Opinión | A POR UVAS
La España que somos y seremos
Nos volvimos a infravalorar, algo tan español, como infravaloramos también el poder de esta selección para representarnos a todos
Oyarzabal celebra el gol de la victoria en la final de la Eurocopa. / Matthias Schrader
Había señales más que suficientes, pero no las queríamos ver. Debimos levantar la ceja cuando, hace poco más de un año, esta selección ganó la Nations League derrotando a Italia y a Croacia, pero le restamos importancia bajo el argumento (cierto) de que era un título menor que la UEFA se había sacado de la manga para seguir exprimiendo la gallina de los huevos de oro.
Debimos ilusionarnos a tumba abierta cuando pasamos por encima de esos dos mismos rivales en la primera fase. Y fue el brote primigenio de esta ilusión, pero abrazamos la postilla de que Croacia ya no es lo que era (cierto) y que esta Italia no era gran cosa (también cierto).
Nos agarramos a certidumbres quizá como mecanismo de protección de las decepciones que habíamos padecido desde que en 2014 comenzó la gran resaca, con esa goleada encajada en el Mundial de Brasil frente a Países Bajos que rasgó abruptamente la fantasía de que, después de lo vivido, ya íbamos a ganar siempre.
La reivindicación de Luis de la Fuente
No supimos medir, en fin, lo extraordinario de esta selección, que desde hace un año vive sumida en el caos institucional, que ha vivido registros policiales a un puñado de metros del lugar en el que se estaba entrenando. Tampoco ponderamos en su justa medida las capacidades de un seleccionador sin nombre (con perdón) pero poseedor del mejor de los currículums, el conocimiento profundo de una gran generación incipiente y el respeto absoluto de esos chicos a los que, en muchos casos, convirtió en campeones 'sub-algo'.
Nos volvimos a infravalorar, algo tan español, como infravaloramos también el poder de esta selección para representarnos a todos, incluidas esas nuevas generaciones que son incapaces de prestar atención a algo durante más tiempo del que dura un vídeo de Tiktok.
Lamine, Nico, Laporte, Le Normand...
Esta España es la que somos y la que seremos. Lamine Yamal y Nico Williams, con sus recorridos vitales, lo atestiguan. También los Aymeric Laporte y Robin le Normand que, por caminos diferentes a los de sus compañeros, llegaron aún adolescentes a un país que han sentido como suyo.
La España de los Rodríguez y los García hace tiempo que es pasado. Y celebremos que así sea. Sucederá también, a vuelta de página, con los Juegos Olímpicos, en los que Ana Peleteiro, Niko Shera, Ray Zapata o Alisa Ozhogina nos mantendrán pegados a la televisión. Una España más rica, más diversa, más aglutinadora, más tolerante, más plural. Una España mejor, en definitiva, que en este mes en Alemania se ha proyectado al mundo a través de una de las armas de propaganda más poderosas que ha conocido el ser humano, el deporte.
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