ESPAÑA VACIADA
Venden por 400.000 euros un pueblo abandonado de Burgos al lado del que compró un matrimonio holandés
El portal Aldeas Abandonadas saca a la venta Valdearnedo, una aldea de 50 casas que quedó deshabitada a principios de los años 80
Se encuentra a 18 kilómetros de Bárcena de Bureba, el pueblo adquirido por una pareja de Ámsterdam para montar una ecoaldea
Vista del pueblo de Valdearnedo, en la comarca burgalesa de la Bureba, que se ha puesto a la venta por 400.000 euros. / AYUNTAMIENTO DE CARCEDO DE BUREBA
Valdearnedo, un poblado de Burgos deshabitado desde 1983, podría volver a tener vida muy pronto. El portal inmobiliario Aldeas Abandonadas acaba de sacar una oferta en la que pone a la venta las 50 casas "a reformar" que componen la villa por 400.000 euros. Se da la circunstancia de que hace menos de un año un matrimonio holandés compró otro pueblo abandonado de la comarca de la Bureba -Bárcena de Bureba, situado a apenas 18 kilómetros de Valdearnedo-, donde están levantando una ecoaldea.
En el anuncio publicado por el portal se explica que se trata de una "zona tranquila", con "un buen acceso" y que además se tiene la posibilidad de comprar también fincas aledañas a la población, situada a 38 kilómetros de Burgos capital. Eso sí, la agencia inmobiliaria especializada en venta de fincas rústicas advierte que la oferta es solo para "clientes con capacidad económica" y que deben firmar un acuerdo de "confidencialidad".
Sin luz ni agua potable
De hecho, en el anuncio no se especifica que pueblo es, pero Diario de Burgos lo ha adelantado. Se trata de una antigua aldea en una zona arcillosa donde hace alrededor de dos siglos habitaban cerca de 30 personas, según explica la página web de Carcedo de Bureba, la localidad a la que pertenece la pedanía, que nunca contó ni con luz ni con agua potable.
Perspectiva de la iglesia románica del siglo XII derruida de Valdernedo. / AYUNTAMIENTO DE CARCEDO DE BUREBA
El despoblado, situado en una zona de paisaje de aspecto desértico conocida con Las Torcas, cuenta con una iglesia del siglo XII, de estilo románico, que está en una de las lomas de esta aldea que tenía tres calles y de la que salían varios caminos hacia varios pueblos cercanos, entre ellos Bárcena de Bureba.
Holandeses compraron el pueblo de al lado
Los holandeses Maaike Geurts y Tibor Strausz compraron esta aldea de la que su último habitante marchó también en los 80. Analista de datos y programador y residentes en Ámsterdam, se hicieron con el despoblado, con 65 construcciones semiderruidas y rodeado de olmos, enebros y encinas, por poco más de 350.000 euros, un precio muy por debajo del anunció que salió primero en Idealista y luego en el portal Aldeas Abandonadas.
Ambos se plantearon hace alrededor de dos años venir a vivir a un sitio como el burgalés "tras ver un documental sobre desertificación en España", explicó Maaike a EL PERIÓDICO DE ESPAÑA durante una visita a la aldea, a la que acuden durante varias épocas al año para ponerlo a punto.
Bosque con plantas y árboles
Su objetivo es crear un bosque de alimentos con gran variedad de especies de plantas y árboles que den frutos o sean comestibles, convirtiendo Bárcena en una ecoaldea que sea un “ejemplo” de biodiversidad que muestren que se pueden “hacer las cosas de otra manera”.
Los holandeses Maikee y Tibur posan con sus hijas en Bárcena de Bureba, el pueblo de Burgos que compraron hace apenas un año. / ALBA VIGARAY
“Parte del objetivo es inspirar a la gente. Queremos tener un bosque frutal autosuficiente; no sabemos si totalmente autosuficiente, pero es algo que queremos enseñar, y demostrar, que se puede vivir de un bosque frutal”, insistía a este periódico Maaike, que junto a su marido están abiertos a voluntarios que quieran venir a ayudar y se queden aquí a vivir: “Queremos que venga gente a ayudarnos. Ya hay gente en Holanda que nos ha dicho que estaría interesada en venir; a mucha gente le gusta trabajar con sus manos”.
La pareja, que ahora mismo se encuentra en Barcena junto a sus hijas Trisa y Riva, de nueve y siete años, se decantaron por esta localidad, rodeada de colinas arcillosas de color naranja y que les enamoró pese a que las hierbas y la hiedra han ido colonizando los caminos y las paredes de las casas.
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