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Las vidas cruzadas de Atlético y Valencia: un vuelco de más de 300 puntos en las eras de Simeone y Lim

Desde la llegada del técnico argentino en diciembre de 2011, el equipo rojiblanco ha pasado de estar 82 puntos por debajo del Valencia a 229 por encima en la clasificación histórica de Primera, desbancándole de la tercera posición

Julián Álvarez celebra su primer gol con el Atlético mientras Mamardashvili, portero del Valencia, se lamenta. / EFE / Ballesteros

Daniel Gómez Alonso

A medio camino entre la resignación y la frustración, Rubén Baraja definió en un par de frases la situación y el estatus actual del Valencia tras caer goleado ante el Atlético de Madrid en el Metropolitano. "Si es que esta no es nuestra Liga, hay que asumirlo así. La historia dice que desde que se inauguró este estadio (en 2017) nunca hemos conseguido ganar aquí, así que no nos tiene que afectar", resumió el tecnico español, bandera por necesidad de un proyecto che venido a menos en los últimos años y que ha perdido el lugar en el escalafón nacional.

El Valencia ha pasado en apenas una década de ser ese equipo que aparecía en el imaginario colectivo como una de las principales alternativas al dominio de Real Madrid y Barcelona a vagar por la tabla sin más ambición que salvarse de la quema de Segunda. Lejos de ser candidato a los títulos, ahora las apreturas que año tras año ha impuesto el polémico propietario Peter Lim asoman más que nunca, y más tras firmar el peor inicio de Liga de su historia

Tras cinco jornadas, no sabe lo que es ganar y ocupa el último lugar en la clasificación con apenas un punto. Y el miedo al descenso, ese que el club ché ha evitado últimamente de refilón, empieza a asomar entre aficionados, jugadores y todos los estamentos del equipo. E incluso entre los rivales, que ven como un histórico de LaLiga languidece exponencialmente año tras año.

"Me da un poco de pena la situación del Valencia, pero seguro que van a revertir la situación y espero que todo salga bien. Tengo mucho cariño al club y a los amigos de allí, y espero que el Valencia viva su mejor momento a partir del próximo partido", se compadeció Samu Lino, extremo del Atlético que jugó un año cedido en el conjunto che. Un sentimiento que comparten tanto aficionados como jugadores, que ven como un club de los más míticos de LaLiga afronta el peor momento de su historia reciente.

Apabullado por el Atlético en la última década

Es precisamente el Atlético de Madrid, el rival que le goleó sin apenas esfuerzo este domingo, el mejor ejemplo para comparar lo que pudo haber sido el Valencia en los últimos años, y lo que no ha querido, o podido. Ambos han peleado históricamente por la posición de tercer club más importante del campeonato español, desbancando en el siglo XX a otro histórico como el Athletic. Pero ahora mismo, son polos opuestos.

Raúl García marca en Mestalla un gol clave para la conquista del título liguero de 2014 / .

En diciembre de 2011, coincidiendo con la llegada al banquillo de Diego Pablo Simeone, el Valencia tenía 82 puntos más que el Atlético en la clasificación histórica de Primera División. Ayudado por el cambio de dos a tres puntos por victoria, había dado el sorpasso como tercer club de España tras el descenso de los rojiblancos a Segunda en la temporada 1999/2000, y abrió brecha con una era dorada de logros liderada con Rafa Benítez desde el banquillo. Hasta que llegó el Cholo, y posteriormente apareció la figura, en un principio salvadora y luego denostada, de Peter Lim.

Caída al cuarto puesto... y peligra el quinto

Desde el desembarco en 2012 de Simeone, el conjunto rojiblanco ha sumado 311 puntos más que el Valencia en la clasificación histórica, según informaba el periodista Pedro Martín. Actualmente, el Atlético ocupa con margen el tercer puesto (lo recuperó en 2016) en la clasificación histórica de Primera con 3.985 puntos, por los 3.756 puntos de los ches (229 puntos menos). Y el Athletic, quinto, amenaza con desbancarle este mismo año (3739).

Unas cifras que reflejan la dinámica al alza del Atlético, un gigante dormido hasta el fichaje del argentino y que desde entonces ha crecido en todos los sentidos, y la deriva hacia ningún lugar del Valencia, sobre todo desde el cambio de propiedad y la caída en manos del magnate tailandés en 2014. Y eso que algunos de los primeros años de Lim fueron aceptables, alcanzando el cuarto puesto que daba acceso a Champions, siempre por detrás del Atlético, en varias ocasiones y ganando la Copa del Rey en 2019. Pero precisamente, y aunque pueda sonar paradójico, ese fue el punto de inflexión que llevó a peor la situación.

Sin perspectivas de mejora

A la propiedad del Valencia, pendiente de encontrar las vías para recuperar la inversión realizada, no le gustó nada que el entonces técnico, Marcelino, no desechará la Copa para centrar los esfuerzos en amarrar el cuarto puesto que garantizaba la clasificación a Champions y sus pertinentes ingresos. Y aunque logró ambas, firmando la mejor actuación de la década del club, la brecha entre entrenador y propiedad se hizo insalvable.

Cientos de aficionados del Valencia se manifiestan contra la gestión de Peter Lim. / EFE/Kai Försterling

Lim destituyó a Marcelino nada más iniciarse la temporada siguiente. A partir de ahí, dio rienda suelta al proceso de desinversión, con la consiguiente pérdida de competitividad deportiva. Esa temporada fue la última del Valencia jugando en Europa hasta la fecha. Ahora, tras un año en el que Baraja exprimió al máximo la cantera del club y firmó un meritorio octavo puesto, llegando a luchar por entrar en Conference League, afloran las costuras de un club que además se ha visto rodeado de polémicas en el inicio de temporada por el caso Rafa Mir.

Mientras que el Atlético, que podría ser considerado como su rival en el statu quo del fútbol español, crece, pelea por títulos (dos Ligas, una Copa y dos finales de Champions en la última década) y está instalado cómodamente en el escalafón como tercer club de España mientras expande su marca, el Valencia se diluye. Y parece imposible que su situación vaya a mejor en un futuro próximo.

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La crispación es plausible en la grada de Mestalla, donde el cántico más repetido es el "¡Lim go home!", mientras el dueño del club, devaluado tras su gestión, se niega a desprenderse si no recupera gran parte de la inversión inicial (255 millones). Y mientras, saca todo el rédito que puede vendiendo tratando de vender jóvenes jugadores, sus únicos activos. Lo hizo con Mamardashvili (que sigue cedido un año tras pagar el Liverpool 30 millones) y lo intentó con Javi Guerra, que estuvo cerca de fichar, precisamente, por el Atlético de Madrid. La última muestra de la brecha insitucional y deportiva que se ha abierto entre las dos alternativas históricas del fútbol español.

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