El Carnaval se celebra hacia afuera, pero también hacia adentro. Comer rico, por ejemplo, constituye una buena forma de disfrutar de los placeres mundanos consagrados en estas fechas. Y no hay mejor manera de dar rienda suelta a la gula que alimentándola con bocados deliciosos. Por eso, en estas fiestas es una tradición pecar con los dulces. Algunos, muy asociados históricamente a ellas, como las orejas de Carnaval.
Preparar este postre, una tentación difícil de resistir, no es difícil. Solo tenemos que seguir unos pasos sencillos.
Ingredientes
500 gramos de harina
Dos huevos
100 gramos de mantequilla
50 ml de anís
Sal
Ralladura de un limón
200 ml de agua templada
Aceite de oliva virgen extra
Aceite de girasol
100 gramos de azúcar glass
Elaboración
Derretimos la mantequilla y la mezclamos en un bol con el agua, la sal, la ralladura de limón, el anís, el azúcar y los huevos. Dejamos aparte la harina y el aceite.
Batimos con varillas hasta que quede una masa homogénea.
Después, vamos añadiendo la harina poco a poco mientras seguimos batiendo con las varillas. Tiene que quedar una masa ligera, húmeda y grasa. Una vez hecha, habrá que dejar que repose en torno a una hora.
Pasado ese tiempo, toca preparar las orejas. Lo hacemos a partir de bolas pequeñas, de unos dos centímetros de diámetro, de la masa. Con el rodillo, las aplastamos y les conferimos su particular forma. Tiene que quedar una masa delgada. Para evitar que se peguen, aplicamos aceite de oliva virgen extra en el rodillo y la superficie que utilicemos.
Una vez listas, las tenemos que freírlas en abundante aceite muy caliente –aquí podemos optar por el de girasol, que respetará mejor los sabores propios de este dulce–. Mientras se fríen, hay que estar muy atentos para que no se tuesten demasiado, y darles la vuelta en el momento adecuado.
Al retirarlas, las dejamos sobre papel absorbente para evitar el aceite sobrante.
Sobre el resultado final, espolvoreamos más azúcar glass para darles el toque definitivo.