Cuando el jueves nos despertamos con la noticia del ataque de Rusia a Ucrania, las redes sociales se empezaron a llenar de mensajes. Aunque no se supieran bien las razones que hay detrás, se mostraba solidaridad con una población a la deriva. La imagen con la frase "No a la guerra" se multiplicaba por Facebook, Twitter o Instagram.
Miré unos segundos una de esas imágenes y pensé en todo aquello que hay antes de un 'No a la guerra', que son años de tensión y rivalidad. Recordé al reportero Ryszard Kapuściński cuando decía que “las guerras siempre empiezan mucho antes de que se oiga el primer disparo, comienzan con un cambio del vocabulario en los medios”. Y yo añadiría, ahora, "y en las redes sociales".
Para ir hacia una guerra hay que generar antes un rencor que justifique todo. Y para alentar el odio, en Ucrania, en Rusia o aquí mismo, solo hay que promover la confrontación y hacer de todo un motivo de disputa. Incluso de los propios derechos humanos, que se cuestionan y se niegan aquí también, y que siempre chocan con un modelo económico que antepone el dinero a las personas. Nunca pensemos que una guerra no puede tocarnos. La vivieron nuestros abuelos y abuelas y nuestras madres y padres crecieron en la posguerra. No hace mucho de esa etapa.
Seguirán las frases del 'No a la guerra', pero habrá quien la diga habiendo contribuido en su entorno a lo contrario"
Antes de cualquier conflicto, las palabras se convierten en armas. El vocabulario de enemigos, los golpes en el pecho por la patria, la inquina y el rencor desde las tripas, la violencia justificada, el ataque a los derechos, la banalidad del mal… Todo suma. Estos días seguirán las frases del 'No a la guerra' pero habrá quien la diga habiendo contribuido en su entorno, en su pueblo, en su ciudad o en su país a todo lo contrario. Porque con los medios que aplaudimos, con cada tuit que escribimos, con cada conversación que mantenemos con los nuestros, echamos leña al fuego o contribuimos a apagarlo. De lo contrario solo creamos personas sin conciencia y sin empatía, dominadas por impulsos. Por algo, la historia siempre se repite.