VIDA PERSONAL

Carmen Gloria es la última familiar viva que conoció al arquitecto Antonio Palacios: "No hemos conservado ni un plano"

La sobrina biznieta del arquitecto, Amelia Palacios, también artista, sostiene que "le envuelve cierto misterio": "Hay muchas cosas de su vida privada que todavía no sabemos de él"

Carmen Gloria, sobrina nieta de Antonio Palacios. / José Luis Roca

Con el baño "recién encharcado de agua de este mismo momento" y a las puertas de recuperarse de una bronquitis que ha mermado temporalmente la vitalidad que conserva a sus 91 años, Carmen Gloria Álvarez Vázquez lo deja claro: "De la familia de Antonio Palacios, sólo quedo yo que lo conociera". 

Su Palacios queda relegado al cuarto apellido, porque ella era nieta de Amelia Palacios, la única hermana del arquitecto del Círculo de Bellas Artes y del Palacio de Cibeles de Madrid que tuvo descendencia. Carmen Gloria es, por tanto, la sobrina nieta de Antonio Palacios -nacido hace 150 años- y lo conoció "bastante, pero era una niña cuando él se murió", hace 79 años este domingo.

Antonio Palacios, arriba a la derecha, junto con su padre, Isidro Palacios, y, de pie, Jesusa Ramilo. También aparecen su hermano Pepe y, sentadas, su hermana Amparo y su sobrina Rosario Vázquez Palacios. / CEDIDA A EPE

"Lo vi mucho, pero con él no hablé demasiado. Yo vivía en La Guardia (Pontevedra) y el iba mucho porque tenía obras en Galicia y siempre acudía un día a comer con su hermana y nos juntábamos todos", recuerda Carmen Gloria, una mujer muy activa con una agenda de ministra entre sus "clases de móvil" y los conciertos a los que asiste.

Ya de bien pequeña, ella detectaba que su tío abuelo "era un señor importante, cuando ni siquiera yo sabía lo que era ser un señor importante". Amelia Palacios, su sobrina biznieta, también estudió arquitectura y considera que "la figura de Antonio Palacios tuvo mucho que ver en mi decisión" aunque finalmente se haya dedicado a la pintura. Ella ha investigado la vida privada del artista y destaca que "en su tiempo fue toda una celebridad en Galicia y se le recibía con vítores cuando venía". "Tenía una aureola cuando llegaba. Estaba poco tiempo cuando venía, unas horas o un par de días, pero venía bastante. Llegaba en taxi, yo creo que ni conducía", dice Carmen Gloria.

Carmen Gloria, familiar de Palacios. / José Luis Roca

Por una "psoriasis horrible", Carmen Gloria tenía que desplazarse continuamente a Madrid para pasar consultas médicas y aprovechaban esos viajes para reunirse con el que ella "no sabía que sería la estrella de la familia". "Siempre estábamos con él y vivía en un hotel en Gran Vía", que Álvaro Bonet, arquitecto e investigador especializado en la obra de Antonio Palacios, supone que sería el Hotel Florida, en la plaza de Callao, que también fue una de sus obras.

"Tenía un chalecito muy pequeño en El Plantío y alquilaba un piso en Cedaceros, pero siempre nos recibió en el hotel", señala. Dice de él que era "guapo, un hombre bastante atractivo" y que "de aquella tenía una mujer, la tía Adela, con la que vivía, a la que no aprobaba mi bisabuela y no quería que se casaran, y así fue hasta que se murió su madre". "Era un poco estrambótica en la época, ahora no lo sería, con muchas sortijas en las manos. Una vez me regaló una", asegura entre risas.

Antonio Palacios y su mujer, Adela Ramírez, ambos a la izquierda, junto a dos amigos no identificados. / CEDIDA A EPE

Afectuoso, misterioso y de pincelada valiente

Su sobrina nieta aún se acuerda de cuando Antonio Palacios y el resto de sus hermanos -los que aún estaban vivos- se desplazaron para su primera comunión. "Era muy afectuoso y a nosotros -por ella y su hermano- venía mucho a vernos porque éramos los únicos sobrinos nietos que tenía".

Han llegado pocos documentos de Antonio Palacios a la actualidad. "Pueden quedar más en manos desconocidas, que pueden estar en desvanes y que nadie lo sabe. Habrá cartas en lugares en los que no se haya hecho un inventario exhaustivo, pero el problema es que no se sabe dónde hay que ir a buscarlas", lamenta Álvaro Bonet.

Carmen Gloria, Amelia Palacios y Antonio Palacios han formado parte de una familia "bastante unida", que no ha conservado "ni un plano, nada de su obra", apunta la anciana, de este genio de "pincelada valiente", como le describe Amelia Palacios, que se ha dedicado a la pintura. Ella se ha visto inspirada por el legado de su más ilustre familiar.

El año pasado, la pintora de Pontevedra organizó una exposición de dibujos de las obras de Antonio Palacios que ella misma había realizado desde que estudió arquitectura hasta los más recientes. Ahora, está trabajando en un proyecto documental sobre él. "Él tenía una mano impresionante y dibujaba con una soltura y con una precisión increíbles. Dibujó unos planos en los que me impresionaba mucho ver cómo aplicaba la mancha y el color", refleja.

La pintora Amelia Palacios, durante una exposición de dibujos inspirados en los edificios de Antonio Palacios. / CEDIDA A EPE

"Me ha interesado mucho estudiarlo, es un personaje inabarcable por todo lo que dejó y todavía le envuelve cierto misterio. Hay muchas cosas de su vida privada y personal que todavía no sabemos de él", afirma esta artista, que ha sabido a través de su padre que Antonio Palacios "hubiese querido ser pintor y por eso fue a Madrid a estudiar, pero acabó decantándose por la arquitectura, lo cual celebramos mucho". 

Un hombre humilde

Amelia Palacios describe que Antonio "tenía una capacidad creativa infinita para expresarse con el menor recurso, con cualquier lápiz o pluma que tuviera a mano y sobre cualquier papel" y considera que en su familia, en la que ha habido varios pintores, creativos publicitarios y cuya bisabuela "bordaba de maravilla" ha heredado "algún gen hacia el arte".

Pese a sus dotes, Antonio Palacios nunca se colocó por encima de nadie. Relata Álvaro Bonet que han encontrado una carta en la que el cura de Panxón le proponía que firmase en una lápida una de sus obras en la localidad, como hacen muchos arquitectos, y él respondió que, "aunque supiese que existía tal derecho, él nunca había hecho uso del mismo y que creía que esa legítima vanidad sólo le está permitida al Maestro Mateo", de la catedral de Santiago de Compostela.

"Era una persona muy humilde desde el punto de vista profesional", señala, y un tipo con "un poco de retranca gallega y con sorna". Antonio Palacios tenía mucha actividad social, "siempre estaba metido en saraos". Era miembro del Círculo de Bellas Artes, edificio que él mismo ideó, y fue "uno de los impulsores de que acabase donde está ahora". "No sólo era su proyecto, sino que también impulsó que se comprase ese suelo para hacer el edificio. Es un promotor intelectual que tiene, por un lado, compromiso con los asuntos madrileños y, por otro, era muy defensor de Galicia y participaba de manera habitual en los círculos galleguistas", amigo del ensayista y dramaturgo Castelao y del pintor Francisco Llorens. 

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Si su figura no hubiese existido, habría sin duda otros edificios en Madrid y en Galicia, donde principalmente se encuentran sus obras, pero "no sé si serían igual de icónicos que los que tenemos hoy en día". En ese supuesto, "la capital habría carecido de un referente que lo fue en muchos aspectos", sentencia Bonet.

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