LA INVASIÓN RUSA

Patriots para Ucrania: así funciona el más perfecto sistema de defensa antiaérea y así se harán esperar

Podrían estar operativos en el escenario de guerra de Ucrania para la primavera

Baterías antiaéreas Patriot norteamericanas desplegadas en Jafa (Israel) en 2003. / NIR ELIAS

"Patriots for the patriots", repetían en la mañana de este jueves los diversos canales de la propaganda del Ministerio de Defensa de Ucrania. Era una forma de celebrar la decisión de Washington, confirmada este miércoles, de permitir el despliegue de baterías antiaéreas Patriot en el escenario de guerra, mayoritariamente de bombardeos, en que está convertida Ucrania. Y con la acuñación de este eslogan se empieza a glorificar -como antes a los cazatanques Javelin y a los drones turcos Bayraktar que pararon a las columnas blindadas rusas- el arma llamada a ser nueva clave de la defensa de las ciudades ucranianas ante Rusia.

El Patriot es tenido entre los expertos militares como el más perfecto de los sistemas de defensa antiaérea. Lo fabrican las firmas norteamericanas Raytheon y Lockheed Martin. Sus misiles pueden alcanzar objetivos diversos a hasta 100 kilómetros de distancia y 24 de techo, sorteando a 5.000 kilómetros por hora todo tipo de contramedidas, según la descripción que hace el Ejército de Tierra.

Lo más visible del sistema son las lanzaderas, que se agrupan de cuatro en cuatro tubos, pero las baterías se componen además de un radar con entre 70 y 130 kilómetros de alcance y una planta para el suministro de energía. Todo esto es transportable en dos grandes camiones y un vehículo auxiliar.

En origen, su movilidad fue uno de los principales atractivos del sistema. El otro, su potencial paulatinamente perfeccionado de eludir los engaños calientes o de partículas metálicas que pueden lanzar sus objetivos. Ahora, en el escenario de guerra ucraniano, cobra relieve su tercera gran capacidad: no solo es capaz de funcionar como paraguas contra misiles balísticos y de crucero: también golpea a drones y cazabombarderos de última generación.

En ambos casos lo puede hacer de dos formas: o por explosión y fusión de proximidad -la tecnología recibe el nombre de PAC-2- o por impacto directo en la ojiva del misil perseguido, o tecnología PAC-3, también llamada Hit-to-Kill.

Cada batería puede cubrir un área de entre 15 y 20 kilómetros de lado. Su única desventaja es el coste: tres millones de euros cada misil, o dos veces lo que cuesta un misil de las baterías Nasams.

No es inmediato

Los misiles Nasams son una de las armas más temidas por los pilotos de guerra. Y Ucrania tiene al menos tres, donadas por Estados Unidos y Reino Unido, desplegadas en torno a Kiev y Jarkov. Pero que Joe Biden haya accedido a prestar sus baterías a Volodímir Zelenski supone un importante escalón en la defensa ucraniana... y un nuevo reequilibrio de fuerzas ante Rusia.

No obstante, en Kiev es aún demasiado pronto para echar campanas al vuelo: recibir las baterías es lo más sencillo; lo más complicado es tener personal capaz de operar con ellas. Fuentes militares españolas indican que manejar las baterías requiere la formación previa en artillería antiaérea y, después, una formación específica de cuatro meses sobre las características del sistema. Eso implica que los Patriot no serán parte activa en la guerra de Ucrania hasta, al menos, el inicio de abril. O sea, entrarían en el escenario de guerra a tiempo quizá de evitar la campaña de bombardeos con que Rusia podría retomar su ataque en primavera.

Dado que la OTAN mantiene sin la más mínima variación su decisión de que ningún soldado de la Alianza pise suelo ucraniano, la formación deberá realizarse fuera del país. Los Patriot, por tanto, no podrán evitar los grandes bombardeos rusos que este invierno destruyen infraestructuras energéticas e hidráulicas ucranianas.

Herramienta diplomática

Las baterías Patriot no son solo un arma de defensa antiaérea; también, por su enorme visibilidad mediática y su capacidad de preservar vidas en las urbes bombardeadas, son una herramienta clave de la diplomacia de defensa norteamericana.

Estados Unidos ha desplegado los camiones, cada uno con cuatro tubos cúbicos lanzamisiles, en, entre otros países, Kuwait -durante la invasión de Irak que acabó con Sadam Husein-, Israel -contra los cohetes palestinos-, Turquía -ante la amenaza de misiles balísticos sirios- y Taiwán, en las cercanías de la última etapa de alta tensión con China.

En la frontera turca tiene también colocados España, en el marco de la colaboración con la OTAN, seis lanzadores mirando al cielo de la ciudad sureña de Adana. Sus misiles antimisil han estado a punto de salir de los tubos en varias ocasiones a lo largo de este año, relatan fuentes de Defensa, por diversas detecciones de lanzamientos en territorio sirio, en las inmediaciones del golfo de Iskenderun (o Alejandreta). Esta batería ha precisado el despliegue de 382 militares a lo largo de todo el año. Su dotación habitual es de 150 artilleros.