen estrategias que acercan a las personas al bienestar y que previenen la ansiedad. / Freepik

Tipos de TCA: causas y cómo detectarlos

No obstante, la historia de Paula, esta joven zaragozana de 28 años, es única. Cada persona con TCA es un mundo y no se manifiesta de la misma forma. Según el Diagnostic and Statiscal Manual of Mental Disorders (DSM-5), los trastornos alimentarios más comunes son la anorexia, la bulimia, el trastorno por atracón, el trastorno de conducta alimentaria no especificada y la vigorexia y ortorexia, que es una obsesión por la alimentación saludable y hacer ejercicio físico.

Pero, también hay otros como el trastorno por rumiación (regurgitaciones del alimento y volver a masticarlo) o PICA, ingesta de sustancias no nutritivas. Un trastorno que, tal y como subraya Georgina del Valle, psicóloga infantojuvenil en Paidex-Hospital Universitario Quirón Dexeus, es poco habitual. “Para controlar los impulsos, los pacientes ingieren arena, celo adhesivo e incluso heces”.

¿Cuáles son las señalas de alarma?

Las señales de alarma son comportamientos que podrían indicar que se padece un Trastorno de la Conducta Alimentaria. No obstante, como no se trata de criterios diagnósticos, no confirman la enfermedad y será un especialista quien tenga que evaluar al paciente.

La psicóloga infantojuvenil Georgina del Valle nos da las claves sobre aquellas actitudes o cambios en la alimentación, comportamiento o rutinas que deberían ponernos en alerta.

A nivel emocional:

  • Inestabilidad
  • Aumento de la irritabilidad
  • Montaña rusa de emociones (sin saber explicar el cambio de emociones)
  • Tristeza y ansiedad
  • Autolesiones

Con la alimentación:

  • Aumento de la frecuencia y tiempo en el baño, sobre todo después de las comidas
  • Ayunos repentinos y no motivados
  • Uso injustificado de dietas restrictivas
  • Cambios en los gustos, como por ejemplo evitar los hidratos de carbono, las salsas que suelen acompañar a la pasta…

Con la imagen corporal:

  • Pérdida de peso injustificada
  • Actividad física de forma compulsiva
  • Síntomas físicos como sequedad de la piel, estreñimiento, caída del pelo o pies y manos frías.
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