Emergencia climática

Las olas de calor han causado pérdidas de 16 billones de euros en 20 años

Un informe desvela que en ese periodo se han perdido 470.000 millones de horas de trabajo por culpa del calor extremo en el mundo

Las olas de calor han causado pérdidas por 16 billones de euros en el mundo en 20 años

Las olas de calor están provocando pérdidas billonarias en el planeta. En dos décadas (de 1992 a 2013) el mundo ha gastado 16 billones de euros en resarcir el impacto causado por estos episodios de temperaturas extremas en la salud, la productividad de los trabajadores y la agricultura. El cambio climático no solo incrementará estas pérdidas, sino que ensanchará aún más la brecha de la desigualdad entre países.

Un grupo de investigadores de la Universidad de Dartmouth (Estados Unidos) ha realizado estos cálculos para advertir del gran impacto económico que suponen estos episodios de altas temperaturas. Porque el sofocante calor no solo repercute en la comodidad de la población, también tiene consecuencias en la productividad (se trabaja menos y peor durante los días calurosos), la producción agrícola (el calor daña los cultivos) y en la salud humana, llegando a provocar incluso la muerte.

De hecho, según los últimos datos recabados por el informe ‘The Lancet Countdown’, la exposición al calor ha provocado que se pierdan 470.000 millones de horas de trabajo, con pérdidas de ingresos equivalentes al 0,72% de la producción económica mundial. También ha incrementado un 68% las muertes provocadas por el calor hasta 2021 y ha hecho que 98 millones de personas más en el planeta sufran inseguridad alimentaria.

Se han perdido millones de horas de trabajo por el calor extremo / Efe

“Debemos acelerar la adaptación a los días más cálidos del año para generar beneficios económicos desde este momento”, replica uno de los firmantes de este artículo, el geógrafo Christopher Callahan. Como insiste, “el gasto de la adaptación no debe evaluarse por su precio actual, sino que se debe relacionar con las pérdidas que ocasionará en un futuro no hacer nada”.

Este estudio, publicado en la revista ‘Science Advances’ es uno de los primeros en poner de relieve el coste de las olas de calor. “Nadie había mostrado la huella económica del calor extremo hasta ahora”, insiste Justin Mankin, autor principal del artículo quien advierte: “Con el cambio climático, los costes serán mucho más altos”.

Y es que hasta ahora los artículos dirigidos a exponer los costes del calentamiento global han englobado todos los eventos extremos asociados a este, como son las inundaciones, las tormentas, las sequías o las olas de calor. “Las olas de calor son uno de los efectos más directos y tangibles del cambio climático en la población, por lo que merecían una evaluación única”, reclama Callahan.

Las ciudades siguen sin ser verdes

Como se explica en el estudio, hoy en día no hay ningún lugar del mundo que esté bien adaptado a las condiciones climáticas actuales. Así, por ejemplo, a pesar de conocer los beneficios de los espacios urbanos verdes, hoy en día solo 277 (27%) de los 1.038 núcleos urbanos del planeta son, al menos, moderadamente verdes. Mientras, la cantidad de hogares con aire acondicionado ha aumentado un 66% de 2000 a 2020, una respuesta que empeora la crisis energética y aumenta aún más el calor urbano, la contaminación del aire y las emisiones de gases de efecto invernadero.

No todo el planeta, sin embargo, sufre las consecuencias del calor de igual manera. “Las regiones con ingresos más bajos sin duda son las más perjudicadas por estos eventos de calor extremo” y con el cambio climático la brecha se hará mucho mayor.

El arbolado es insuficente en las ciudades / Pixabay

Los países pobres pagan las consecuencias de todo

Los investigadores advierten que estamos viviendo ya “en un mundo alterado por los gases de efecto invernadero”, por lo que insisten en tomar medidas contundentes porque la situación solo irá a más. El problema, como resaltan, es que la afección y los costes de adaptación nunca podrán ser equitativos. La balanza siempre estará en contra de las naciones más pobres del mundo en los trópicos y el sur, puesto que, pese a ser las regiones que menos han contribuido al cambio climático, tendrán que realizar un gasto cuatro veces superior que los países ricos.

Concretamente, según este estudio, las pérdidas derivadas de los eventos de calor extremo en los países ricos suponen una media del 1,5% del Producto Interior Bruto (PIB) per cápita. Pero cuando hablamos de los más pobres, la media se sitúa en el 6,7%. Además, el estudio revela que para las regiones situadas más al norte en Europa y Estados Unidos, incluso se podrían beneficiar “teóricamente” de esos días más cálidos.

“La situación es la siguiente: quienes causan el cambio climático tendrán más recursos para resistir las alteraciones, y en casos excepcionales, incluso beneficiarse de ello”, resalta Mankin. Se trata, por tanto, “de una transferencia masiva de riqueza que sale de los países más pobres hacia los más ricos” y, por lo tanto, “debe revertirse”.

Los trabajadores al aire libre y los de países pobres, los más afectados / Agencias

En un artículo previo, los mismos investigadores pusieron de relieve que los países emisores deberían pagar la “factura climática” que tendrán que afrontar los que menos han contribuido a que exista este cambio climático. “Compartir los costes beneficiaría por igual a las naciones ricas y a las que se encuentran en desarrollo”, resalta el científico. Además, en un mundo globalizado como en el que vivimos, esta colaboración es vital.

“Eventos globales como la pandemia de covid-19 han demostrado la estrecha relación de la cadena de suministro y la economía global”, insiste. De hecho, durante el confinamiento hubo muchos problemas para conseguir material sanitario que repercutió en la salud de la población de cada país. “Los países de bajos ingresos tienen un número desproporcionado de trabajadores al aire libre y estos son los que generan materias primas cruciales para la cadena de suministro”, advierte Mankin, que concluye que es importante protegerlos para evitar “un efecto dominó” en la economía mundial.

Estudio de referencia: https://dx.doi.org/10.1126/sciadv.add3726

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