ANÁLISIS

Contra el pesimismo tecnológico, una digitalización inteligente para España

Teléfono móvil. / PIXABAY

Las revoluciones tecnológicas siempre han traído oportunidades de progreso y bienestar, pero también dilemas y resistencias. La actual revolución digital además ha generado una narrativa distópica basada en el miedo. La potencial capacidad transformadora de la tecnología y los avances digitales han despertado temores de ciencia ficción de un mundo dominado por máquinas y algoritmos. Esta visión desconfiada se percibe en algunos sectores de la sociedad y también en algunas propuestas de políticas públicas y regulatorias. ¿Qué futuro nos depara la imparable digitalización de la economía?

Es indudable que los últimos desarrollos tecnológicos y sus aplicaciones, basados en el big data, la inteligencia artificial y el machine learning, están permitiendo avances y soluciones esperanzadoras en campos como la medicina, la biotecnología o la energía, y abren un mundo de posibilidades y soluciones para abordar retos fundamentales de nuestro tiempo que están, además, en el centro de las agendas políticas y de las aspiraciones ciudadanas, como la lucha contra el cambio climático, la sostenibilidad de la ciudades o la prevención de pandemias y enfermedades.

Las empresas mejor valoradas del mundo son tecnológicas. Esto es un hecho. Pero sería un error limitar el análisis de la realidad del avance tecnológico y la digitalización a las llamadas big tech o empresas superstar, como se refiere a ellas Tim Jordan (The Digital Economy). La digitalización del sector financiero o del energético es tan potente e imparable como la del comercio, el ocio o los contenidos. Es necesario poner el gran angular de las tendencias más allá de las big tech e identificar las oportunidades en las que la tecnología se va a imponer en los próximos años con un potencial transformador. 

Los robots no van a sustituirnos, pero dejaremos de hacer los trabajos más peligrosos

Empecemos por reconocer la parte inquietante. Los retos para la privacidad y los derechos fundamentales son colosales. Gobiernos, organizaciones o empresas pueden hacer un uso abusivo de los datos, con fines de manipulación, vigilancia o persecución, una clara amenaza para la seguridad y las libertades. Esa clásica tensión entre la libertad y la seguridad protagonizará muchos debates políticos y regulatorios en la próxima década. España ha sido pionera en abordar estas cuestiones con la Carta de Derecho Digitales, un primer intento para definir un nuevo marco para la protección de los derechos en esta nueva era. 

La brecha digital es un problema mayúsculo que ahonda las desigualdades y que tiene un impacto directo en el futuro del trabajo. En primer lugar, la desigualdad en el acceso a los recursos tecnológicos y la conectividad. Por otra parte, los avances tecnológicos y la automatización sustituirán cada vez más tareas y funciones, destruyendo algunos trabajos. Es comprensible que esto genere temores y preocupación.

Por último, la digitalización y la sostenibilidad no siempre van de la mano; hacerlas compatibles requiere un esfuerzo consciente y un compromiso firme más allá de las buenas intenciones. 

Sin embargo, la pregunta más importante parece sencilla: ¿se puede utilizar todo el potencial de la inteligencia artificial, la robotización y el resto de avances para el bien? La respuesta es sí. Y en eso deberían concentrarse las ambiciones y propuestas de expertos, empresas y policy makers para los próximos años. Veamos tres ejemplos.

El futuro del trabajo

Según Rafael Domenech (La era de la disrupción digital), no hay evidencias que confirmen la temida destrucción masiva de empleos por la automatización, ni en el presente ni en las próximas décadas. Los robots no van a sustituir completamente a los humanos, pero es realista pensar que cada vez más personas dejarán de hacer los trabajos más tediosos o peligrosos. También se apunta a una reducción de las jornadas laborales que puede favorecer la conciliación de la vida profesional y personal. El teletrabajo puede proporcionar ventajas y bienestar a los trabajadores. De nuevo, España ha sido rápida aprobando una ley del teletrabajo que trata de definir el nuevo marco y evitar abusos. Finalmente, se consolidarán nuevas formas de trabajo más flexibles, pero será importante garantizar que no se precarizan los niveles más vulnerables y una retribución adecuada. 

Contra el cambio climático

No nos engañemos, la digitalización tiene un impacto medioambiental, pero puede facilitar la lucha contra el cambio climático, aportando innovaciones que ayuden a la descarbonización. Avances técnicos y la digitalización de procesos están ofreciendo alternativas eficientes y más sostenibles en todos los sectores productivos tradicionales. Incluso en el sector de la alimentación se apuntan transformaciones importantes de las que ya empezamos a tener noticias. Como se ha señalado, los avances en este terreno serán posibles solo con un firme compromiso de diferentes actores y especialmente de las grandes empresas. 

Mejores ciudades

El modelo de la ciudad de los 15 minutos que propugna Anne Hidalgo será posible gracias a la digitalización y los avances tecnológicos. No serán suficientes, pero sí necesarios. El nuevo paradigma debe ir acompañado de una nueva conciencia ciudadana que ponga el bienestar de las personas en el centro de la vida urbana. Recuperar espacio, reducir los desplazamientos o acercar los servicios públicos al ciudadano será posible gracias a la digitalización de las administraciones públicas, del transporte y de otros servicios.

Urge un debate público y político ambicioso que no piense solo en limitar sino en facilitar un entorno proclive al desarrollo tecnológico. La sociedad española ha demostrado en las últimas décadas una mentalidad abierta y pionera para los avances sociales. Las próximas conquistas no pasan por el pesimismo tecnológico, sino por asegurar un equilibrio entre la innovación y los derechos, entre las conquistas pasadas y las que aún están por llegar.