“Fui adicto a la cocaína durante diez años. Destrozó todo mi entorno social. Perdí a mi familia, a mis amigos, incluso a mi mujer, que estando embarazada de mi primer hijo, no pudo aguantar y me abandonó. Entré en una espiral de delincuencia, acabé en el calabozo y en varias ocasiones cerca de la muerte”. La pesadumbre no puede con Francisco Guijalba (45 años) cuando echa la vista atrás y decide hablar sobre su pasado. Un testimonio sincero que deja entrever los primeros atisbos de pasión, así como el orgullo de haber salido reforzado de un hoyo sin luz del que a día de hoy rescata a otras personas. Lo hace en la Fundación Jorge Talavera en Alicante, donde además de impartir terapia convencional y ayudar a las familias de los usuarios, emplea el deporte que para él supuso una salvación, en la recuperación de aquellos que llegan a sus manos para tratar una adicción. Objeto de críticas en sus comienzos como especialista, presume actualmente de una trayectoria impecable bajo la atenta mirada de Jorge Talavera (73 años).
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