Opinión | LA CARTILLA DE LA DIRECTORA

Sánchez, el baile y el ruido

A los socialistas les va a subir la temperatura en los próximos días, según avance la negociación, porque los populares no perderán ocasión de azuzar la polémica ante la opinión pública

Pedro Sánchez. / EP

Último acto en la representación de la no-investidura del popular Alberto Núñez Feijóo. Este viernes el gallego sale del Congreso sin la presidencia del Gobierno que fue allí a buscar. Abandona el Parlamento literalmente derrotado, aunque él se siente ganador. Sus colaboradores alegan que la derrota es aritmética -172 diputados a favor de PP, Vox, UPN y CC frente a 178 en contra del resto de la Cámara-, pero que su triunfo es político. Y relevante. ¿Por qué? Porque en el PP sienten que su jefe se ha consolidado como líder "indiscutible" de la derecha española, en la calle e instituciones. Que la amenaza de Vox por su diestra se ha desdibujado (pese a ser el socio que le ha facilitado una importantísima suma de gobiernos regionales y locales) y que además de a PSOE y a independentistas, en las últimas horas Feijóo también ha sabido plantar cara a los nacionalismos con los que pretende reanudar relaciones o, si no es posible, robarles votos en próximos comicios.

Quizás sea en esta última lectura donde la cúpula del PP parezca más desorientada en los tiempos que corren. El PNV ha acumulado mucha experiencia y matices en las últimas décadas y, sobre todo, es incompatible con la alianza de ultraderecha que mantienen los populares. Añádase la amenaza que supone para los nacionalistas vascos el ascenso imparable de Bildu, que achica su posibilidad de correr riesgos. Es complicado imaginarse al actual votante peneuvista aceptar un viraje hacia Feijóo. Aún más sorprendente resulta pensar en un volantazo de esas características desde Junts, organización en la que la antigua y conservadora Convergència es un (mal) recuerdo, más que una corriente dominante, como parecen pensar aún desde la madrileña calle Génova.

En todo caso, una vez pasado el turno de investidura del jefe del PP, llega otra ronda de grupos parlamentarios con el jefe del Estado y, a buen seguro, un segundo intento de investidura: el del socialista Pedro Sánchez. Él ha ordenado a los suyos acelerar la negociación con los múltiples aliados que debe garantizarse, sin presionar en exceso a sus interlocutores, pero como ha publicado este diario, con la idea en la cabeza de poder formar gobierno antes de que termine octubre. Eso ya ha colocado el foco en el PSOE y en sus contactos con los de Carles Puigdemont, ERC y compañía. Se ha abierto el baile y algún que otro pisotón se van a llevar los socialistas para que recuerden que no habrá investidura gratis. Ni barata. Ni indolora… Y que la amnistía ya se da por segura y hasta por amortizada. Valga como ejemplo el acuerdo al que llegaron ayer en el Parlament ERC y Junts para lanzar un mensaje común a Sánchez: si no quiere abandonar la Moncloa, tendrá que conceder una amnistía al 1-0, sí, pero también sentar las bases para un futuro referéndum. Uff. Incluso doble uff.

A los socialistas les va a subir la temperatura en los próximos días, según avance la negociación, porque los populares no perderán ocasión de azuzar la polémica ante la opinión pública. Por si se cae el tinglado a última hora e irrumpe una repetición electoral. A esta hora, nada es seguro. Nada es descartable. El PSOE, de la mano del PSC, remitió a la prensa un comunicado para responder al primer gran pisotón de ERC y Junts en el que se repetía muchas veces la palabra "diálogo", pero a la vez se recordaba que los márgenes para negociar son los de la Constitución y que lo aconsejable es "no profundizar en la ruptura y la discordia". "Ruptura y discordia" que pueden esconderse tras la exigencia de una consulta… ¿Entonces?

Es evidente que a los independentistas catalanes no les ha gustado que Sánchez dijera ante los socialdemócratas europeos que habrá gobierno progresista "en poco tiempo". Les debe haber parecido que da mucho por hecho sin haber sudado la camiseta. Y se la van a hacer sudar… coaligados, ERC y Junts, y por separado, por aquello de su rivalidad para ver quién inflama más. Vienen horas de ruido. Sánchez tendrá que enseñar pronto cuáles son sus nueces para negociar si no quiere ensordecer antes de lo previsto.

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