MADRID
El fin de 30 años de cómics en San Bernardo: Elektra busca nuevo local después de que un fondo haya comprado su edificio
Esta tienda busca ya un nuevo hogar que esté "bien comunicado en Madrid, con metro cerca"
Alberto Simón Calonge, propietario de Elektra Comics. / XAVIER AMADO
El número 20 de la calle San Bernardo, a escasos metros de Gran Vía, ha cambiado su silencio de oficina y su ambiente de trabajo por los ruidos de maquinaria de obra y la nostalgia. Un fondo ha comprado todo el edificio para reformar sus estancias y convertirlas en alojamientos vacacionales. Y, con los pisos de oficinas, cae también una de las tiendas de cómics más longevas de la capital: Elektra Cómic.
Alberto Simón Calonge fundó junto a un socio que se desligó hace tiempo del proyecto con una tienda "pequeñita" en la calle Pozas, a cinco minutos a pie. "Tenía dos plantas y rápido se nos quedó pequeña, por lo que nos dimos cuenta de que nos íbamos a tener que mudar pronto a un sitio más grande. Al poco tiempo, abrió la FNAC y nos dimos cuenta de que teníamos que crecer, por lo que nos metimos en un local que hacía esquina que llevaba mucho tiempo cerrado y que antes era una sastrería", relata.
Hicieron un "obrón", porque era un establecimiento muy grande, "nos entrompamos mucho y las ventas no acompañaron", en un inicio de la década de los 90 marcado por la Primera Guerra del Golfo. "Se nos actualizó el contrato de alquiler porque en un principio pactamos una renta durante los dos primeros años", a más de 500.000 pesetas. "Era una exageración y tuvimos que salir de ahí corriendo".
Clientes de Elektra Cómic, que, tras 29 años en su local de la calle San Bernardo, se traslada. / XAVIER AMADO
Fue en ese momento cuando se toparon con el local de San Bernardo, que ha alojado sus cómics y sus artículos de colección durante 29 años. "Tenía una renta más económica y era un lugar más visible, sin dejar de ser grande", dice el propietario de Elektra Cómic. Ahora, como ha ocurrido con tantos locales de Universidad, conocido como Malasaña, un fondo compra el edificio y expulsa a los negocios de toda la vida del que ha sido su barrio, pero que ya se ha transformado en otra cosa. "Todo se va convirtiendo en un parque temático de franquicias", zanja Alberto Simón Calonge.
Viviendas vacacionales
El propietario de Elektra Cómic y la dueña del local sólo han departido "media docena de veces en todos estos años; prácticamente, no teníamos ninguna relación, porque pago religiosamente y yo me encargaba de resolver las averías que surgiesen". Tan sólo se habían puesto en contacto para actualizar la renta al IPC, por lo que, cuando en mayo la casera de Elektra llamó a Alberto Simón Calonge, éste pensaba que la comunicación se limitaría a la subida de rigor.
"Yo había empezado a escuchar y ver mucha obra en el edificio. Habían puesto un montacargas de historia para personas con discapacidad y habían puesto una máquina de refrescos y ya me enteré de que estaban poniendo viviendas vacacionales", en un número de la calle San Bernardo que no aparece en el listado de Viviendas de Uso Turístico del Ayuntamiento de Madrid, pero sí en Inside Airbnb, una plataforma que informa de las propiedades anunciadas en Airbnb. "El comercio barrio necesita población estable, no un tipo que va a estar 4 o 5 días y se va", sostiene.
Simón Calonge empezó a ver maletas antes de la pandemia, pero "ahora era ya exagerado". "Empezaron a hacer obras en todos los pisos de arriba y un buen día viene el presidente de la comunidad con un arquitecto a medir para pedir una IT (inspección técnica) y yo me lo creí", señala el propietario de Elektra con media sonrisa de resignación. La llamada de su casera sólo confirmó la desembocadura del agua de un río que no dejaba de sonar. "Me ofrecieron quedarme yo con el alquiler si igualaba lo que les van a pagar, pero es el doble de la renta actual, un disparate".
Están buscando 'hogar'
En el mes de abril, Alberto Simón Calonge y los otros tres empleados de Elektra tendrán que abandonar el local. Durante este medio año, buscarán "un sitio que esté bien comunicado en Madrid, con metro cerca y que no esté en el extrarradio", porque sospecha que allí sus clientes no les visitarían.
Alberto Simón Calonge, propietario de Elektra Comics. / XAVIER AMADO
"La mayoría de la gente que nos compra no vive ya por aquí. Casi nadie vive ya por aquí", se lamenta. Elektra es la segunda tienda histórica de este tipo que se marcha del barrio en menos de un año. La primera fue Crisis Comics, la primera librería 'friki' que llegó a la calle de la Luna, una vía con entonces cinco establecimientos de cómics en escasos 100 metros.
Las ventas online de Elektra desde la pandemia se han duplicado y ya suponen un tercio de sus ingresos. Otro tercio son los clientes fidelizados "que gastan mucho dinero al mes" y la última porción del pastel se la llevan los clientes ocasionales. "El romanticismo de las librerías ha cambiado mucho con internet y por mucho que venga alguien a comprar a la tienda, este es un fenómeno que viene desde arriba y del que las administraciones se tienen que dar cuenta, pero es muy, muy complicado", sentencia.
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