DESPEDIDA

Príncipe Juan

Descendió a los infiernos y regresó al Olimpo, no al de los dioses sino al de los humanos excepcionales

Juan Diego, recibiendo el premio de la Unión de Actores en 2018. / Juanjo Martín - EFE

Se ha producido un black out en el firmamento teatral, cinematográfico, televisivo: Juan Diego nos ha dejado. Aunque es, realmente, un espejismo. Su maestría interpretativa vivirá entre todos aquellos que disfrutaron con él. Y son muchas. Y son muchos.

Primus inter pares de una generación que ha dado brillantísimos oficiantes, Juan ha sido un espejo en el que se han contemplado infinidad de actores de generaciones posteriores a la suya. No han sido sólo sus excepcionales interpretaciones; su búsqueda de la perfección y de la comunicación le convirtieron en un hombre siempre exigente y buceador de los límites. Pero su excelencia interpretativa no fue sólo eso, sino que vivió acompañada de un compromiso ineludible y profundo como actor y como ciudadano.

Su excelencia interpretativa no fue sólo eso, sino que vivió acompañada de un compromiso ineludible"

Juan Diego, hombre de izquierdas —hay que decirlo con la cabeza muy alta y con orgullo—, siempre empeñado en las luchas antifranquistas, siempre ocupado por mejorar las condiciones de su profesión, siempre militante por un mundo mejor: apasionado, divertido, contradictorio, nocturno, compañero y sevillano, escaló los cielos, descendió a los infiernos y regresó al Olimpo, no al de los dioses sino al de los humanos excepcionales.

Son muchos y variados los momentos de recuerdos compartidos. Es alguien a quien he querido y admirado, desde que nos conocimos allá a finales de los sesenta; siempre fue un hombre empeñado en situarse en la vanguardia del compromiso. Aquel adolescente que descubrí era el Abogado del Diablo que admiré en La Noche de los Asesinos y continuó dejándome boquiabierto, ya para siempre, con sus bondades interpretativas. No fue siempre un hombre fácil. ¿Pero quién lo es? Vivió sus contradicciones y enriqueció su altísima calidad de actor.

Echen un vistazo a sus películas, a sus intervenciones televisivas, busquen dentro de ustedes, rescaten imágenes de sus apariciones teatrales: no hay ninguna duda, nos hallamos ante un grande de la escena. Y sí, también ante una gran persona.

Amigo: que tu vuelo sea dulce y apasionado.

Tuyo, Mario Gas.

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