NOSTALGIA

100.000 euros por un tazo de Pokémon: no los tires, te pueden hacer rico... “Son el nuevo bitcoin”

Aparecieron en 1994, pero el 'boom' no llegó hasta los 2000 con la saga de Pikachu y Ash. A día de hoy, algunos aún rebuscan en internet para localizar 'tesoros' que completen su colección. La especulación también ha llegado a este sector: “Hay quien los revenden a un precio con el que pueden pagar la entrada de un piso en Triana"

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PI Studio

Pedro del Corral

Esteban Arques solía perderlos casi todos. No había día que no se despidiese de algún tazo. La prisa del recreo y la flaqueza de la niñez le jugaron malas pasadas. Aun así, cada jornada, salía al patio con la convicción de recuperar los arrebatados. Y, por qué no, conseguir otros tantos que engrosasen su incipiente colección. Tal era su fervor que, sin esperarlo, la profesora le pilló jugando en mitad de una clase. La regañina acabó con su bolsa requisada hasta final de curso. Pero esto no restó ni un ápice de ilusión a este joven que, como quien espera un milagro, aguardó pacientemente para recuperarla.

“No los tenía. Yo creo que se los regaló a su hijo, lo que me produjo un fuerte resquemor durante años”, señala. Con el tiempo, la herida fue sanando gracias a videojuegos, cromos, libros, discos… que empezó a recopilar por puro afán. Hasta que, al cumplir 25, se prometió reunir todos los tazos editados en España. El objetivo era súper ambicioso, pero poco a poco se está acercando a la meta: hoy cuenta con 12.496 catalogados.

Esteban Arques se prometió reunir todos los tazos lanzados en España: hoy atesora 12.496. / GUILLEM BOSCH

“Es imposible tener todos los lanzados en el mundo, por eso me centré en nuestro país. Aquí, existen en torno a 250 colecciones. Algunas las tengo completas y otras, a falta de tres ejemplares”, reconoce Esteban, que lleva un registro exhaustivo de cada una de ellas. Las quiere en perfecto estado, aunque a veces esto resulte complicado. Muchas surgieron en 1994, el origen del primer boom. Por lo que, si no han contado con el debido mimo, lo más probable es que presenten desperfectos.

Por aquel entonces, empezaron a distribuirse los primeros modelos de Looney Toons, Space Jam, Yu-Gi-Oh!… Y lo que para unos era simplemente un trozo de plástico redondo, para otros se convirtió casi en una razón de ser: abrir las patatas fritas, descubrir el tazo y, en función de tus intereses, jugártelo o no en la plaza del barrio. Era casi un ritual para cada grupo, que observaba expectante cualquier movimiento. Este fenómeno se volvió aún más intenso en el 2000, cuando Pokémon entró en la ecuación. Esta nueva revolución sumó numerosos adeptos más.

Los había voladores, metálicos, octogonales, macro, holográficos... Sin embargo, el interés fue decayendo. Y muchos acabaron en la basura. Incluso los que eran más difíciles de hallar dadas las escasas unidades emitidas. De ahí que resulte tan arduo rescatar algunos del olvido. “En la actualidad se siguen lanzando nuevas tiradas. La última que yo tengo anotada es la de Dragon Ball Super. Aunque salió en Italia, se encuentra traducida al español. Está preparada para dispensarse aquí, pero yo me adelanté”, explica Esteban, cuya joya de la corona es el tazo áureo del androide C18. Eso sí, ya no es posible adquirirlos a través de Matutano, Bollicao, Donetes, Panrico, Chester… Ahora, sólo es posible comprarlos en sobres. En cambio, los antiguos vagan por tiendas de segunda mano o páginas de intercambio a la espera de una nueva oportunidad. En ellas, los más avispados tienen cierta ventaja: las ediciones limitadas vuelan en cuestión de minutos. Lo que ha transformado esta vocación en un nicho exigente.

Viajes a Bulgaria y Rusia


“Suelo mirar en Wallapop, Milanuncios, Todocolección… Pero, en especial, recomiendo el canje. No hay nada más satisfactorio que enviar siete tazos por correo postal y recibir otros siete con tus faltas”, relata Manolo Tejado. Él es una referencia en este campo. Gracias a su popular canal de YouTube, ha juntado a una pequeña comunidad interesada por estas figuras. En él comparten sus impresiones, descubrimientos y chascarrillos 4.710 suscriptores.

“Algunos de ellos me han mandado enlaces con mis búsquedas. El proceso de recopilación es una delicia gracias a Google. Lo bonito es que la información fluye sola durante una buena conversación”, apunta. Su talismán es, precisamente, uno que le regaló un seguidor: el de Holly, del anime Monster Rancher. También guarda especial cariño a los de Rugrats, Shin Chan, Gormiti, Bob Esponja, Star Wars… Sin olvidar aquellos que tienen fallos de impresión, reconvertidos en auténticos tesoros.

Manolo Tejado ha juntado a una comunidad interesada por estas figura en YouTube.  / EPE

Si bien Manolo antes buscaba a diario los que le faltaban, la complejidad de ciertas pesquisas hizo que cambiara su rutina. Hoy, lo hace cuando se acuerda. Sin la obsesión de antaño por cerrar una colección en la que ha invertido más de 900 euros. “Me planteé la posibilidad de viajar a Bulgaria, Rusia y Grecia para hacerme con una de Bob Esponja, pero descubrí una página valenciana que importaba productos balcánicos. Entre ellos, el Chipicao donde se repartían”, continúa.

Fuera de nuestras fronteras, este pasatiempo sigue en auge. En especial, en Latinoamérica: México, Perú, Chile y Guatemala se han convertido en el epicentro de este terremoto tras haber conquistado a generaciones dispares. A diferencia de España, estas piezas no son territorio exclusivo de los millennials. Y, además, han capturado la imagen de referentes atemporales: Mortal Kombat, Bugs Bunny, Spiderman, Pacman, X-Men… Otros supuestos singulares son los de Indonesia y Malasia, donde siguen arrasando en ventas.

Una inversión revalorizada


El almacenamiento es uno de los principales hándicaps a los que se enfrenta un coleccionista. Ahora bien, respecto a esta figura tiene una ventaja. “Pueden guardarse en baúles, botes o ficheros que puedes colocar en una estantería sin que ocupen demasiado espacio. Igualmente, existen colecciones que contaban con sus propios expositores, álbumes o portatazos. Esto puede generar un contratiempo y es que, de esta manera, tenemos un montón de variantes de una misma serie. Y, si eres seguidor, no vale con tener sólo una de ellas”, sostiene Sergio Fuentes.

La suya acoge referencias de todo el planeta, por lo que sabe de lo que habla. Sus 6.000 ejemplares se localizan perfectamente dispuestos y conservados. No es una persona maniática, pero le gusta que cada objeto se encuentre en el mejor estado.

Los 6.000 tazos de Sergio Fuentes se localizan perfectamente dispuestos y conservados. / EPE

Las normas están claras: “Los de metal pueden oxidarse si hay humedad, por lo que es conveniente protegerlos en carpetas y cajas herméticas. Aunque, de normal, la capa de esmalte que presentan impide que se estropeen. Respecto a los de plástico, no suele haber grandes problemas. Basta con tener un archivador adecuado. Atención con los de cartón: al ser tan finos, pueden acabar rompiéndose”. Para él, su medallón más valioso es el Victreebel de Pokémon Attack. No tanto por el aspecto económico, sino por el sentimental: es de los pocos que ha sobrevivido desde el 2001 que lo adquirió.

No obstante, como sus colegas, tiene claro que la inversión que ha ido realizando ya se ha revalorizado. “No sabría calcular el peso de mi colección, incluyendo los complementos y sistemas de depósito, pero no sería descabellado darle un valor de cinco cifras”. Sergio ha llegado a desembolsar hasta 15 euros por un tazo, un dato que está muy lejos de las que se manejan en internet para ciertos modelos.

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250.000 euros por Mewtwo


“Se vende tazo de Ash y Pikachu (2000). Valorado en 100.000 euros. Sólo apto para coleccionistas de gran calibre”, reza en uno de los anuncios publicados por la red. No es el precio más abultado: uno de Oliver y Benji (2006) asciende a 500.000 y otro de Mewtwo (2001) alcanza los 250.000. Hay quienes incluso ofrecen uno de Digimon Monsters (2001) por 1.000.000 euros, alegando que se trata de una pieza “única en el mundo” y en “estado de conservación increíble”.

¿Alguien está dispuesto a soltar tales importes? Hay que tener presente que se trata de un sector donde no existe un baremo, de tal modo que los tazos pueden costar lo que cada uno esté dispuesto a abonar. A Samuel Caballaro, por ejemplo, le han ofrecido suculentas cuantías por su compilación de Pokémon. Desde que inició su afición a los 17, se ha centrado en exclusiva en esta franquicia. Lo que le ha permitido agarrar las mejores versiones de cada tirada. En total, 1.600. Sin embargo, jamás ha dado su brazo a torcer.

A Samuel Caballaro le han ofrecido suculentas cuantías por su compilación de Pokémon. / EPE

Cuenta en su haber con kraks, boinx, roks, nox, waps, sticker… “Para las colecciones más raras hay que armarse de paciencia y, últimamente, con bastante dinero”, mantiene Samuel, que rompe la tendencia tras asegurar que su tazo más preciado es uno que él mismo dibujó de pequeño. “Hay especulación y precios inflados, lo que acaba perjudicando a los verdaderos interesados. Por lo general, el montante varía en función de la serie, el estado y la rareza”, añade. Lo normal sería que rondase un euro.

En su caso, lo máximo que ha apoquinado han sido 35 por tres. Un transacción que, tal y como asegura, ha ganado valor con el paso del tiempo: “Esta saga ha doblado o triplicado el de hace cinco años gracias a la popularidad que ha resurgido a través de las cartas y los videojuegos”. El bazar de la nostalgia parece no encontrar techo en este terreno, que particularmente ha quedado distorsionado por algunos vendedores. ¿Estallará la burbuja? Los cuatro lo tienen claro.

“Este es un mercado con poca gente. A pesar de ello, sí que se puede sacar pasta con ventas de artículos que has comprado más baratos” dice Samuel. A lo que Sergio agrega: “Si alguien tiene tazos por su casa que no quiere, que sepa que puede ponerlos a la venta y seguro que se lleva una alegría. Es una vía para sacarse un extra”. ¿Tanto como el que pretenden recaudar algunos? Tal vez… aunque no esté bien visto.

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“Hay quienes los revenden a un precio con el que pueden saldar la entrada de un piso en el barrio de Triana. Pero luego están también los propios clientes que permiten eso: personas a las que no le importa pagar absurdeces. Hoy, los más caros son los de Pokémon Boomer. Son el nuevo bitcoin”, asegura. Estos pueden superar los 200 euros en algunas ocasiones. Una cifra que puede seguir aumentando si los influencers del momento comienzan a mostrarlos en sus redes. “Hay burradas”, concluye Esteban. “Yo he encontrado los que buscaba por precios desorbitados... Y he dicho que no”.  

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