OCIO

Cada vez más solteros planean citas sin alcohol para alcanzar "relaciones más profundas": "Si le voy a gustar, que sea por todo lo que soy"

Las personas que desplazan esta sustancia fuera de sus encuentros amorosos y sexuales buscan ser "conscientes de cómo es la persona que tiene enfrente", sin la distorsión que el alcohol provoca

Una pareja ve el atardecer desde la terraza del Círculo de Bellas Artes, en Madrid. / Alba Vigaray

Ana Ayuso

El mes pasado, Víctor*, de 27 años, conoció a un chico por Tinder. Conversaron durante unos días y propusieron tener una cita. Este joven ya le comentó a su pareja de ese jueves por la noche que no iba a beber. "Yo creo que él se lo tomó a broma", dice. No es que Víctor sea abstemio, ni que tenga una intolerancia, tampoco estaba tomando ningún medicamento que le impida consumir alcohol. Simplemente, no quería beber.

El alcohol es la droga alrededor de la que gira el ocio en nuestro país. Casi toda España consume esta sustancia de manera habitual: de acuerdo con datos del Ministerio de Sanidad, entre 2019 y 2020, el 93% de los habitantes de entre 15 y 64 años. Cenas, las cañas de después del trabajo, las de después de hacer una caminata por el monte o una ruta ciclista, el vermut, la previa, la fiesta, el after... y las citas, donde algunas personas emplean esta sustancia como medio para "no mostrarse cómo uno es, para desinhibirse, para ligar más, para parecer más divertido, para gustar más al otro", indica Fernando Alonso Ecenarro, vocal de la Junta Directiva de Socidrogalcohol, la sociedad científica española que estudia el alcoholismo y otras toxicomanías.

Lo utilizan, añade Lara Ferreiro, psicóloga y Dating Expert de Tinder España, como "lubricante social". "Cuando alguien no bebe, la zona prefrontal, la de las funciones ejecutivas y de concentración, está más activa. Pero, al beber, la zona prefrontal se desconecta y es entonces cuando entra en juego el área de las emociones", señala. Sin embargo, ese consumo imposibilita que la o las partes de la cita que se toman unas cuantas cervezas o unos cócteles sean  "conscientes de cómo es la persona que tiene enfrente porque el alcohol distorsiona".

Conexiones más profundas

"Si alguien quiere hacer un buen proceso de conocer personas en profundidad, tiene que ser él mismo, porque hemos visto a mucha gente joven que necesita el alcohol para socializar porque no tiene habilidades sociales. Eso es un problema. Hay gente joven que me dice: a mí me gusta cómo soy yo cuando bebo", refleja Ferreiro, que destaca por otro lado que ha identificado una tendencia entre personas jóvenes que deciden no consumir alcohol en los momentos incipientes de una relación porque "quieren citas conscientes, conexiones mucho más profundas, sin interferencias alcohólicas, para agudizar sus propios sentidos y conocer bien a la persona". 

Víctor decidió dejar, al menos temporalmente, el alcohol unos días antes de la cita, porque "había estado bebiendo mucho y me había pasado durante un tiempo". "Decidí cumplirlo aunque surgiese esta cita. Tomamos algo en Tapapiés (una ruta de tapas por los bares de Lavapiés), yo una cerveza sin alcohol, y nos fuimos a cenar cerca de la Plaza de Santa Ana, porque no quería seguir por esa zona, que estaba llena de gente consumiendo alcohol", dice.

En la cena, tampoco bebió alcohol y su experiencia fue satisfactoria. "Yo estaba asustado por si la cita iba a ser diferente sin alcohol que bebiendo, si me iba a poder soltar y, realmente, creo que recurrimos a esta sustancia para poder lanzarnos o para convencernos de que, si no nos gusta algo de una persona, al menos bebo para luego liarme con él", reflexiona.

Finalmente, tuvieron conexión y Víctor afirma que lo disfrutó "mucho", porque "no sentí que la situación se hubiese distorsionado y sabía que me había gustado de verdad". "Así, tengo más claro si alguien me gusta, aunque no noté muchísima diferencia entre esa cita y otras en las que he bebido y eso fue guay. Estás más atento a todo, no recurres al alcohol para aliviar la ansiedad y soltarte, sino a tus propias herramientas", concluye. 

Malas decisiones

Víctor perdió la virginidad "de fiesta, con un tío cualquiera, bajo los efectos del alcohol y obviamente lo recuerdo desastroso". Es por esa y por otras ocasiones en las que bebió y de las que no guarda un recuerdo del todo agradable por lo que ahora se cuestiona "por qué todas las citas tienen que implicar beber".

Una pareja consume alcohol en la terraza del Círculo de Bellas Artes de Madrid. / Alba Vigaray

"El ocio en nuestro país gira en torno al alcohol y muchos jóvenes son conscientes de que quieren alejarse de eso. Ya no es tan guay el alcohol o el tabaco como en otras generaciones", dice Lara Ferreiro. En esta sociedad basada en el consumo, en el atracón, al que se recurre "para cubrir carencias", ya no está de moda, sino que se ve como una especie de huida hacia adelante. "Hay una vergüenza a la socialización, bien porque no nos gusta nuestro cuerpo, porque hay creencias de que no va a ser un sexo tan bueno... y el alcohol se utiliza para desinhibirse a nivel sexual, sobre todo. Entonces, beben para mantener sexo porque sin alcohol no podrían hacerlo. La sexualización tiene que darse desde un proceso sano", incide esta psicóloga, autora además del libro Adicta a un gilipollas (Grijalbo). 

Fernando Alonso Ecenarro resume que los perjuicios de consumir alcohol en una cita "son muchos", desde "conocer al otro como no es, pasando por problemas de cara a que uno puede acabar haciendo cosas que no le hubiera gustado hacer, en el contexto en el que se produzca una borrachera importante, o sufrir algún tipo de alteración de la percepción o del conocimiento asociado al alcohol". "El riesgo es muy alto y parece que la gente no lo tiene tan claro porque el alcohol es la sustancia psicoactiva más consumida en España. Estamos hablando de una droga que consume muchísimas personas y que en un consumo tan elevado como el que se puede producir en estas situaciones puede alterar la percepción".

Optar por las citas sobrias

El estudio de Tinder Sober In Love refleja que más del 25% de los miembros de esta app de entre 18 y 25 años afirman que beben menos en las citas en comparación al año pasado, según un análisis de datos de las biografías de los miembros de esta red social de enero a marzo de 2023. "La gente que no ha probado a mantener una cita sin alcohol debería darle una oportunidad para comprobar cómo se siente, para conectar con su esencia y con sus sentimientos", agrega Lara Ferreiro.

Cita no alcohólica en la terraza del Círculo de Bellas Artes de Madrid. / Alba Vigaray

Víctor, cansado de que "todas las citas impliquen beber", asegura que "volvería a repetir una cita sobria", para no recurrir a esa "trampa que nos autoimponemos". "Si le voy a gustar al chico con el que voy a quedar, que sea por todo lo que soy. Sí, tengo defectos, a veces me ha sentado mal el alcohol y creo que es mejor arreglarlo y estar sin él", acercarse a esta sustancia de una manera más sana y no por defecto. 

Claridad mental, posicionarse en un estilo de vida saludable, permitir que ambas personas se conozcan tal y como son, encuentros centrados en actividades más originales... Los alicientes de optar por las citas no alcohólicas son muchos, los jóvenes lo saben y aventajan a otras generaciones. El 20% de los que pertenecen a la Gen Z sustituye a día de hoy el alcohol por café, pero también se puede optar por un encuentro que no gire en torno a una mesa. "Se puede ir a un museo, pasear o proponer otras actividades diferentes", dice Ferreiro. 

La sobriedad permite, zanja Alonso Ecenarro, "ser todo lo simpático que soy en la medida en la que es mi personalidad ser más yo, y me hace ser más consciente en todo momento de las decisiones que tomo, porque me hace ser plenamente consciente de lo que estoy haciendo".

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*El protagonista de este reportaje ha solicitado al dar su testimonio a EL PERIÓDICO DE ESPAÑA que cambiase su nombre para preservar su intimidad y anonimato.

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