MITO 'UNDERGROUND'

Jayne County, la mujer que estuvo en el principio de casi todo, del punk al movimiento trans

La editorial Colectivo Bruxista ha publicado en castellano las memorias de esta cantante, actriz, pintora y activista trans que llegó a participar en la revuelta de Stonewall y fue una estrella de la Factory de Warhol

Jane County a finales de los 70. / Chalkie Davies - Colectivo Bruxista

"Desde el punto de vista de la Convención Baptista del Sur, las personas como yo estamos más allá de toda redención. Yo represento lo que más odian y temen; básicamente, soy todas sus pesadillas combinadas en una sola persona. Si conocieran mi carrera, quién soy y las cosas que he hecho, estoy segura de que me echarían de la ciudad", comenta Jayne County en el epílogo de Man Enough To Be a Woman, libro de memorias que acaba de ser publicado en castellano por Colectivo Bruxista.

Después de haber recorrido medio mundo con sus espectáculos musicales, de variedades y teatrales, Jayne County disfruta en la actualidad de una vida muelle en la ciudad que la vio nacer hace más de setenta años, y en la que nunca pasó desapercibida. "Siendo adolescente, leí artículos en el Atlanta Journal sobre lo horrible que era que en Atlanta hubiera homosexuales que se vestían de mujer. Empecé a entender que la sociedad no lo veía con muy buenos ojos, pero nunca me planteé cambiar. Siempre tuve un sentido muy, muy fuerte de mi identidad", recuerda County, que acostumbraba a salir vestida de mujer por las calles de su localidad, "un pueblecito de once mil personas" en una época en la que, según recuerda, "nadie conocía expresiones como 'gay' o 'transexual'".

Aunque sus familiares y vecinos sabían que Jayne no era como los demás niños, lo cierto es que no pudieron disimular su sorpresa cuando decidió asistir a la ceremonia de graduación de su instituto "con mi flequillo Beatle y mi lápiz de labios color magnolia de Mary Quant". A partir de entonces, Jayne no se escondería nunca más, a pesar de los problemas que eso pudiera ocasionarle porque, como ella misma reconoce, "hay pocas cosas más salvajes que una travesti sureña enloquecida que un buen día dice: 'Esto es lo que soy, ¡Yo soy así!'".

De Atlanta a Stonewall

En 1967, Jayne County decidió abandonar el provincianismo de Atlanta y mudarse a Nueva York, megalópolis cosmopolita en la que estaba convencida que gozaría de más libertad. "Nada más bajarme del autobús en la terminal de Autobuses de la Autoridad Portuaria, un hombre negro se ofreció a hacerme una mamada por cinco dólares. Le dije que no, me pareció un poco fuerte", relata County que, sobrepuesta de esa primera impresión de la Gran Manzana, decidió dar un paseo por la ciudad: "El único bar gay que me sonaba era el Stonewall de Greenwich Village, que era famoso en toda América. Le pregunté a un tío en la calle 42 cómo llegar al Village; me dijo que cogiese el bus de la Avenida 8 hasta la calle 14, y que desde allí fuera andando al Village. Y eso hice".

A partir de entonces, Jayne County sería una de las asiduas de Stonewall, hasta el punto de participar de las revueltas por los derechos del colectivo LGTBI. "En el verano de 1969 sucedió algo que cambió mi vida, aunque tardé años en darme cuenta de su importancia. Un viernes por la noche de junio me dirigía al Stonewall, y al llegar a Sheridan Square vi que había jaleo en la calle. Uno de los habituales del Stonewall se me acercó corriendo y me dijo que la policía había hecho una redada en el bar, había pegado a las travestis y las había metido detrás de la barra para hacerles un registro sexual: comprobar que eran hombres. Miss Peaches y Miss Marcia, dos de las travestis callejeras más deslenguadas del Village, se pusieron furiosas. Salieron a la calle, cerraron la puerta, hicieron una barricada con basura y le prendieron fuego, con los polis todavía dentro", explica la artista.

Clientela del Stonewall en la puerta del local en 1969, el año de los disturbios.

/ Getty

A partir de entonces, estar en el sitio adecuado en el momento indicado se convirtió en una de las claves de la vida de Jayne County. Unas semanas más tarde de la revuelta de Stonewall, por ejemplo, se fue con unos amigos a Woodstock porque "todo el mundo hablaba de ir a Woodstock, que iba a ser lo máximo, que tocaban todos los grupos que te podías imaginar. Sabía que si me perdía Woodstock me iba a arrepentir toda mi vida", confiesa la artista, que llegó al evento cuando estaba tocando Joan Baez, aguantó los tres días a pesar del barro y la lluvia y decidió regresar a casa "un poco temprano, cuando Hendrix todavía estaba tocando, para evitar el atasco de vuelta".

Reina underground

La siguiente parada de Jayne County en Nueva York sería el Max’s Kansas City, un pequeño restaurante que, a principios de los setenta, se había convertido en el cuartel general del underground neoyorquino. "Si eras un poco famoso por alguna razón (vender ácido, hacer teatro o música, ser una de las travestis con peor aspecto de la ciudad o simplemente ser un drogadicto chiflado), te pasaban directamente a la trastienda. Allí estaban todos los freaks, y los famosos seguían a los freaks. Andy Warhol, Jim Morrison, Lou Reed, Sylvia Miles, Janis Joplin y Grace Slick iban mucho".

Cubierta del disco recopilatorio de la escena proto-punk que circulaba por el Max's Kansas City en 1976. Wayne County and The Back Street Boys fue una de las bandas de Jane County. / Discogs


Además de convertirse en pinchadiscos del Max’s, los contactos que County hizo en el local le permitieron ser una estrella de la Factory y participar en montajes teatrales underground, uno de los cuales, Pork, fue estrenado también en Londres. En la capital inglesa, County conocería a las estrellas del momento, entre las que se encontraba David Bowie. "Era una persona demasiado comedida y educada. En los camerinos les estrechaba la mano a todos y les decía, muy serio, lo mucho que le habían gustado sus actuaciones. Pero a la vez estaba estudiando con atención nuestros maquillajes […]. Estaba tomando nota de todo: más adelante empezó a pintarse las uñas y afeitarse las cejas, como nosotros".

No sería esa la primera vez que Jayne County vería cómo su particular forma de entender el espectáculo era copiada por las discográficas o por grupos musicales. Cuando decidió aprovechar su experiencia como cantante en montajes teatrales alternativos para formar su propia banda de rock, se encontró que ya había unos chicos que salían al escenario vestidos de mujer y maquillados como puertas: The New York Dolls. A pesar del disgusto, Jayne siguió adelante y montó Queen Elisabeth, un grupo con el que comenzó a actuar en el circuito universitario, provocando las iras de los estudiantes que consideraban sus letras misóginas y ofensivas para los homosexuales. "Un chico del Movimiento de Liberación Gay había llamado al decano para que nos cortasen la electricidad en mitad del concierto. Recuerdo que en aquel momento me pareció gracioso que aquel mariquita con pinta de hetero del MLG me cortase la electricidad justo a mí, que había estado en los disturbios de Stonewall. Pero entonces no me podía imaginar que iba a recibir ese tipo de reacción por parte de algunos gays durante el resto de mi carrera".

A su manera

A pesar de su militancia por los derechos de gays, lesbianas y transexuales, Jayne County siempre se ha mantenido al margen de las teorías de género más extendidas. Aunque tuvo periodos en los que se hormonó y en los que incluso se planteó someterse a una operación de cambio de sexo, finalmente lo descartó. "Me siento feliz estando entre dos sexos. Me siento cómoda y me gusta la idea. Me atrae lo de no ser ni hombre ni mujer, sino una mezcla de ambas cosas, un hermafrodita, un eunuco. Hay gente que lo encuentra demasiado ambiguo: o eres una cosa o la otra. Por eso muchas trans sienten la obligación de operarse, y no descansan hasta que lo consiguen. Yo nunca lo vi así, y el único motivo por el que me lo planteé fue porque muchas chicas tiraron por ese camino, y me pareció lógico seguirlo yo también", comenta County, que reconoce que "me gusta la idea de aceptar la identidad transexual, lo prefiero a ser 'hombre' o 'mujer'. Puedes llegar tan lejos como a operarte, o también puedes convertir el género en algo diferente. No es tan sencillo como nacer hombre y creerte mujer".

Después de disfrutar de cierto éxito con su grupo The Electric Chairs durante el auge del movimiento punk gracias a temas como (If You Don't Wanna Fuck Me, Baby) Fuck Off!! y participar de películas de culto como Jubilee de Derek Jarman o La ciudad de las almas perdidas de Rosa von Praunheim, County pasó malos momentos en los que se vio obligada a ejercer la prostitución, antes de regresar a su ciudad natal para cuidar de sus padres ancianos hasta que fallecieron.

"Mientras cuidaba de mis padres tuve aparcada mi carrera musical; no podía dejarlos solos más de un par de días seguidos, y al final necesitaban estar atendidos a todas horas. Me resultaba imposible salir de gira con un grupo. Curiosamente fue entonces cuando más ofertas de trabajo recibí; me llamaban para actuar de Europa, América, Australia, Japón… y tuve que rechazarlas todas", explica en su biografía County que, a cambio, retomó una de las aficiones de su infancia: la pintura. "Empecé a aparecer en publicaciones de arte de primera categoría. Es algo que todavía me sorprende. Los cuadros se están vendiendo bastante bien; hasta 7000 dólares por un lienzo de gran tamaño", relata la artista que, en 2020, llegó a celebrar una exposición en la prestigiosa galería Malborough del barrio de Chelsea. "Es donde solía exponer su obra Francis Bacon en Nueva York. Hasta entonces mi única conexión con Bacon era que las dos íbamos a ligar con chaperos al Apollo Club del Soho, en Londres", bromea County.

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