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Erri de Luca: "No temo a Meloni, soy refractario al miedo"

El escritor napolitano publica 'A tamaño natural' al tiempo que ha participado en improvisados viajes de ayuda humanitaria a Ucrania

Erri de Luca, en una imagen de archivo.  / EPE

La aislada casa del escritor italiano Erri de Luca (Nápoles, 1950), en la campiña romana, es un antiguo establo restaurado por él mismo, con la ayuda de dos obreros. No hay edificios a su alrededor, tan solo árboles y un pequeño huerto. Incluso la mesa en la que apoya el ordenador con el que se presta a esta entrevista la ha construido el propio De Luca, con madera reciclada y sobrante. Este antiguo militante de Lotta Continua, la otrora potente izquierda radical italiana, ha superado no pocos obstáculos en su vida como para temerle ahora al ascenso de la ultraderechista Giorgia Meloni y sus Fratelli d’Italia al poder, en un momento además en que se cumplen 100 años de la marcha de Mussolini sobre Roma.

No concibe el autor esa bonita y absolutamente austera casa como un refugio, porque cuando desea ponerse a resguardo se va a escalar montañas. Allí entre los peñascos y los riscos su inquietud menor es la Meloni. “No temo a Meloni, soy refractario al sentimiento del miedo. Durante muchos años la derecha ha especulado con el miedo del ciudadano para medrar en su provecho. Necesitamos emigración porque necesitamos mano de obra, pero no, la derecha nos la presenta como un peligro”, afirma, depositando toda su confianza en ese millón de jóvenes de menos de 30 años preparados y comprometidos con las causas sociales y el planeta que han sido expulsados de facto del país. “En el nuevo parlamento italiano no hay nadie por debajo de esa edad. A esa juventud se la ha invitado a marcharse y la mayoría de ellos están desarrollando sus competencias en el extranjero”.

Sin acuerdo en nada

A diferencia de otros escritores como Roberto Saviano, que llamó bastarda a Meloni y anunció que se estaba elaborando una lista negra de intelectuales en el país, De Luca no teme porque estabilidad y gobierno son dos palabras que casan muy mal juntas Italiano. “No hay que olvidar que esta señora tiene una mayoría relativa y ha formado un gobierno que se perfila muy poco estable. La verdad es que no creo que dure mucho porque los tres partidos de la derecha obligados a entenderse no están de acuerdo en nada”.

Así que la conversación se traslada a una geografía que a De Luca le interesa mucho más. Ucrania. Acaba de regresar del sexto viaje a aquellas tierras desde la pasada primavera tras haber alquilado una furgoneta con un amigo y haber trasladado allí artículos de primera necesidad, cruzando Eslovenia, Hungría y Rumanía, y es inevitable recordar sus días como conductor de convoyes de ayuda humanitaria en la guerra de los Balcanes. “Aquello fue en Bosnia que era una zona relativamente pequeña comparada con la inmensa Ucrania. También había muchas organizaciones de voluntariado que quizá también actúen en el actual conflicto, pero esta vez nadie me ha pedido ayuda. Así que un amigo jubilado y yo nos hemos dedicado en solitario e improvisadamente a transportar todo aquello que nos piden. Hemos tenido la sensación de estar solos en esta empresa”.

Lo que De Luca se ha encontrado allí es gente que ha preferido permanecer en su país y lucha por mantener la dignidad en los centros de refugiados del país. “En esa retaguardia, la gente intenta construir una cierta normalidad aunque a todas luces sea falsa. En esos campos no se habla de ideología o de bajas, se habla de problemas primarios y concretos: cómo conseguiremos calentarnos en este invierno que se aproxima, por ejemplo”.

Padres e hijos

También esencial y primario es el libro que De Luca acaba de ver publicado en castellano. A tamaño natural (Seix Barral), una serie de historias sobre padres e hijos, nacen del retrato que el pintor ruso Marc Chagall hizo de su padre, un comerciante de arenques y se trasladan, entre otros, hasta la relación bíblica y extrema de Abraham y Jacob y la petición de Dios hecha al padre del sacrificio del hijo. Pero también a la propia biografía de De Luca con su padre, funcionario de profesión, a quien reconoce no tanto sus enseñanzas como su ejemplo: “Absorbí su amor por los libros, por la escalada -él había combatido en la montañas griegas durante la Primera Guerra Mundial-. También heredé de mis padres una gran indiferencia hacia el dinero. En casa no había mucho, pero consideraban de mal gusto hablar de ello”. También hay una acción o quizá una falta, la decisión del joven De Luca de marcharse de casa a los 18 años que, de alguna manera intenta remediar con este libro. “Este libro no lo he escrito para los lectores, sino para reconciliarme con los míos, para dirigirme a ellos. Es mi manera de mostrar gratitud”. 

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