Opinión | JUEVES SOCIALES

¿Civilizados?

Ellos no olvidarán, seguro, pero nosotros pronto andaremos enredados en otras cosas más o menos graves, igual que hicimos con la pandemia y otras tantas desgracias

Efectos de la dana en el municipio de Alfafar

Quizá lo único que vamos a aprender de la desolación de la comunidad valenciana es que no aprenderemos nada de estos días. Nunca aprendemos. Pasáremos página en muy poco tiempo, y otro asunto urgente ocupará las pantallas, los diarios y las ondas, y olvidaremos rápido a quienes ahora tanto nos importan. Ellos no olvidarán, seguro, pero nosotros pronto andaremos enredados en otras cosas más o menos graves, igual que hicimos con la pandemia y otras tantas desgracias de las que íbamos a salir mejores. Ahora los titulares hablan del peligro de las zonas inundables en España, de cauces secos durante años que algún constructor o ayuntamiento consideró edificables, como si unos pocos años importaran a la memoria del río, que tarde o temprano regresará por donde siempre trazó su camino. No se pedirán responsabilidades a los que aproximaron las ciudades a los barrancos, ni a quienes tardaron en dar la orden de cerrar escuelas, universidades, fábricas o centros comerciales.

"En unos días dejará de llover, y volveremos a sentirnos civilizados, superiores, reyes de la creación capaces de dominar con nuestra inteligencia cualquier adversidad. Nos sentiremos de nuevo a salvo de la tormenta, olvidaremos sus consecuencias y viviremos al margen de la naturaleza en la que habitamos. Seguiremos saqueando mares, ríos y bosques, y nos creeremos soberanos de un reino que nunca podremos controlar, reyes de un mundo que agoniza, exactamente igual que todos nosotros"

En este infantil juego de acusaciones de fuiste tú, no tú, se disipará la rabia de esta semana, y las mentes y las manos se ocuparán de levantar las casas, los cadáveres, de construir las vidas desde cero. Pero, aunque quisiera pensar lo contrario, ser más optimista o más crédula, cada vez estoy más convencida de que no aprenderemos nada. No recordaremos que esta catástrofe sacó lo mejor y lo peor de todos nosotros, como siempre. Que mientras los indeseables saqueaban la primera noche las tiendas y las casas, hubo muchos que ofrecieron su ayuda antes de que llegara el ejército, y arriesgaron su vida para salvar a quienes estaban a punto de morir.

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Que mientras algunos se alegraban en las redes de los insultos a los reyes y al presidente, y además las inundaban de bulos, hubo quien las utilizó para reunir ayuda, organizar camiones o preparar almacenes para que se llenaran de alimentos. En unos días dejará de llover, y volveremos a sentirnos civilizados, superiores, reyes de la creación capaces de dominar con nuestra inteligencia cualquier adversidad. Nos sentiremos de nuevo a salvo de la tormenta, olvidaremos sus consecuencias y viviremos al margen de la naturaleza en la que habitamos. Seguiremos saqueando mares, ríos y bosques, y nos creeremos soberanos de un reino que nunca podremos controlar, reyes de un mundo que agoniza, exactamente igual que todos nosotros.

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