DIARIO DE IBIZA

El vertedero de Ibiza recibió en junio 13 toneladas de envases de gas de la risa

La cantidad equivale a unas 20.000 botellas industriales de óxido nitroso. El reciclaje de los dispensadores usados para inflar globos con NO2 cuesta, dependiendo del gestor, de tres a 25 euros por unidad

Un camello muestra el dispensador de óxido nitroso que utiliza en s’Arenal de Sant Antoni / Diario Ibiza

El consumo de gas de la risa está provocando en Ibiza, además de un problema de salud, un serio trastorno económico a los gestores de los residuos urbanos y a las instituciones que está asociado a un cambio de usos: de las cápsulas metálicas monodosis que se usaban para inflar globos en plena calle de las zonas de ocio hasta hace dos veranos, se ha pasado desde 2022 al empleo de envases industriales que pueden contener más de 150 dosis, lo cual abarata el coste a los expendedores, a los que además la bombona resulta más práctica. Como ocurría con las monodosis, una vez agotados, tiran esos pesados dispensadores al suelo, a las papeleras e incluso a los contenedores.

Y eso provoca varios inconvenientes: primero, que revienten en caso de no ser detectados a tiempo en las plantas de triaje del vertedero de Ca na Putxa (como ya ocurrió el pasado año); segundo, que su procesamiento y reciclaje tenga un coste elevadísimo, a lo que se suma la extraordinaria cantidad que se consume, especialmente en temporada. El incremento de llegada de estos envases a los gestores de residuos está siendo este año «de escándalo», indica uno de ellos.

23 toneladas en seis meses

Sólo en Ca na Putxa recogieron en el mes de junio 13 toneladas de botellas de óxido nitroso (NO2), que Montse Ruiz, técnica de Medio Ambiente del Consell de Ibiza, calcula que equivalen a unas 20.000 unidades. Cada una pesa entre uno y dos kilos. Además, en el primer semestre de 2024 se recibieron en ese vertedero un total de 23 toneladas, es decir, unos 35.000 envases… O lo que es lo mismo, unos cuatro millones de dosis.

El coste de reciclar todo ese material es enorme y varía según el gestor autorizado final. Sólo en el mes de junio la factura pudo elevarse a unos 35.000 euros, lo que significa que el procesado de esos envases costó alrededor de 2,7 euros el kilo en el vertedero. En lo que va de año, esa cantidad ascendería a unos 62.000 euros. Y quedan julio, agosto y septiembre.

Aún más pagan los consistorios de Sant Josep y de Sant Antoni, que recogen una parte que no llega al basurero insular. Ambos ayuntamientos calculan un coste aproximado de ocho euros por kilo de material reciclado. En Sant Antoni calculan que «los servicios de limpieza municipales recogen una media de cinco a seis botellas diarias, que se acumulan en dependencias policiales y se gestionan posteriormente por una empresa de residuos especiales, al ser peligrosos». Recuerdan que cada uno de esos envases vacío pesa «entre 1,5 y dos kilos». En el caso de Sant Josep, apuntan que «en la mayoría de las ocasiones son requisados por la Policía Local», pero también han recibido llamadas de establecimientos hoteleros que los encuentran en sus instalaciones, tal como también constatan desde el Consell. En vez de dosis únicas en globos, muchos turistas adquieren a los expendedores callejeros la bombona entera para ahorrarse dinero y para montar juergas, bien en la calle o en el campo, bien en sus habitaciones. Sant Josep, a través de la Policía Local o de su departamento de Medio Ambiente, envía esas botellas a gestores autorizados. El Consistorio asegura que se trata de «un volumen no significativo». Además de los ocho euros por kilo que cuesta su procesamiento, deben abonar 69 euros por su retirada.

Material peligroso

El coste es todavía mayor en Ca na Negreta, empresa de gestión integral de residuos. Allí cuesta 25 euros reciclar cada envase de NO2, no cada kilo, concreta Antonio Pérez, su técnico de Medio Ambiente, que explica que es su peligrosidad lo que lo hace tan caro: «El envase llega vacío, pero aún tiene presión dentro y restos de gas inflamable. Nosotros recepcionamos el material, lo acondicionamos y lo enviamos a una planta en la Península para su tratamiento final. No hay en Ibiza ninguna empresa que se encargue de su despresurización y del reciclado posterior de la parte metálica». Para mandarlo al gestor final, lo reacondicionan en unas cajas metálicas. «Es costoso —reconoce—, tanto esto como las botellas de camping gas, de acetileno, de oxígeno… Es que hay muy pocos gestores».

En contenedores amarillos

El problema radica, comenta Pérez, en que «el coste no lo asume el que ha tirado el envase a la calle o a los contenedores de basura», como sucede con los que recogen los consistorios o llegan a Ca na Putxa tras ser introducidos en «los contenedores grises o amarillos», según especifica la técnica de Medio Ambiente del Consell: «Al vertedero llega lo que la gente mete en esos contenedores de la calle y que nosotros procesamos. Allí va todo a un foso donde se mezclan todas las procedencias [de origen]». Retiran los envases cuando emergen al «salir por las cintas o llegan al triturador».

Cada año reciben en Ca na Negreta unas 400 unidades, algunas procedentes de decomisos de las policías locales, si bien sus principales clientes son los hoteles, donde el óxido nitroso se utiliza como emulsionante. «El problema —indica Pérez— es que los dispensadores lleguen mezclados con chatarra y se introduzcan en una prensa o en una trituradora, pues pueden explotar o provocar un incendio. A nosotros aún no nos ha pasado, pero sí nos ha sucedido eso con baterías de litio de teléfono móvil. ¿Qué ocurre? Que se prende fuego. Hay elementos muy peligrosos a la hora de manipularlos si no se recogen separadamente».

Montse Ruiz indica que la cantidad que llega al vertedero (de momento 23 toneladas en seis meses) es «muy elevada», demasiada para «un producto que en principio está destinado a la restauración» y al que, obviamente, se le está dando otro uso. Y encima va a más: «Han pasado del formato monodosis al industrial. Se encuentra incluso en Amazon, donde no se pide nada de documentación para comprar los packs». La técnica de Medio Ambiente reconoce que la planta de Ca na Putxa «está diseñada para tratar residuo municipal» y que, por tanto, «los envases de óxido nitroso no deberían llegar allí, y no solo por el riesgo que supone, sino porque hay que sacarlo de Ibiza para tratarlo».

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Y eso crea fricciones con la UTE Giref que lo gestiona, admite Ruiz: «Una cosa es que llegue un porcentaje asumible y otra que se empiecen a recibir cantidades que supongan un incremento del coste económico y de riesgos. Acabarán reclamando si no disminuye esa entrada, por ser algo que no tienen que asumir». A su juicio, «el problema es que esta gestión no la paga el que consume esos envases», los camellos del gas de la risa.

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