CATALUÑA
Aragonès y Rovira reivindican el Govern del "fin de la represión" y apuntan hacia el referéndum
"Pensaba que no tendría tiempo de ver a un presidente de la Generalitat de ERC", ha admitido Rovira consciente de que el actual ejecutivo tiene los días contados
El president de la Generalitat en funciones, Pere Aragonès, con Marta Rovira, Ruben Wagensberg y Oleguer Serra
Seis años y medio después de haberse refugiado en Ginebra para evitar la cárcel, Marta Rovira ha vuelto a pisar la plaza de Sant Jaume y a ser recibida solemnemente y en libertad en la galería gótica del Palau de la Generalitat, el edificio desde donde encabezó clandestinamente la dirección del 1-O. Sabe que la Seis años y medio después de haberse refugiado en Ginebra para evitar la cárcel, Marta Rovira ha vuelto a pisar la plaza de Sant Jaume y a ser recibida solemnemente y en libertad en la galería gótica del Palau de la Generalitat, el edificio desde donde encabezó clandestinamente la dirección del 1-O. Sabe que la Catalunya a la que regresa no es la del 2017. El independentismo ha sufrido duros reveses en las últimas contiendas electorales, un fuelle que ha ido perdiendo en paralelo al camino de la desjudicialización del conflicto. Tampoco había calculado que su regreso coincidiría con el epílogo del Govern de Pere Aragonès, que hace las maletas al compás de una ERC que deshoja una perversa margarita: o investir a Salvador Illa o ir a una repetición de comicios con una perspectiva nefasta para los republicanos.
"Pensaba que no tendría tiempo de ver a un presidente de la Generalitat de ERC", ha admitido Rovira consciente de que el actual ejecutivo tiene los días contados. Tres años de Govern de los republicanos que tanto Aragonès como la secretaria general del partido se han esmerado en subrayar que no han sido en vano porque esta será recordada como la legislatura del "fin de la represión". Ya sin corsés ni complejos que años atrás sí que pesaron ante Junts, ERC ha reivindicado la paternidad de los indultos, de la supresión del delito de sedición y, ahora también, de una amnistía que ha reconocido que está a medio aplicar. Sin ir más lejos, el regreso de Carles Puigdemont, Toni Comín y Lluís Puig está pendiente.
Sin embargo, ambos han querido dejar claro que, una vez culmine la exoneración de las causas abiertas por el 'procés', camino que Rovira ha aprovechado para recordar que ha desbrozado ERC "en solitario y de forma incomprendida" en muchas ocasiones, nada acaba. El president en funciones ha definido la puesta a cero del contador judicial como una "gran victoria de país" que, a su vez, debe suponer un "punto de inflexión para dar un paso adelante en la resolución del conflicto de soberanía". No ha pronunciado la palabra referéndum, pero lo ha dado a entender en plenas negociaciones con los socialistas con el concierto económico en el epicentro.
Rovira ha acudido a la cita en Palau junto al diputado Ruben Wagensberg y el vicepresidente de Òmnium, Oleguer Serra, mientras que no han acudido el periodista Jesús Rodríguez y el activista Josep Campmajó. A Rovira, así como a Wagensberg, que es diputado, y a los tres activistas les quedará pendiente ser recibidos, previsiblemente también esta semana, por el presidente del Parlament, Josep Rull. La última vez que Rovira bajó las escalinatas de honor de la institución fue el 22 de marzo de 2018 junto a Carme Forcadell y Dolors Bassa con lágrimas en los ojos. Las tres anunciaron que renunciaban a su escaño la víspera de su declaración ante el Tribunal Supremo. Rovira jamás acudió, mientras que la expresidenta de la Cámara y la exconsellera acabaron sumando tres años y medio de cárcel.a la que regresa no es la del 2017. El independentismo ha sufrido duros reveses en las últimas contiendas electorales, un fuelle que ha ido perdiendo en paralelo al camino de la desjudicialización del conflicto. Tampoco había calculado que su regreso coincidiría con el epílogo del Govern de Pere Aragonès, que hace las maletas al compás de una ERC que deshoja una perversa margarita: o investir a Salvador Illa o ir a una repetición de comicios con una perspectiva nefasta para los republicanos.
"Pensaba que no tendría tiempo de ver a un presidente de la Generalitat de ERC", ha admitido Rovira consciente de que el actual ejecutivo tiene los días contados. Tres años de Govern de los republicanos que tanto Aragonès como la secretaria general del partido se han esmerado en subrayar que no han sido en vano porque esta será recordada como la legislatura del "fin de la represión". Ya sin corsés ni complejos que años atrás sí que pesaron ante Junts, ERC ha reivindicado la paternidad de los indultos, de la supresión del delito de sedición y, ahora también, de una amnistía que ha reconocido que está a medio aplicar. Sin ir más lejos, el regreso de Carles Puigdemont, Toni Comín y Lluís Puig está pendiente.
Sin embargo, ambos han querido dejar claro que, una vez culmine la exoneración de las causas abiertas por el 'procés', camino que Rovira ha aprovechado para recordar que ha desbrozado ERC "en solitario y de forma incomprendida" en muchas ocasiones, nada acaba. El president en funciones ha definido la puesta a cero del contador judicial como una "gran victoria de país" que, a su vez, debe suponer un "punto de inflexión para dar un paso adelante en la resolución del conflicto de soberanía". No ha pronunciado la palabra referéndum, pero lo ha dado a entender en plenas negociaciones con los socialistas con el concierto económico en el epicentro.
Rovira ha acudido a la cita en Palau junto al diputado Ruben Wagensberg y el vicepresidente de Òmnium, Oleguer Serra, mientras que no han acudido el periodista Jesús Rodríguez y el activista Josep Campmajó. A Rovira, así como a Wagensberg, que es diputado, y a los tres activistas les quedará pendiente ser recibidos, previsiblemente también esta semana, por el presidente del Parlament, Josep Rull. La última vez que Rovira bajó las escalinatas de honor de la institución fue el 22 de marzo de 2018 junto a Carme Forcadell y Dolors Bassa con lágrimas en los ojos. Las tres anunciaron que renunciaban a su escaño la víspera de su declaración ante el Tribunal Supremo. Rovira jamás acudió, mientras que la expresidenta de la Cámara y la exconsellera acabaron sumando tres años y medio de cárcel.
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