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El drama del geriátrico de Alcoy durante el covid: "Gente desnuda, con los pañales rotos, por los suelos, pidiéndonos que los sacáramos de allí"
Los primeros testigos del juicio por la muerte de 74 residentes relatan la falta de personal y de aislamiento del centro, y que no se permitía a algunos residentes salir de la cama para ir al aseo
Juicio por las 74 muertes en una residencia de mayores de Alcoy. / EFE
J. A. Rico
"La impresión era de hecatombe y un desastre tan grande... gente desnuda, con los pañales rotos, por los suelos, pidiendo que los sacáramos de allí". El primer juicio civil por la gestión de un geriátrico durante la pandemia en España ha arrancado este lunes en Alcoy. Y ha sido con las declaraciones de los primeros testigos solicitados por las familias de 15 de los 74 fallecidos, que son junto con otros tres residentes que resultaron lesionados los que presentaron la demanda contra DomusVi. Más de la mitad de los usuarios fallecieron, y los demandantes piden más de 2 millones de euros por responsabilidad civil por esos 18 afectados. Y sobre todo, que se den respuestas y se aclare lo sucedido para que no se repita.
El inicio de la vista ha generado una gran expectación, con numerosos medios de comunicación y familiares frente al palacio de justicia de Alcoy. Allí, el primer testigo por parte de los demandantes ha sido Manuel Pérez, que era en marzo de 2020 el jefe de la sección de la Unidad de Hospitalización Domiciliaria (UHD) del Hospital de Alcoy. Este doctor ocupaba el puesto desde 2015 y actualmente está jubilado, y ha relatado su primera impresión al entrar en el geriátrico de Oliver, que ha estremecido por su dureza.
Fue el 12 de marzo, dos días antes de la declaración del Estado de Alarma. "El día antes nos avisaron que había covid en el geriátrico y que había que ir. Fui yo con una enfermera, y al llegar la impresión fue increíble de ver a gente desnuda, con los pañales rotos, gente por los suelos, pidiendo que los sacáramos de allí. Nos pasamos toda la mañana atendiendo, hasta las 14.00 horas. La impresión era de hecatombe y de desastre tan grande... soy médico desde 1980, y la enfermera había estado 30 años en la UCI, pero al llegar al coche se nos saltaban las lágrimas". Era tan duro, que explica que fue él los primeros cinco días por parte de la UHD porque "me sentía morir" el tener que elegir a otro médico para que fuera y viviera aquello.
Sin separación de los enfermos
Pérez ha explicado que "teníamos la percepción de abandono de mucha gente", destacando la "descoordinación", "desorganización" y la falta de información a los familiares. Y una de las cosas que más le llamaron la atención es que no se separaban a los sintomáticos -que tenían síntomas de que podían tener covid- de los asintomáticos -sanos-. Y pese a que se lo advirtió al geriátrico, hicieron caso omiso y convivían en mismo espacio enfermos y sanos, con el evidente riesgo de contagio. Algo que han constatado también el resto de testigos, así como la falta de un protocolo pese a la existencia de instrucciones por parte del Ministerio de Sanidad y la Conselleria de Sanidad.
El tribunal, con los letrados de la parte demandate a la izquierda, y la demandada a la derecha. / Juani Ruiz
Así, ha recordado que en otros brotes en geriátrico el aislamiento "era muy efectivo". En otro geriátrico de la comarca "se contagiaron 12 al principio y ya está. Misma situación, pero la diferencia de gestión y trato era evidente. En DomusVi de Cocentaina pasó lo mismo, se aisló como tenía que aislar, porque había un gran médico y gran director. En la de Cocentaina había más de 80 residentes, en la de Onil 57", mientras que en DomusVi Alcoy ha señalado que eran 138, falleciendo 74, más de la mitad, señalando directamente a la falta de aislamiento en el inicio del brote pese a sus advertencias del riesgo de expansión. Una medida, la del aislamiento, que por otra parte se requiere de más personal y que según este doctor y otros testigos no llegó hasta un mes después.
Por ello, ha insistido en que "no aislar una enfermedad infecciosa comporta un mayor contagio. A más contagio de una enfermedad mortal, más fallecidos". Eso sí, ha defendido la labor médica del doctor geriátrico, Salirrosas, aunque ha insistido en la desorganización existente y que este también trabajaba haciendo guardias en Urgencias del Hospital. Pero ha destacado que "en revisión de pacientes, no creo que se dejara a nadie sin ver desde el punto de vista médico Salirrosas".
Un desastre
Así, trasladó estas advertencias de forma reiterada al gerente del Departamento de salud de Alcoy, Enrique Barbeito, y en la comisión covid del hospital. Recuerda que "el 14 de marzo pedí hablar con la directora" del geriátrico, pero ella estaba "teletrabajando", y le dijo por teléfono que "es un desastre, tienes que contratar a gente".
Y ya "el 6 de abril elevé una queja a la Conselleria de Sanidad, por la descoordinación absoluta del servicio médico de DomusVi. Lo hice porque después de muchas quejas verbales, fue cuando apareció una médica que hacia paramedicina, que fue la gota que colmó el vaso. Esa doctora retiraba tratamientos y ponía otras cosas", como "inyectar analgésicos en los músculos".
Y preguntado por si todas esas quejas recibieron alguna respuesta de instancias superiores, ha señalado que no, salvo cuando ya trascendió el brote en la prensa, "que entonces todo eran prisas".
Fallecidos en las habitaciones
También ha relatado que hasta en tres ocasiones, durante sus visitas, encontraron a tres personas muertas en sus habitaciones. Una circunstancia que también han relatado auxiliares de enfermería, que han recordado algunos casos en los que el finado permanecía todo el día muerto en la cama, pendiente de que llegara una funeraria, lo pasara en la misma habitación de la cama al ataúd, y se lo llevara. Incluso algún caso de personas que no tenían ningún síntoma, y que sospecha que murieron por falta de atención médica por otras razones.
Por su parte, la parte demandada, que está formada por Quavitae Servicio Asistenciales, empresa matriz que gestiona la residencia DomusVi, y a la compañía Mapfre España, como su entidad aseguradora, ha cuestionado cómo sabía que las familias no eran informadas debidamente. Además, ha recordado que era una residencia geriátrica, no un centro médico, y que el personal con el que contaba estaba dentro del ratio que establece la Ley.
Del mismo modo la demandada ha recordado de la existencia de positivos asintomáticos durante la pandemia, "dentro y fuera de la residencia", así como problemas de suministro de respiradores y material de protección de los primeros días del Estado de Alarma.
Auxiliares de enfermería
En la vista también han declarado cinco extrabajadores de DomusVi, que estuvieron como auxiliares de enfermería, interponiendo la parte demandada frente a tres de ellos tachas para advertir que sus testimonios pueden estar viciados, al ser por ejemplo empleados despedidos o amonestados, o tener alguna enemistad con algún responsable. Una tacha que se resolverá la próxima semana, y que no ha impedido que prestarán declaración.
Dos de ellos se contagiaron de covid en marzo, y en varios de los testimonios han roto a llorar por la emoción de recordar aquellos momentos tan extremos que vivieron. Así, una de ellas ha señalado que se incorporó a la plantilla el 21 de marzo, y entonces aún no había una separación de los residentes, por lo que convivían asintomático y enfermos. Todos los gerocultores han coincidido en señalar la falta de personal y que las enfermeras del centro no aparecían por allí, ocupándose ellos de la administración de los medicamentos que se dejaban preparados, algo que aseguran no era de su competencia, ya que se ocupan de levantar a los residentes, darles las comidas, llevarlos al baño o asearles, en función de su dependencia.
Sin salir de la cama
Ha apuntado que al principio a los residentes con movilidad reducida les estaba prohibido que se bajaran de las camas, aunque pudieran ir por sí mismos al aseo que tenían en la habitación, lo que provocaba que "se les fuera un poco la cabeza. Pudiendo bajar a hacer sus necesidades, no podían, esto generaba mucho nerviosismo". Así, los auxiliares de enfermería han relatado que les subían las barreras de las camas para evitar que pudieran bajar, algo que no entendían. Y pese a ello, se juntaba a los residentes en el comedor y en otras dependencias, teniendo que esperar a mediados de abril para que se produjera la separación de los sintomáticos, según su testimonio.
Así, María Victoria Llácer ha denunciado que no había ninguna supervisión en el geriátrico. "No se sabía muy bien quién tenía covid. Terrible, había algunos que estaba claro, que tosían cuando les dabas de comer, y otros no tan claros, malestar, problemas respiratorios...".
Y preguntada por si "sabe si murió alguno sin síntomas por haber compartido habitación", ha señalado que "estoy segura de que fallecieron personas que no tendrían que haber fallecido. Por ejemplo, había una señora que le costaba mucho comer, no quería comer, no desayunaba ni comía ni cenaba. Avisé que no comía nada porque yo estaba dos días solo trabajando, y me respondieron que esa señora era una quejica y tenemos otras cosas que hacer. Y cuando volví de la libranza, ya no estaba. No tenía síntomas, no tenía covid, se quejaba del estómago, no se la atendía".
Protocolo
Ha llamado la atención que asegura que cuando entró a trabajar no le dieron ningún protocolo, y que el 21 de abril se lo dieron, un mes después, pero con fecha de su entrada en el geriátrico, "pero necesitas trabajar, ayudar, y no puedes estar mirando esas cosas". También ha recordado que "vimos colas de coches fúnebres, con 5 o 6 coches esperando".
Otros auxiliares han señalado que "teníamos que compartir mascarillas, que teníamos que rociar con alcohol para pasárselas al siguiente compañero". Y que no daba abasto. Es más, algunos de ellos firmaron una queja en agosto de 2019 advirtiendo ya la falta de personal, sobre todo de enfermeras en el centro, y un déficit que se agravó con la pandemia. Y la falta de otros medios como los EPI también ha sido una constante, así como la falta de información a familiares.
Otra cosa en la que han coincidido los auxiliares, algunos con más de una década trabajando allí, unos despedidos de forma improcedente, otros que se han ido por voluntad propia, cansados de lo que afirman era un trato "humillante" por parte de los responsables, es que cuando había una inspección, siempre había más personal de lo habitual y entonces el trabajo sí que salía como debía.
Una de las auxiliares, Beatriz Picureli, ha recordado que un residente permaneció ya fallecido al menos las 12 horas de su turno de día, "A las 8.00 horas la persona ya estaba fría, llevaba mucho tiempo muerta, y la persona de al lado sabía lo que estaba pasando, es muy cruel estar compartiendo un espacio con una persona muerta". Y cuando se fue a las 20 horas el cadáver seguía allí.
Otro, Antonio Giménez, ha advertido que "todas las noches había fallecidos. La supervisora lo único que hacía era presionar a todos los trabajadores, no subía a las plantas, y cuando le pedíamos ayuda, nada".
Sobre el retraso en trasladar a fallecidos, la parte demandada ha recordado que las funerarias estaban desbordadas y que la residencia no tenía ataúdes, y que había que meter directamente de la cama al ataúd a los finados por protocolo. Y sobre la falta de información a los familiares y que el equipo técnico"no hacía nada", como aseveran los auxiliares, la abogada de la empresa demandada ha señalado que los fisios, psicólogos, trabajadores sociales... "estaban todos el día llamando a familiares, respondiendo correos...
La ratio
Sobre por qué no era adecuado el número de auxiliares pese a que se cumplía la ratio, Picureli ha recordado que "las valoraciones se hacen cuando entran los residentes, y teníamos residentes que entraron hacía ya 10 años", por lo que no es la misma valoración de dependencia al entrar que 10 años después, sin que haya actualizaciones para ajustar la valoración y el personal necesario, aunque en todo caso se trataría de un problema generalizado en otros centros.
Brotes de gastroenteritis
También la parte demandante ha preguntado a todos por los brotes de gastroenteritis recurrentes que sufría la residencia desde hacía años, que vinculan a la falta de personal.
Especialmente llamativo ha sido el testimonio, ya al final de la jornada, de María Amparo Bayón, que se contagió de covid: "Trabajaba sin guantes ni mascarillas. Mi baja es del 14 de marzo, pero esa tarde trabajé, empezaba a encontrarme mal, y pedí que me pusieran termómetro, tenía 39,5, y no me dieron permiso para irme, me dijeron que no tenían con quién sustituirme. Y tuvo que ser la UHD, que me vio y me gritó que me fuera a mi casa. Tuve que dar antes la comida a los abuelos, con 39,5, y sin mascarilla ni guantes, dando de comer a los abuelos que estaban mal", ha señalado rompiendo a llorar.
Y ha recordado ver a los residentes "hacinados, en el solarium, como en un campo de concentración, como piojos en costura, todos pegados los unos a los otros".
La vista, que se prolongará hasta el 10 de octubre, cuando se llevarán a cabo las conclusiones, prosigue este martes con más testigos de la parte demandante.
Recurso rechazado
Además, la parte demandada ha presentado sin éxito un recurso para que la vista fuera a puerta cerrada y que los medios de comunicación no tuvieran acceso a la misma, que se ha servido por streaming a los medios acreditados. El juez ha manifestado que ya había ponderado esta circunstancia, prevaleciendo el derecho a la información. La empresa reclamaba la puerta cerrada para "garantizar la intimidad de partes y testigos", así como evitar "el problema de testigos que van a poder tener cierto conocimiento de las actuaciones".
Quavitae Servicio Asistenciales destacaba que se iban a tratar informes médicos, detalles de amonestaciones y despidos de trabajadores... que por protección de datos consideraba que no debía salir a la luz pública, siendo lo importante para el derecho a la información la sentencia que dictamine el Juzgado de Primera Instancia e Instrucción Número 3 de Alcoy. Por ello considera que "no hay ninguna justificación" a que la prensa tenga acceso a la retransmisión de la vista, que se ha realizado por internet, al no caber los medios acreditados en la sala ni existir en el juzgado una sala adecuada para ello.
Una de las abogadas de la parte demandante ha respondido que "lo que se tiene que proteger es el derecho de esos familiares y fallecidos, todos tienen derecho a saber qué pasó". Y sobre la información médica, los afectados están conformes en que se haga público, recordando la "política de ocultación" que han sufrido los familiares sobre lo ocurrido.
Y el juez ha recordado que la "publicidad de las actuaciones es una garantía de la ausencia de arbitrariedad", "prevaleciendo la libertad de información", y recordando las medidas adoptadas para que no se hiciera mal uso de esta retransmisión ni se grabaran nada, salvo permitir un momento para que los medios gráficos realizaran una grabación del tribunal antes de empezar la vista.
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