APOYO A UN SÁHARA MARROQUÍ

El acuerdo obliga a Marruecos a desistir de Ceuta, Melilla y las Islas Canarias

Rabat se compromete a a respetar la "integridad territorial" de España, lo que aleja la reclamación de que las dos ciudades autónomas y las Canarias son territorio marroquí

Ha sido unas de las condiciones que ha puesto el Gobierno español para ceder y dar su apoyo al plan autonomista de Marruecos para el Sáhara Occidental

Manifestantes marroquíes en la frontera de Melilla durante una protesta para reclamar la anexión de Ceuta y Melilla a Marruecos coincidiendo con la visita de los Reyes a la ciudad autónoma en 2007. / SAMUEL ARANDA / EL PERIODICO

España y Marruecos pusieron fin este viernes a ocho meses de continuas e intensas negociaciones, que han implicado a Mohamed VI, al Rey y a Pedro Sánchez y que han concluido con el reconocimiento español al plan marroquí de autonomía para el Sáhara Occidental y el compromiso de Rabat de renunciar a la demanda de Ceuta, Melilla y las Islas Canarias. El Gobierno español asume "la iniciativa de autonomía marroquí, presentada en 2007, como la base más seria, realista y creíble para resolver las diferencias" para acordar una solución a un conflicto que se arrastra desde 1975 y Marruecos, a su vez, se compromete a garantizar la "integridad territorial" de España.

Estos son los términos del acuerdo que supone en comienzo de una "nueva etapa" y el resumen de las dos principales reclamaciones de ambos. Si para Rabat el apoyo a la marroquinidad del Sáhara era una condición ineludible para retomar las relaciones diplomáticas, para España era también fundamental blindar Ceuta y Melilla. El temor en Madrid era que una vez que el reino alauí logre el Sáhara intensifique la reivindicación de las dos ciudades y de las Islas Canarias. El miedo estaba absolutamente fundado ya que Marruecos ha expresado esta reclamación públicamente.

"CEUTA Y MELILLA, MARROQUÍES"

El Gobierno escribió este viernes una nueva página en sus relaciones con el reino alauí, con la que se pone fin a una crisis diplomática que empezó exactamente el 10 de diciembre de 2020, cuando Donald Trump avaló que el Sáhara era una parte más de Marruecos. La falta de apoyo del Gobierno en ese momento enfadó a Rabat que, como castigo, suspendió la Reunión de Alto Nivel prevista una semana después. A partir de ese momento aumentaron las hostilidades hacia España pero sólo salieron a la superficie con la excusa de la atención hospitalaria al líder del Frente Polisario, Brahim Ghali.

El Rey Felipe VI y Mohamed VI durante la firma de acuerdos bilaterales en febrero de 2019. / Casa Real

Pocos días después del pronunciamiento de Trump el entonces primer ministro marroquí, Saadeddine al Othmani, aseguró en una entrevista concedida a una cadena egipcia que había llegado el momento de hablar de Ceuta y Melilla. "Llegará el día", advirtió, en que se reabrirá "el asunto de Ceuta y Melilla, territorios marroquíes como el Sáhara".

LAS DOS CIUDADES, EL SIGUENTE PASO

España era consciente, y así ha podido confirmarlo EL PERIÓDICO DE ESPAÑA de fuentes gubernamentales y de Defensa, que la exigencia de sumar las dos ciudades autónomas era el siguiente paso de la monarquía alauí, una vez que lograra desatascar el conflicto territorial del Sáhara. La reivindicación de Ceuta y Melilla también es para Mohamed VI una causa nacional. Por eso el respeto a la "integridad territorial" de España era una de las cuestiones que el ministro de Exteriores, José Manuel Albares, lleva meses negociando, junto a la solicitud de que se abstengan de "toda acción unilateral", que es un modo de decir que no vuelva a repetirse la avalancha de inmigrantes enviados por Rabat en mayo pasado a las costas de Ceuta para presionar a España.

Estas son las contrapartidas que ha obtenido el Gobierno junto a, por supuesto, el restablecimiento de las relaciones diplomáticas que permite a España contar con Marruecos en la lucha contra la inmigración, el narcotráfico y el yihadismo, que para nuestro país, como entrada sur de Europa, son cuestiones vitales.

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/ Agencia ATLAS | Foto: EFE

LA IMPLICACIÓN DEL REY

Para poder alcanzar este pacto fue incluso necesario, en enero pasado, contar con la ayuda de Felipe VI, ante la falta de avances concretos y como modo de elevar la política de gestos hacia Mohamed VI. Durante meses se había especulado con que sólo la intervención del Rey podría contribuir a solucionar el conflicto pero no se había llegado a dar el paso. Aprovechando su discurso en la recepción al cuerpo diplomático acreditado en España en el Palacio Real, el Rey aseguró que "ambas naciones debemos caminar juntas para empezar a materializar ya una nueva relación. Se trata de encontrar soluciones a los problemas que preocupan a nuestros pueblos".

Fue una importante contribución pero ni siquiera su intervención logró automáticamente poner fin a a las crisis entre ambos países. De hecho, España interpretó como una advertencia de Marruecos los recientes saltos a la valla de Melilla, como un manera de presionar cuando prácticamente se estaba culminando el pacto que se conoció el viernes. En ese sentido debe interpretarse que el ministro de Interior, Fernando Grande-Maslaska, siempre rebajara públicamente la responsabilidad del lado marroquí.

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Al final el acuerdo se ha producido justo cuando toda la política exterior de España está volcada en la guerra en Ucrania. O precisamente por eso. Porque el Gobierno no quería tener abierto ninguno otro polo de tensión, en un momento en que se sigue con mucha preocupación el conflicto y se teme que Vladímir Putin esté tratando de provocar a la OTAN para iniciar una guerra a gran escala.

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