CULTURA

Los secretos mejor guardados de la arquitectura brutalista en Madrid: "Hay muchísimos edificios"

El libro Madrid Brutal recoge 45 muestras de brutalismo, un estilo que pese a levantar pasiones en todo el mundo nunca se etiquetó como tal en nuestro país

Analía Plaza

El trabajo como repartidor de paellas por Chamartín, uno de los distritos más ricos de Madrid, descubrió a Alejandro García Alcántara un montón de edificios que encajaban dentro del brutalismo, una corriente arquitectónica que despierta pasiones en comunidades de internet.

"Esa zona se construyó en los sesenta y setenta, durante el boom inmobiliario. Empecé a hacer fotos, a crear un pequeño archivo y abrí una cuenta de Instagram", explica a EL PERIÓDICO DE ESPAÑA. Nacida en 2021, la cuenta (@madrid_brutalism) creció hasta convertirse en el germen de Madrid Brutal (La Librería), un libro que recoge 46 edificios representativos de la arquitectura brutalista madrileña. Algunos, como Torres Blancas, la facultad de Ciencias de la Información de la Complutense o la Torre de Valencia, son muy conocidos. Pero hay joyas menos evidentes, como el edificio de viviendas L.G.M en la zona de Cuzco, la parroquia Santa Ana y La Esperanza en Moratalaz y las pirámides de la calle Potosí.

"Es una selección", comenta el autor. "Hay muchos que se han quedado fuera, muchos que he ido descubriendo y muchos que aún no he ido a ver. Hice criba e incluí los que creía que no podían faltar. La cantidad de edificios brutalistas que hay en Madrid es una pasada". Y eso que el volumen solo muestra edificios en el interior de la ciudad, no en los municipios de alrededor, donde "aún queda bastante".

Brutalismo a la española

Sorprende que existiendo tantos exponentes brutalistas en la capital y que habiéndose creado tanto contenido alrededor de esta tendencia en los últimos años —hay libros, revistas, láminas, tazas y hasta puzzles en tres dimensiones para recrear edificiosno hubiera aún un libro sobre el Madrid brutal.

La arquitectura brutalista nació en Francia y Reino Unido en los años 60 y 70. El término procede del francés béton brut (en español, hormigón a la vista) y describe edificios no solo construidos en hormigón, sino "con vocación escultórica, formalmente muy llamativos y con volúmenes muy potentes", describe Daniel Díez, arquitecto y profesor de la Escuela de Arquitectura de la Universidad Politécnica de Madrid. "Suelen ser edificios muy grandes, con aspecto tosco, rugoso, aspero... No son pulidos, al contrario: se ven las imperfecciones. El brutalismo reivindica la honestidad material, la belleza dentro de la imperfección. Es un posicionamiento ético muy interesante. E intenta dejar todo muy expuesto, que se entienda muy bien dónde están las instalaciones. Pero es un término que se ha puesto tan de moda últimamente que cada vez que hay hormigón la gente dice: brutalismo".

La corriente se extendió por todo el mundo. "África, Europa, Japón... En los 60 y 70 España se abre internacionalmente y crece muchísimo. Los arquitectos empiezan a viajar, ven lo que se hace fuera y también lo adoptan", añade Díez. Sin embargo, nadie lo llama brutalismo aquí.

"Si buscas la palabra brutalismo en la revista del Colegio de Arquitectos de Madrid, salen dos artículos", dice David García-Asenjo, arquitecto y profesor en la Universidad Rey Juan Carlos y la Universidad de Alcalá. Tanto es así que dos de los principales arquitectos brutalistas en España jamás se consideraron a sí mismos como tal.

La Casa Carvajal, de Javier Carvajal, es conocida por salir en un videoclip de C. Tangana / Fundación Docomomo Ibérico

"Si tú hubieras hablado con Sáinz de Oíza, autor de Torres Blancas, o con Javier Carvajal, autor de la Casa Carvajal, no habrían usado el término. El brutalismo tuvo una incorporación tardía a la arquitectura moderna y cuando lo hizo encontró su lenguaje propio. Los primeros brutalistas fueron Alison y Peter Smithson y el primer edificio definido como tal [una escuela en Reino Unido] es de estructura metálica y paredes de vidrio. Luego se mezcló con el hormigón armado que usaba Le Corbusier", continúa García-Asenjo. "El arquitecto español que más brutalismo hizo fue Fernando Moreno Barberá, autor de la Universidad Laboral de Cheste, y no definió así su arquitectura".

La Universidad Laboral de Cheste, icono de la arquitectura brutalista en España / Ministerio de Cultura

Oíza y Fernando Higueras, de quien aparecen dos obras en el libro —el Edificio Princesa, las viviendas para militares que hay en la glorieta de San Bernardo, y el Instituto del Patrimonio Nacional, la llamada Corona de Espinas— "tendían más al organicismo", dice el autor del libro. Javier Carvajal "es más ortodoxo y cercano al brutalismo estadounidense", añade.

El arquitecto brutalista español más significativo es, para él, José Luiz González Cruz, de quien recoge cinco obras: un bloque de viviendas en la calle Federico Rubio Galí, el centro de Clasificación Postal Madrid-Chamartín, el conjunto residencial Vista Hermosa, el Edificio LGM y el hotel Princesa Plaza.

Iglesias y viviendas para clases altas

Madrid Brutal está dividido en seis capítulos: arquitectura residencial, arquitectura religiosa, escolar, institucional, administrativa y comercial y otras arquitecturas. Es llamativo que toda la arquitectura residencial madrileña se concentre en barrios pudientes, cuando el estilo brutalista en otros países —Francia, Reino Unido y la antigua Unión Soviética— se utilizó para vivienda social.

"El 95% de los edificios brutalistas residenciales está en barrios muy buenos", dice García Alcántara. ¿Los motivos? Los consultados apuntan varios: que a los arquitectos famosos de la época, los que estaban al tanto de las tendencias internacionales, los llamaban promotoras de zonas altas, y que en los extrarradios obreros se tiró de ladrillo visto porque la mano de obra para trabajarlo era más barata. "Encofrar el hormigón requiere mano de obra más especializada", apunta García Asenjo. "Aquí la vivienda social se hizo con ladrillo por falta de medios y sin la idea de grandes edificios, el lenguaje que se adoptó en Reino Unido".

Los Robin Hood Gardens, de Peter y Alison Smithson, un edificio de vivienda social en Reino Unido que fue demolido / Krzysztof Szczepaniec / Wikiarquitectura

Además de en residencial, hay ejemplos de brutalismo madrileño en edificios institucionales (el SEPE, el complejo ministerial de Cuzco, el Tribunal Constitucional o los Servicios Centrales del Instituto Nacional de la Seguridad Social), universitarios (además de la facultad de Ciencias de la Información de la UCM, la de Biológicas, el Liceo Francés, Estadística de la UCM, Humanidades de la UNED o el Colegio Asunción Cuestablanca, en Sanchinarro) e iglesias.

"En aquel momento, la iglesia empieza a renovarse y a hacer muchas iglesias pequeñas por España", dice Díez. "Y paradójicamente está a la vanguardia arquitectónica y artística, pese a ser una institución tan conservadora". Un ejemplo es la parroquia Santa Ana y La Esperanza en Moratalaz, de Miguel Fisac.

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"Todo esto nos da una idea de que un tipo de arquitectura no es bueno o malo per se", concluye Díez. "Me acuerdo de un arquitecto búlgaro al que le conté que el brutalismo estaba de moda y me dijo que le recordaba a lo mal que lo había pasado su familia en la Guerra Fría. En Reino Unido el brutalismo son grandes complejos de vivienda social pero también grandes edificios culturales, como el Barbican o el National Theater. Es una etiqueta complicada".

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