CURSO POLÍTICO

La política española, del amarillo al rosa

Analizamos los gestos sobre cómo se saludan, se miran o se sientan como en esa modalidad televisa de análisis del lenguaje no verbal que tanto abundan en los programas rosa

Uno de los leones del Congreso de los Diputados en una imagen de archivo. / EFE/Mariscal

Nuestra política ya no se parece a una serie de Netflix o de HBO como apuntaba Eduardo Madina en una entrevista viral de hace tres años, en la que la velocidad de los capítulos hace que en unas semanas ya nadie se acuerde de parte del guion, y, por lo tanto, se pueda decir lo uno y lo contrario. O igual sí, pero además este último año hemos entrado en una nueva dimensión menos elaborada audiovisualmente que se asemeja a las portadas de las revistas del corazón. Declaraciones de los principales protagonistas, que han opacado, por otra parte, a las siglas del partido dándose la réplica a golpe de titular, igual que en los procesos de separación de las estrellas del papel cuché.

La paternidad sobre las propuestas de rebaja del IVA energético es utilizada por unos u otros como poseedores del camino de la verdad, cuando casi todos sabemos que solo es el principio urgente de la crisis de mercado y de modelo que vivimos. Analizamos los gestos sobre cómo se saludan, se miran o se sientan como en esa modalidad televisa de análisis del lenguaje no verbal que tanto abundan en los programas rosa. No deja de ser chocante que cuanto más en serio van las cosas, cuando las cancillerías europeas están a toda máquina, cuando los relevos geoestratégicos están adquiriendo tanta velocidad, nos estemos o nos estén entreteniendo con las actuaciones declarativas que componen el ruido de fondo de un plató de sobremesa.

No es este un discurso de la antipolítica, todo lo contrario, es un reclamo a la vuelta de la gravedad en el mejor de los sentidos y al abandono de los juegos florales porque mientras tanto de manera subrepticia se están fraguando los verdaderos movimientos. El líder del PPAlberto Núñez Feijóo, tantea cómo puede desembarazarse de Vox, no de sus votantes, acercarse al PNV por si necesita de sus votos imitando al marianismo, e hilar un relato sobre la política lingüística en Cataluña que no contradiga su gestión idiomática del gallego.

La coalición de gobierno intenta recomponer sus aireadas diferencias buscando una agenda común de mínimos que les permita llegar a las precampañas del 2023, por mucho que la ministra Yolanda Díaz haya encendido al inicio del curso las luces rojas frente a la inversión armamentística del Gobierno. La pugna por el liderato entre Junts per Cat y ERC hace que ellos mismos pongan sordina ante gestos tan reprobables como el de la expresidenta Laura Borrás, pero nos dirigen la atención sobre ellos.

Y mientras el giro pragmático de EH Bildu y LAB han levantado el tablero de la política vasca. No nos despiste la espuma de los días, la proyección de la realidad es más oblicua de lo que nos dejan ver.