FAUNA

Así se están cargando nuestras mascotas la fauna de Madrid: del mapache por 'Pocahontas' a las gálapagos de Florida

Varias familias madrileñas compraron mapaches como mascotas tras estrenarse la película en 1995 y luego las liberaron en el campo: desplazaron a los animales autóctonos y ya han sido capturados 1.600

Las cotorras, los mapaches o las galápagos de Florida se han convertido en especies invasoras que amenazan el hábitat natural de Madrid. / EPE

Roberto Bécares

En 1995 Disney estrenó la película Pocahontas, donde la protagonista tenía de amigo un simpático mapache llamado Miko. Años después en nuestro país se extendió la moda de comprar el animal como mascota para el hogar. No estaba entonces prohibida su adquisición como lo está ahora, ya que está Declarada especie exótica invasora según decreto de Gobierno de 2011. Familias madrileñas lo adquirieron pensando que sería como un adorable peluche, pero al crecer se dieron cuenta de que la realidad era otra: era incluso peligroso, ya que le crecían unas enormes pezuñas, además de poder transmitir varias enfermedades, entre ellas la rabia o la zoonosis. 

Por eso, varios dueños consideraron que era buena idea soltarlos al campo. En concreto los dejaron libres en el Parque Regional del Sureste, donde se empezaron a hacer fuertes y a reproducir de una forma salvaje pese a los intentos de los técnicos de Medio Ambiente de la Comunidad de Madrid por reducirlos.

Amenaza para nutrias y ginetas

La especie originaria de América se convirtió rápidamente en una amenaza para la fauna autóctona, sobre todo para las ginetas, las comadrejas o las nutrias, éstas últimas en peligro de extinción. El mapache compite y ocupa el espacio de estos animales, robándoles la comida. Se alimentan de todo, aunque tienen preferencias por los huevos de las garzas, galápagos europeos, patos o avetorrillos que viven en el parque y nidifican en el suelo.

El consejero de Medio Ambiente, Agricultura e Interior, Carlos Novillo (a la dcha.), visita la laguna de El Campillo, en Rivas Vaciamadrid, para comprobar los trabajos de extracción de los galápagos de Florida, una tortuga invasora más grande y agresiva que las locales, que por su presencia resultan desplazadas. / COMUNIDAD DE MADRID

Entre 2018 a 2023 la Comunidad capturó más de 900 ejemplares de mapache solo en este parque. Fueron trasladados al Centro de Recuperación de Animales Silvestres (CRAS) de Tres Cantos, donde se les intenta introducir en un programa de educación ambiental o de investigación, y si no se les sacrifica.

Jaulas para capturarlos

Para tratar de capturarlos se ha hecho de todo -se les ha llegado hasta radiomarcar para conocer sus hábitos-, aunque lo que mejor funcionan son las jaulas. Uno de los cebos, curiosamente, las chucherías, en concreto las nubes rosas de azúcar. “En todo este tiempo habremos capturado alrededor de 1.400 mapaches, que la mayoría han sido sacrificados porque está prohibida su cesión y su venta”, explica José Lara, jefe de Área de Caza y Pesca del Gobierno regional.

En ese sentido, explica, se han extendido por el río Jarama y el Henares, donde se han reproducido en gran cantidad- tienen cuatro o cinco crías al año-, por eso hay una patrulla de tramperos peinando la zona frecuentemente.  

La galápago de Florida, otro quebradero de cabeza

No es la única especie invasora que asola la región, y por ende toda España, aunque su presencia sorprende más en una comunidad con menos espacios naturales que el resto. Otra especie invasora que se ha convertido en un quebradero de cabeza para los agentes medioambientales es la galápago de Florida, que también se puso de moda en los años 80 y 90 como mascota y ha ido desplazando a la galápago leprosa, además de poner en riesgo la salud humana, pues transmite la salmonella.

Estas tortugas, como los mapaches, eran muy lindas de pequeñas, pero si sobrevivían podían llegar a pesar entre 3 ó 4 kilos y medir de 20 a 60 centímetros, según la subespecie. Su longevidad, hasta 30 años, hizo que muchos de sus dueños las soltaran, convirtiéndose en un verdadero problema para las administraciones. 

Trampa flotante en la laguna del Campillo

Recientemente, el consejero de Medio Ambiente, Agricultura e Interior, Carlos Novillo, visitó la laguna de El Campillo, en Rivas Vaciamadrid, para comprobar precisamente los trabajos de extracción de los galápagos de Florida. Las capturas se realizan con una trampa flotante que no les produce daño, por la que estos animales suben libremente y quedan atrapados en una cesta.

Posteriormente, estos son llevados para su posterior estudio y catalogación. La fauna local retorna al agua, mientras que la exótica se lleva al Centro Regional de Animales Silvestres (CRAS) de Tres Cantos.

“El tema de las especies invasoras es una de las mayores causas de pérdidas de biodiversidad de nuestro país”, resalta Lara, que destaca que estas especies invasivas vienen a la región no son solo porque las traen vendedores sino porque, en el caso de plantas, por ejemplo, viene volando el polen, por ejemplo. 

El cerdo vietnamita, también especie invasora

El Gobierno introduce periódicamente nuevas especies en el listado de exóticas invasoras, como el cerdo vietnamita en 2017. Este animal también se convirtió en una moda como mascota después de que varios famosos salieran conviviendo con él en sus casas. La gente, cuando comprueba que engorda más de cien kilos, y que huele, se harta de él y también lo suelta provocando que desplace a otras especies propias de Madrid. 

Algo parecido ocurrió con la cotorra argentina, que es un auténtico problema en numerosas ciudades españolas. "Hay barrios que hay tantas que los vecinos no pueden ni dormir", explica el experto de la Comunidad de Madrid. Antes de que estuviera prohibida su venta, mucha gente los compraba porque eran más baratos que los loros, pero muchos de sus dueños se acababan hartando de su sonido o de su voracidad y los liberaban en el campo. 

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Otras de las especies que son invasoras en nuestra región son el plumero argentino o el ailanto, un árbol que no deja de crecer en las carreteras españolas y que también es una amenaza para la vegetación autóctona, y en cuanto a peces, el pez gato, y el percasol, una especie muy voraz procedente de Centroamérica, como una piraña, que “se come especies protegidas”.

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