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'Galgos', el drama empresarial y familiar que no es la ‘Succession’ española

La nueva serie tiene como protagonista a una rica familia muy 'ibérica' en la que también florecen las puñaladas entre sus miembros para mantener su estatus

Una imagen de la familia protagonista de Galgos. / MOVISTAR PLUS+

Sus creadores advierten de que no es la Succession española, porque se gestó hace años, cuando aún la ficción triunfadora en los Globos de Oro y en los Emmy 2024 no había alcanzado tamaño éxito, aunque la protagonice un clan fabricante de galletas, los Somarriba, que en su lucha por salvar una empresa sostenida por tres generaciones, o su alto nivel de vida, o un estrecho vínculo familiar, no dudan en pisarse, traicionarse e imponer su plan. Y tienen razón que no lo es, porque Galgos, la serie que estrena Movistar+ este jueves, 18, resulta más cercana por sus personajes y sus situaciones con un tono muy 'ibérico’.

Dan vida a los miembros de la familia en esta serie original de Movistar Plus+, producida por Buendía Estudios y dirigida por Félix Escarret y Nely Reguera, entre otros, Adriana Ozores (Gran Hotel, Velvet Colección) en el papel de Carmina Somarriba, la hija del fundador; Luis Bermejo, Emilio, su hermano, y presidente de la empresa; el argentino Óscar Fernández (El comisario) , que encarna a Gonzalo , el marido de Carmina; Patricia López Arnaiz (La otra mirada, Intimidad) , como Blanca, la hija mayor y más ambiciosa; Marcel Borràs (Això no és Suècia), en el papel de Guzmán , el segundo hijo, que tiene aspiraciones políticas; María Pedraza (La casa de papel, Élite, Toy Boy, Urban: la vida es nuestra), en la piel de la bohemia benjamina, Jimena, y Jorge Usón (Sequía, Días mejores), como Julián, el hijo que aportó Gonzalo al matrimonio, que busca encontrar su lugar en la empresa… y en la familia.

La serie, que no el culebrón, porque, a diferencia de otras ficciones de sagas familiares tiene un ritmo ágil y unos diálogos plagados de ironía que lo alejan de ese subgénero, comienza con la destitución de Emilio como presidente, debido a la crisis que padece la compañía de galletas y alimentación infantil Somarriba y a la necesidad de un liderazgo firme para enfrentarse a una supuesta ley del azúcar que afecta a sus productos. Pero, sorpresivamente, no es Gonzalo, su cuñado, quien tanto había trabajado mucho para hacerse con el cargo, sino su esposa, hermana de aquel, quien cogerá las riendas para mantenerla tal como la fundó su padre. 

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No obstante, pese a su determinación, esta pronto descubrirá que no se lo van a poner fácil, porque a la crisis del sector, acentuada con la corrupción interna; la presión de las marcas blancas, la amenaza de esas normativas que buscan una alimentación más sana y el posible cierre de la fábrica más antigua del grupo, se suma que deberá enfrentarse a la traición y el engaño, en difícil convivencia con el amor y la lealtad, por parte de los suyos. Y es que si bien en esta historia no hay buenos y malos, la protagonizan personas con un objetivo empresarial y vital que no siempre coincide con el de los demás, y ahí se produce la colisión. La serie muestra, además, cómo la política puede incidir en el devenir de una empresa. Real como la vida misma. 

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