Opinión | PENSAMIENTO PERIFÉRICO

El encaje constitucional de los 'barones'

El acuerdo del PSC y Esquerra con el beneplácito del presidente de Gobierno ha puesto de nuevo en el epicentro a los denominados “barones”, sean del PSOE o del PP y ha provocado un pulso entre Pedro Sánchez y Alberto Núñez Feijóo

Isabel Díaz Ayuso y Feijóo en la cumbre de presidentes del PP. / José Luis Roca

El empeño durante la transición en que el reconocimiento de las autonomías históricas no significara la aceptación de “singularidades” ha derivado en la existencia de 17 mercados electorales que incentivan, como les gusta decir a los politicólogos, tanto corrientes centrífugas como centrípetas, alternándose los papeles de los líderes autonómicos del PSOE y del PP. Mientras, las comunidades gobernadas por fuerzas nacionalistas locales han creado sus propias dinámicas internas con subastas al alza a favor de una mayor singularidad. Si estas dinámicas se conjugan con el peso de las minorías nacionales en el Congreso de los Diputados el resultado es una parálisis institucional como la que estamos viviendo.

En este contexto, el acuerdo del PSC y Esquerra con el beneplácito del presidente de Gobierno ha puesto de nuevo en el epicentro a los denominados “barones”, sean del PSOE o del PP y ha provocado un pulso entre Pedro Sánchez y Alberto Núñez Feijóo para ver cuál de los dos controla mejor a sus “barones” que viven entre la espada de quedar bien con su jefe y la pared de defender los intereses de sus electores. Sánchez ha tratado de atraer a los presidentes autonómicos del PP ofreciéndoles más dinero y la condonación de la deuda. Feijóo ha salido al corte y les ha prohibido caer en esa dinámica. Por contra, los "barones" del PSOE, la mayoría en la oposición, han aguantado la respiración para no rebelarse contra la propuesta de Sánchez.

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La militancia en uno u otro partido se revela de esta manera como un obstáculo para defender los intereses de los ciudadanos en cada uno de esos 17 mercados electorales autonómicos. De manera que lo que se hizo para equilibrar el poder territorial se está convirtiendo en un elemento que hace ingobernable el Estado y... los partidos. Como se evidenció en la pandemia, España es un estado descentralizado con graves deficiencias para favorecer la cogobernanza más allá de las afinidades partidistas. Vamos, que Sánchez puede cuadrar a García Page o a Lambán como secretario general del PSOE, pero nada puede hacer como presidente del Gobierno. Para algunos, los barones no son otra cosa que la traslación contemporánea de los caciques del turno. Pero no, compiten en mercados electorales abiertos aunque su exigencia de defender los intereses de sus votantes sea más fácil de cumplir en los partidos que en las instituciones. No tienen encaje constitucional.

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