Acusaciones del Gobierno

Caza de brujas en la literatura argentina: la ultraderecha carga contra destacadas novelas de escritoras feministas

El campo intelectual argentino ha reaccionado de inmediato frente a un espíritu tutelar que trae recuerdos de las dictaduras militares de los años sesenta y setenta

La argentina Dolores Reyes, durante su visita a Barcelona. / FERRAN NADEU

Decenas de escritoras y escritores realizarán el próximo sábado una lectura pública de una serie de novelas que son objeto de escarnio por parte de la ultraderecha argentina. En los últimos días ha comenzado una caza de brujas y no parece casualidad que sean en principio escritoras el blanco de la cruzada. La vicepresidenta Victoria Villarruel, el gurú intelectual de Javier Milei, Agustín Laje, y el aparato comunicacional tanto en los medios tradicionales como en las redes sociales ha convertido en mantras las palabras 'obscenidad', 'pornografía' y 'pedofilia' para referirse a las novelas Cometierra, Las aventuras de la China Iron y Piedra, papel o tijera, de Dolores ReyesGabriela Cabezón Cámara e Inés Garland, respectivamente. Con la misma indignación preconciliar apuntaron contra Aurora Venturini, autora de Las primas, fallecida a los 93 años, en 2015. También ha recibido las peores invectivas oficiales Si no fueras tan niña. Memorias de la violencia, el desgarrador testimonio de Sol Fantin. 

Su autora relata un trance de la adolescencia: el abuso sexual que padeció de parte de un profesor de una institución pseudo-religiosa, donde estudiaba filosofías de Oriente y Occidente y practicaba meditación. "El proceso abusivo comenzó cuando yo tenía trece años y se prolongó hasta mis veintiuno. Fue muy difícil para mí relatar lo vivido de manera que respetara a esa niña y adolescente que fui", explicó en una carta pública. Un día Fantin encontró la energía suficiente para contar su propio infierno. Y ese infierno devino un libro que el gobierno de la provincia de Buenos Aires, opositor a Milei, decidió incluir, como los de Reyes y Cabezón Cámara, en una lista de novelas destinadas a la lectura de estudiantes secundarios. 

La furia de la vicepresidenta

Villarruel es una católica confesional que asiste a misas en la iglesia San Pío, fundada en 1969 por el obispo Marcel Lefebvre, quien fue excomulgado en 1988 por orden directa de Juan Pablo II por no reconocer el Concilio Vaticano II celebrado en Roma entre 1959 y 1963. La vicepresidenta encabezó la embestida. "¡Con nuestros niños no te metas!", publicó la titular del Senado, después de que el gobernador bonaerense, Axel Kicillof, se mostró leyendo Cometierra. "Qué mejor que un domingo de lluvia para leer buena literatura argentina. Sin censura", escribió en X, a lo que Villarruel respondió: "nunca es buen día para leer libros que exaltan la pedofilia y sexualizan a los niños".

La escritora argentina Gabriela Cabezón Cámara, en Barcelona. / Ana Pui

La respuesta de los intelectuales

El campo intelectual argentino ha reaccionado de inmediato frente a un espíritu tutelar que trae recuerdos de las dictaduras militares de 1966-73 y, en especial, la que se inició con el golpe de Estado del 24 de marzo de 1976 y se extendió por más de siete años. No ha sido casualidad que el lugar elegido para la jornada de lectura haya sido el Teatro Picadero, en el centro de la ciudad de Buenos Aires, donde en 1981 comenzaron las funciones de lo que se conoció como Teatro Abierto, una de las primeras expresiones de disidencia cultural colectiva contra la dictadura.

Las reacciones oficiales tienen una arista paradójica. El presidente Milei es proclive a utilizar imágenes vejatorias, en especial anales, hace gestos en público de un acto masturbatorio, ha aludido frente a niños de una escuela primaria al tamaño del miembro de un burro y contó en una conferencia sobre economía cómo una teoría del libre mercado le provocó más placer que mirar una revista Playboy. El lenguaje oficial se ha naturalizado al punto de que uno de los cantos de los jovenes libertarios es "los kirchneristas (opositores) nos chupan el pene".

La posición de Fantin

De repente, un Gobierno que ha demolido los cimientos de la industria del cine e intenta cerrar el Instituto del Teatro, mientras centenares de librerías corren el peligro de cerrarse debido a la recesión, consideró que la "batalla cultural" había encontrado nuevos enemigos y, especialmente, enemigas, entre ellas Fantin. "La literatura, como el arte en general, no presenta modelos a imitar ni tampoco es mero entretenimiento. Ofrece la oportunidad de conocer situaciones, lenguajes, valores, mundos diversos, a veces extracotidianos, que, bajo el régimen de la ficción, nos ayudan a formar nuestro propio pensamiento, a complejizar nuestros puntos de vista, a ponernos en el lugar de los otros, a imaginar alternativas, a enriquecer nuestra subjetividad", explicó la autora. 

La literatura, añadió Fantin, "nos ofrece la posibilidad de poner palabras a cosas que suceden y nos atraviesan y que, muchas veces, son difíciles de nombrar". En su libro, ella lanza una alerta a los jóvenes acerca de los peligros del consumo problemático de alcohol y drogas, la pérdida de lazo social con sus pares y de cualquier forma de fanatismo. Es un libro "dirigido a que cualquier adolescente se anime a pedir ayuda".

"Cometierra" de Dolores Reyes acompaña al movimiento feminista / EFE / Sergio Adrián Ángeles

Una fundación relacionada con el mundo de la ultraderecha la denunció no obstante a las autoridades alegando una misión celestial de "salvaguardar el bienestar de los niños, niñas y adolescentes". Laje, un joven ensayista que vive parte del año en Madrid y que tiene su propio canal de YouTube y una considerable prédica regional ha insistido no obstante en el carácter "pedófilo".

"No han leído"

Martín Koham, quien en 2007 ganó el Premio Herralde con la novela Ciencias Morales, salió al cruce de las acusaciones. La indignación de los censores, dijo, parte de un malentendido: la confusión entre sexo y pornografía. "Por otro lado, mienten: no se da a leer esos textos a los niños, que están por caso legalmente habilitados a ver películas en las que tales palabras se pronuncian. Razonablemente, un docente puede suponer que las conocen y no les está revelando nada. Problema de base: no leyeron los libros. Así de simple. Están discutiendo libros que no han leído". 

La respuesta a esa ofensiva es la lectura colectiva de la cual participarán junto con Reyes, Cabezón Cámara, Garland y Fantin, referentes de la literatura y otras artes, entre ellos Carlos Gamerro, Liliana Heer, Luisa Valenzuela, Claudia Piñero, el propio Kohan, Jorge Consiglio, Guillermo Martínez, Cristian Alarcón. Un grupo de destacados narradores argentinos residentes en el exterior como Martín Caparrós, Samanta Schweblin, Andrés Neuman, Clara Obligado y Fernanda García Lao también se adhirieron al acto.

El documento En defensa de los libros recibió a su vez la adhesión de Mariana Enriquez, María Moreno, Camila Sosa Villada, la nicaragüense Gioconda Belli, las españolas Irene Vallejo, Rosa Montero, María Dueñas, Aroa Moreno Durán, Isabel Mellado y Carme Riera, las chilenas Nona Fernández, Lina Meruane y Alia Trabucco Zerán, las mexicanas Brenda Navarro, Daniela Tarazona y Jazmina Barrera, la uruguaya Fernanda Trías, la ecuatoriana Mónica Ojeda y la peruana Gabriela Wiener. "Las escritoras y los escritores no somos rehenes de ningún régimen ni de ninguna campaña electoralista. No se pueden permitir ni la ridícula ofensiva oscurantista ni la violenta personalización sobre ninguna escritora o escritor para contiendas que no tienen nada que ver con las razones y los objetivos de nuestro trabajo", se señala. 

Pulsa para ver más contenido para ti

El documento contó también con el respaldo de los chilenos Alejandro Zambra y Diego Zúñiga, el peruano Renato Cisneros, el español Paco Taibo, el colombiano Héctor Abad Faciolince, el mexicano Juan Villoro y el Premio Cervantes 2018, el nicaragüense Sergio Ramírez.

Pulsa para ver más contenido para ti