Opinión | MADRID CON GAFAS PLURALES
Tres horas y pico
Siempre me ha resultado curiosa la forma en la que se mide el tiempo en Madrid
Primer AVE que llegó a Asturias, el pasado 29 de noviembre, a su paso por la variante de Pajares. / EPE
Todas las mañanas paso por Atocha de camino al trabajo. Suele coincidir con el momento en el que mi madre me da los buenos días. También, a veces, me cruzo con algún autobús con la publicidad del Ave al Paraíso en la parte trasera. Cuando ocurre, me acuerdo de la cantidad de personas que en los últimos meses me ha preguntado cuánto tarda el tren de Madrid a Asturias. “Tres horas y pico”, contesto muchas veces. A la mayoría le parece un mundo.
Siempre me ha resultado curiosa la forma en la que se mide el tiempo en Madrid. Se consideran afortunados los que solo malgastan “tres horas y pico” de lunes a viernes en ir y volver al trabajo. Los que tienen menos suerte alcanzan esa suma en un solo día. Otros dedican esos preciados minutos a hacer horas extra, a veces sin que se refleje en su nómina. El sueño americano, pero a la española.
Muchos de los que venimos de provincias recalamos en la capital esperando que esas “tres horas y pico” valgan la pena. Que un buen trabajo incline la balanza en contra del lado de lo que dejamos atrás. Hicimos las maletas seguros de que cada vez que emprendiéramos el camino de vuelta lo haríamos convencidos de la decisión que tomamos.
Ocho años después, aún recuerdo ese momento y esos primeros viajes y me reconozco en esa persona, pero solo en parte. Me considero afortunada por el calor de aquellos que, pese a que no lo sabía, me esperaban en la gran ciudad. Sé que siempre estarán conmigo, sin importar los kilómetros. Pero, aun así, mis “tres horas y pico” favoritas acaban con mi padre en coche y saben a la empanada de mi madre. Al menos, ahora, las hago acompañada.
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