ANÁLISIS | GUERRA EN UCRANIA

Europa, ante su "momento 11-S": militarización y auge de la OTAN

  • Cambio de tono y de hechos en las cancillerías europeas: discursos encendidos, más dinero para el Ejército

  • La invasión rusa de un país europeo soberano ha provocado cambios estructurales en la visión europea de su propia defensa

Cuerpo de soldado muerto entre la nieve en Járkov. / SERGEY BOBOK AFP

La historia se escribe a fuerza de golpes bruscos. Durante décadas todo parece seguir un patrón y, de pronto, todo cambia. La invasión rusa de Ucrania ha sido un trauma que promete reconfigurar el futuro de Europa. Un cambio de paradigma en la defensa y en su relación con Rusia, su vecino nuclear. Un shock político similar al que sufrió Estados Unidos tras el ataque yihadista del 11-S, o al de la propia Europa tras la caída del muro de Berlín.

“La Unión Europea se ha hecho adulta en materia de política de defensa y seguridad en una semana. El paquete coercitivo puesto en marcha es el más relevante y de más profundidad jamás esgrimido por la UE”, asegura a EL PERIÓDICO DE ESPAÑA Javi López, eurodiputado del PSOE y miembro de la subcomisión de Seguridad y Defensa. “Lo que está pasando en Ucrania va a forzar un posicionamiento de los países desde el punto de vista de los equilibrios de poder: China, Rusia, Estados Unidos, Europa..." apunta Barah Mikaïl, director de Ciencias Políticas en la Universidad Saint Louis de Madrid.

Las cancillerías europeas han dejado de lado el tono diplomático y negociador para dar paso a encendidos discursos y retórica dura, marcial incluso. Francia ha asegurado que va a “hundir la economía rusa”. Alemania ha abandonado su proverbial política de cercanía y comprensión hacia Moscú, y ha anunciado que va a invertir 100.000 millones de euros en defensa este año y a aumentar el porcentaje de su PIB dedicado a la seguridad hasta el 2%. Bruselas, mientras, enviará centenares de millones de euros en armas a Ucrania para que el país pueda defenderse de la invasión. En el Parlamento Europeo, las palabras de paz y negociación han ido dejando paso a intervenciones contundentes contra el adversario común, que tiene ahora nombre y apellidos: Vladimir Putin y su corte de oligarcas.

El rearme de Alemania

Se dice que si los hechos cambian, las políticas deben cambiar con ellos. Pero en el caso de Alemania el giro de las políticas de defensa se ha producido a velocidad de vértigo. Cuando en 2014 Rusia se anexionó Crimea y desgajó de Ucrania las regiones independentistas del oeste (ahora constituidas en “Repúblicas Independientes” de Lugansk y Donesk), Berlín siguió adelante con su relación con Moscú y con la construcción del gasoducto Nord Stream 2.

Incluso durante las semanas previas a la invasión de Ucrania, ya con el Ejército ruso en la frontera, los miembros socialistas del Parlamento Europeo peleaban por dejar fuera de la declaración de condena la posibilidad de cancelar el multimillonario proyecto energético ruso-alemán. 

Solo cuando los tanques entraron en Ucrania, el pasado 24 de febrero, y comenzaron los bombardeos, Berlín rompió definitivamente el contrato del proyecto, con una inversión de casi 10.000 millones de euros, y la empresa que lo gestionaba presentó suspensión de pagos. El canciller Olaf Scholz dio un discurso solemne ante su Parlamento en el que anunció el aumento drástico en el gasto militar del país para tener unas Fuerzas Armadas "eficientes y de última generación" para proteger al país de la amenaza que supone Rusia. Comienza, dijo, una "nueva era" en defensa del país. “Alemania, que ha ejercido de hegemón de Europa durante los últimos años, siempre había jugado sin embargo un perfil bajo en materia de política exterior y de seguridad. Hasta ahora”, explica López. 

La fuerza de acción rápida europea

En la cumbre de la OTAN de 2019 ocurrió algo inolvidable. Donald Trump, entonces presidente de Estados Unidos, canceló una rueda de prensa y se fue antes de tiempo, después de que se filtrara un vídeo en el que se mofaban de él el primer ministro canadiense, Justin Trudeau, su homólogo británico, Boris Johnson, y el presidente francés, Emmanuel Macron. Aquellos días, Trump amenazaba a los socios de la Alianza Atlántica con sacar a EE UU de la organización si el resto de países no aportaban lo acordado en defensa. Fue entonces cuando se rescató la idea de crear un Ejército europeo.

Durante la reciente crisis de Afganistán, tras la salida abrupta y desordenada de Estados Unidos del país y el caos de refugiados posterior, el responsable de exteriores de la UE, Josep Borrell, pidió la creación de una fuerza de acción rápida europea, con 5.000 soldados. No lo consiguió. Ahora hay eurodiputados que sugieren ir más lejos. En conversación con este diario, el eurodiputado holandés Thijs Reuten, del S&D, mencionaba una cifra que algunos colegas ponían sobre la mesa: una fuerza de 60.000 hombres y mujeres.

El resurgir de la idea OTAN

La idea no está exenta de dificultades. “No hay que perder de vista el hecho de que un Ejército europeo de verdad, soberano, que responda a los intereses europeos, debe ir acompañado de una noción conjunta de defensa europea que se pueda desvincular de la visión estadounidense”, dice Mikaïl.

Precisamente uno de los objetivos a corto plazo de Bruselas es plasmar, en la conocida como “brújula estratégica” que se negociará próximamente, la orientación y el papel geopolítico que la UE quiere tener en el mundo.

Hace un año, muchos ciudadanos europeos ya se declaraban a favor de un Ejército europeo: el 75% de los belgas, el 65% de los franceses, el 50% de los españoles… Ahora es de esperar que esas cifras crezcan. “La pandemia ha sido el catalizador de una mayor unión en el ámbito económico, con la creación de una deuda común europea y un incipiente brazo fiscal con los fondos de recuperación. Sin duda, la crisis de Ucrania va a ser un segundo catalizador para dar el gran paso adelante que tiene que dar la Unión, que es el de hablar el lenguaje duro del poder”, opina López. Se prevé que Francia, un país asertivo en defensa que ostenta este semestre la presidencia europea, apriete en esa dirección. 

Mientras, la OTAN vive un resurgimiento. En 2019, el presidente francés, Emmanuel Macron, aseguró que la falta de liderazgo estadounidense estaba causando la “muerte cerebral” de la Alianza Atlántica y que Europa debía comenzar a actuar como una potencia mundial estratégica. Ahora, con centenares de miles de soldados rusos machacando Ucrania, y con Moscú amenazando tácitamente con el uso de armas nucleares, la OTAN aparece como más vigente que nunca. Porque, desde el final de la segunda guerra mundial, no había estado Europa tan cerca de un conflicto militar.