CICLISMO
Kooij gana al esprint y Pogacar cierra una primera semana de Giro de dominio aplastante
La 'maglia rosa' hasta se cuela en el esprint de Nápoles en un domingo vibrante, nervioso, peligroso, con caída de Geraint Thomas
Olav Kooij celebra su victoria en Nápoles. / EFE
Acabó en un esprint, pero ocurrió de todo en una etapa vibrante y con unos kilómetros finales donde no había una recta, sólo subidas y bajadas para cerrar la primera parte del Giro de Italia -este lunes hay jornada de descanso- con un único protagonista, Tadej Pogacar, tan fuerte y diferente al resto que hasta parece que la prueba esté sentenciada cuando aún quedan dos semanas de intensidad ciclista.
Pogacar sorprende día a día. Corre el Giro como si no hubiese un mañana, no se desentiende ni en la novena etapa, en Nápoles, donde hasta se permite el lujo de inmiscuirse en el esprint final para quitarse los anillos rosas y tratar de recompensar a su compañero velocista, el colombiano Juan Sebastián Molano (tercero en meta), con un triunfo que se lleva el neerlandés del Visma, Olav Kooij.
Captura en meta
Y, sobre todo, arriesga, incluso demasiado, cuando podría haber visto en Nápoles el Giro desde la barrera. Pero qué va. Aparece en el esprint para efectuar un impulso tan bestia, lanzador de los suyos y del resto, que fulmina al corredor ecuatoriano Jhonatan Nárvaez, el primer líder, el compañero de Geraint Thomas, que este domingo se fue al suelo sin consecuencias, como si quisiera vengarse por haberle impedido cumplir la hazaña de ser líder de la primera a la última etapa y tenga que conformarse, y si no al tiempo, con serlo de la segunda hasta el final.
No parece que tenga ningún interés en entregar el liderato a un ciclista sin especial peligro, pero cuya posición al frente de la general obligaría a otro equipo que no sea el suyo a llevar el volante de la carrera y a que sus compañeros corriesen unos días con cierta relajación.
Nula relajación
Sin embargo, la palabra relajación no existe en el diccionario particular de Pogacar, como si nunca se cansase, dando la sensación de que se divierte y, sobre todo, que quiere ampliar la renta de victorias y ni mucho menos, si no cambia el chip, que de la sensación de que con 2.40 minutos de diferencia sobre su rival colombiano Daniel Martínez, el primero de sus supuestos perseguidores, tiene el Giro lo suficientemente amarrado como para comenzar a pensar en el Tour y a reservar fuerzas teniendo en cuenta la batalla que le espera en el mes de julio.
Es que se cuela en los esprints, rueda todo el día en la cabeza del pelotón, ordena y manda, no se le pasa detalle, gana en la montaña y en la contrarreloj y no deja nada al azar, ni cuando permite al Lidl, como sucedió camino de Nápoles, llevar el timón de la carrera, en un terreno complicado, porque querían que Jonathan Milan consiguiera una nueva victoria, aunque tuviera que conformarse con la segunda plaza del día en una etapa animada por Julian Alaphilippe en busca de una fuga imposible en el Giro de Pogacar.
El martes se reanuda la pelea con una nueva llegada en alto, un esprint a la vista en la carta del miércoles, un jueves nervioso, un viernes con una etapa sin sentido antes de una nueva contrarreloj y la gran jornada dominical con el Mortirolo en el menú. ¡Hagan juego!
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