QUÉ VER EN MADRID

El Teatro Real muestra 'La Bayadera', uno de los grandes ballets clásicos, en una versión renovada que no rehuye la controversia

Interpretado por el Ballet de la Ópera de Múnich y dirigido por Laurent Hilaire a partir de la coreografía de Patrice Bart de 1998, la obra, que narra una historia de amor ambientada en la India se puede ver en tres funciones este sábado y domingo

Escena de 'La Bayadera', ballet que la Ópera de Múnich, dirigida por Laurent Hilaire representa hasta el 2 de junio en el Teatro Real. / Jack Devant

Ángeles Castellano

"Los repertorios deben nutrirse y renovarse. Mi posición es que el ballet clásico tiene que evolucionar, con respeto, pero es importante que el ballet forme parte del compás de su tiempo". Laurent Hilaire, director artístico del Ballet de la Ópera de Múnich / Bayerisches Staatsballet, explica así su visión de la danza clásica. Hilaire, que dirige el ballet de la capital baviera desde mayo de 2022, está en España con motivo de la presentación en el Teatro Real de La Bayadera, que estará en cartel hasta el próximo 2 de junio en cinco funciones de uno de los ballets clásicos de mayor dificultad técnica y mayor formato (cuenta con un cuerpo de baile de más de 35 personas y en Madrid lo representarán hasta tres elencos diferentes).

La Bayadera que se presenta en Madrid, a la que pone música la Orquesta Titular del Teatro Real bajo la batuta de Kevin Rhodes, se estrenó en Múnich en 1998. Es una versión de de la obra estrenada originalmente por el Ballet Imperial ruso en el Teatro de San Petesburgo en 1877 coreografiada por Patrice Bart, que hizo una revisión sobre el original de Marius Petipa, el primero que llevó al escenario esta obra.

La obra supone la vuelta de un ballet que no actuaba en España desde hace 23 años, después de un intento fallido en 2020 que quedó cancelado por la pandemia. Se trata de uno de los grandes ballets clásicos, con una marcada dificultad técnica para los intérpretes y, por lo tanto, una obra que pocas compañías llevan en su repertorio. "Esta versión tiene una coreografía muy rica y complicada, así que implica una importante evolución para cada bailarín, por esto es importante para la compañía", comentaba Hilaire en la rueda de prensa de presentación del ballet.

Narra una historia de amor en un contexto exótico propio del momento histórico en el que nació, inmerso aún en la influencia del Romanticismo. "Trata sobre los grandes temas: el poder, las clases sociales, la traición, emociones que permiten que el público conecte muy bien con la historia", explicaba Hilaire.

Revisión del exotismo y visión colonial

La Bayadera no ha escapado a la revisión que desde la óptica actual se está sometiendo a las obras de arte de otro momento histórico, acusadas de ofrecer una visión colonial sobre otras sociedades, en este caso la India, poniendo su cultura al servicio de una idea romántica y exótica de Occidente o directamente apropiándose de algunos rasgos de su cultura. Preguntado por este asunto, Hilaire explicaba en la rueda de prensa que justamente la versión de Bart que ahora se muestra en Madrid quiso enfrentar esas acusaciones sin rehuirlas, tratando de rescatar su intención original. "Yo no veo aquí un intento de atacar la identidad de la India", respondió sobre estas acusaciones Hilaire. "No quisimos hacer una caricatura, hemos trabajado desde el respeto, pero hay que ver el ballet en el contexto de creación de la época".

Hilaire explicó, además, que cuando la compañía trabajaba el año pasado para sus representaciones en Múnich decidieron enfrentar estas cuestiones y lo hicieron a través del encuentro, en el estudio, con un grupo de bailarinas de danzas tradicionales indias. "Compartieron su visión de la danza tradicional con la compañía, y se creó un vínculo coreográfico que permitió a la vez ayudar a completar la creación", explicó. "Fue un intercambio productivo y creo que el resultado fue muy positivo porque permitió anticipar problemas".

Los bailarines Norbert Graf, en el papel de Gran Brahmán y Laurretta Summerscales, como Nikiya, durante la representación del ballet 'La Bayadera', que estará en el Teatro Real hasta el 2 de junio. / Jack Devant

Cuando Bart decidió coreografiar la obra en 1998 quiso rescatar elementos de la coreografía original que habían sido eliminados en versiones posteriores, como la que Rudolf Nuréyev -considerado uno de los mejores y más influyentes bailarines del siglo XX- hizo en 1992 para el Ballet de la Ópera de París, que eliminó el último acto de la obra. "La estructura del ballet se mantiene, lo que cambia es la intención", dice Hilaire. "Cada movimiento tiene que estar justificado". El exotismo de la propuesta original de Marius Petipa en la rusa zarista, en cualquier caso, no estaba solamente en el argumento de la obra, sino, sobre todo, en el vestuario y decorados, algo que aquí se ve solventado con el trabajo del japonés Tomio Mohri, que ha tratado de acercarse a la tradición de la India de una manera más respetuosa y menos exótica.

En cualquier caso, Hilaire no rehúye el debate generado en torno a estas cuestiones y quiso dejar clara su postura: "Tenemos que reflexionar sobre qué está prohibido crear. Creo que un artista debe tener derecho a tocar todos los temas, pero siempre con respeto. Después, podrá gustar o no, pero lo que no se puede permitir es la caricatura".

Laurent Hilaire, director artístico del Ballet de la Ópera de Múnich, junto a Joan Matabosch, director artístico del Teatro Real, durante la presentación de 'La Bayadera'. / Javier del Real

Recuperación del último acto

La Bayadera que se presenta estos días en el Real recupera el último acto del ballet, que Nureyev suprimió en su versión como coreógrafo en 1992 en la que Hilaire participó como bailarín principal. Para Hilaire, la recuperación de este acto, resultado de una "meticulosa investigación" es fundamental, porque "le da dimensión humana a los personajes". "Para mí es importante que cada personaje tenga sentido completo", incidía Hilaire. "Todos estos pequeños detalles son los que lo convierten en un gran ballet y provocan la conexión con el público".

Durante la presentación en rueda de prensa de la obra, el director artístico del Teatro Real, Joan Matabosch enfatizaba que Hilaire protagonizó como bailarín la versión que Nuréyev estrenó en 1992, muy enfermo ya de Sida, y que pudo estrenarse unos meses antes de su fallecimiento. "Él trabajó mucho con el elenco masculino", explicaba Hilaire sobre la experiencia. "Trabajaba mucho sobre el sentido del movimiento, para que fuera natural, que el gesto tuviera sentido".

https://www.epe.es/es/cultura/20240404/retorno-titulos-clasicos-marcara-proxima-temporada-teatro-real-100620142

Sin embargo, también quiso aclarar: "Se dice de la coreografía de Nuréyev que era muy rica, con una gran complejidad y muchos pasos. Esto es verdad, pero la de Bart es aún más compleja". Para él es importante que las obras clásicas se actualicen: "Personalmente opino que las versiones antiguas de este ballet son un poco estáticas. Los bailarines, como los actores, comunicamos la teatralidad y tenemos que ir al compás de nuestra época".

En las cinco funciones que se desarrollan hasta el 2 de junio en el Teatro Real se alternarán hasta tres elencos, dada esa dificultad técnica del ballet. Los papeles protagonistas serán interpretados por Madison Young (30 de mayo y 1 de junio a las 17.00 horas), Lauretta Summerscales (31 de mayo y 2 de junio) y Ksenia Shevtsova (1 de junio a las 21.30 horas) como Nikiya; Osiel Gouneo (30 de mayo y 1 de junio a las 17.00 horas), Jinhao Zhang (31 de mayo y 2 de junio) y Julian MacKay (1 de junio a las 21.30 horas) en el papel del guerrero Solor, y Maria Baranova (30 de mayo y 1 junio a las 17.00 horas), Bianca Teixeira (31 de mayo y 2 de junio) y Carollina Bastos (1 de junio a las 21.30 horas) encarnando a Gamzatti.

Precisamente dos de las intérpretes de Gamzatti, Bastos y Teixiera (ambas, bailarinas brasileñas) harán su debut en el papel, una apuesta que Hilaire ha admitido que es necesario que se produzcan: "hay que asumir riesgos. Con control, pero riesgos al fin y al cabo", comentaba.

Escena de 'La Bayadera', que se representa en el Teatro Real hasta el 2 de junio. / Jack Devant

La escena clave del ballet

La escena clave de La Bayadera es la escena IV (primera del segundo acto), El reino de las sombras. Preguntado sobre si es el momento de esta obra que define la calidad de la compañía que lo interpreta, Hilaire ha sido contundente. "La calidad de una compañía se expresa en la complejidad de lo que es capaz de hacer", apuntaba. "Acometer El reino de las sombras no es solamente una cuestión de dominar la técnica; los bailarines tienen que trabajar su estado mental para hacerlo, porque obliga a respirar a todos los bailarines juntos para poner su interpretación al servicio de algo más grande que nosotros, que es el arte".

La debutante Bianca Teixeira, presente durante la rueda de prensa, asentía con esta afirmación. "En esta escena los bailarines debemos estar en un estado de meditación, porque el estado mental es el que va a definir que podamos ser capaces de acometer los movimientos" decía. "Trabajar con este director me ha cambiado la vida precisamente porque esta es la parte más importante de trabajo, el estado mental en el que acometes cada escena".

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Hilaire recibía el elogio y puntualizaba: "Para mí, la técnica es un medio para la emoción artística. Lo importante es la intención detrás del movimiento". Después apuntó: "El ballet requiere de mucha humildad, todos los días hay que volver a clase a hacer los mismos ejercicios. Nureyev hacía barra todas las mañanas, sin importar si estaba regresando de un viaje, si tenía jet lag. Esa humildad es algo que no se puede fingir".

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